Balón de Oro

Schalke, el club en el que Raúl es un ejemplo

María, Jorge, Hugo, Héctor y Mateo, con su padre en el día de su adiós al Schalke 04
María, Jorge, Hugo, Héctor y Mateo, con su padre en el día de su adiós al Schalke 04larazon

El Real Madrid y el Schalke, rivales a partir del miércoles en los octavos de final de la Liga de Campeones, están unidos para siempre por los goles de Raúl González Blanco. El mayor ídolo moderno del madridismo continuó su carrera en Gelsenkirchen, donde en dos temporadas se convirtió en un referente tanto para la afición como para los compañeros con los que compartió vestuario. Uno de ellos fue Ciprian Marica, que desde Getafe explica lo que significó Raúl para el club del norte de la región del Ruhr. «No es un ídolo porque no jugó allí mucho tiempo, pero fue para todos nosotros un ejemplo de profesionalidad», explica el rumano, que compartió delantera y muchas conversaciones con el «7» en las entrañas del Veltins Arena, porque el idioma les unía en los ratos libres. «Yo hablaba con él en español y un poquito en inglés, ya que no aprendió mucho alemán, la verdad. Por eso tenía más relación con él que otros compañeros. Es una persona muy centrada en la familia y en el fútbol; nunca hablé con él de otra cosa que no fuera su familia y el fútbol», cuenta Ciprian, que recuerda la sensación que dejó su carisma en el vestuario:

«Fue un ejemplo de humildad para todos en el Schalke. Nunca sentimos que era un futbolista que venía de ganar todo en lo más alto del fútbol europeo. Pensábamos que no iba a correr para atrás como todos y lo hacía el primero. Se comportaba con la ilusión del juvenil que llega del segundo equipo. Por eso fue muy respetado», explica.

La afición del Schalke se enamoró de Raúl en sólo dos temporadas y le despidió con un emocionante partido homenaje en el que la frase «Gracias, señor Raúl» fue la más repetida en las camisetas con el dorsal «7» y en decenas de pancartas. Él se emocionó después de anotar 40 goles y de ganar la Copa alemana de 2011. Las mismas gradas que adoraron a un mito del madridismo, pitarán el miércoles por la noche al Real Madrid, que reemprende en el Veltins Arena el camino hacia la deseada «Décima» Copa de Europa, ese trofeo con orejas, que dice Ancelotti. «Si no pasa nada extraño, el Madrid es mejor y debería clasificarse. El Schalke es desde hace mucho tiempo un equipo con altibajos. Capaz de hacer grandes partidos, con muchos goles y un juego impresionante y a lo mejor dos días después tiene una actuación horrible», analiza Ciprian, que coincide con la mayoría en que los germanos son un equipo sin Huntelaar y otro mucho mejor cuando el holandés está en el campo. Ha estado cinco meses lesionado y desde que volvió el Schalke ha mejorado sus números: «Es impresionante, no regatea ni nada, pero siempre está donde va a ir la pelota en el área y la mete dentro. Su vuelta es muy importante», dice Marica. Detrás del punta, el jugador del Getafe destaca a Draxler y a Max Meyer (18 años), seguramente los dos futbolistas con más talento de la plantilla, pero que al técnico, Jens Keller, le cuesta juntar en las alineaciones.