Vuelta a España

Vuelta 2023: Sepp Kuss, el triunfo de un «globero»

Llegó a la Vuelta como un gregario y se marcha como ganador. «Soy humano», reconoce el maillot rojo

Kuss posa con los ganadores de los otros maillots, Evenepoel, Ayuso y Groves
Kuss posa con los ganadores de los otros maillots, Evenepoel, Ayuso y GrovesSprint Cycling Agency

«Soy humano, soy un globero, soy más ciclista que corredor», reconocía Sepp Kuss después de la etapa del jueves pasado que terminó en La Cruz de Linares. En esas palabras se resume la clave del éxito del ciclista estadounidense dentro y fuera de la carretera.

Un ciclista que no imaginaba estar en lo alto del podio de Cibeles en la tarde del domingo cuando comenzó la carrera en Barcelona. Tenía que trabajar para Vingegaard y para Roglic, pero con el paso de los días alimentó la idea dentro de su equipo de que podían ganar las tres grandes con tres corredores diferentes.

«Es uno de los mejores equipos para estar. Muy profesional», dice Jonas Vingegaard. «Creo que no hay ningín sitio mejor que este. Solo hay que ver qué equipo tan fuerte tenemos», asegura Primoz Roglic. Pero durante varios días esos compañeros fueron también lois grandes rivales de Kuss en la carretera. La imagen en el ascenso del Angliru en la que se ve a Roglic y a Vingegaard olvídándose de su líder cuando iban los tres juntos y ninguno de sus rivales podía alcanzarlo demostraba que no todos en el Jumbo estaban convencidos del triunfo de Kuss. Pero aguantó el liderato por ocho segundos y se acabó la discusión.

Sin embargo, para él la clave estuvo en otras dos etapas, en la con trarreloj de Valladolid y en el Tourmalet. «En la crono tuve un rendimiento diez veces superior a lo esperado. Del Tourmalet salí con mucha confianza», explicaba en la conferencia de prensa que daba ya como ganador de la carrera.

De lo que no hablaba Kuss es de lo que disfruta con su trabajo. De la pasión por la bicicleta que le llegó casi por casualidad-. El deporte que practicaba de pequeño era el esquí de fondo, una afición heredada de su padre, que fue entrenador del equipo estadounidense de saltos y de esquí nórdico en los Juegos de Sapporo 72 –doinde Paquito Fernández Ochoa consiguió el oro– y en Montreal 76. Pero al pequeño Sepp le costaba entrenar y empezó a montar en bicicleta como complemento a sus entrenamientos. En Durango, Colorado, era fácil practicar el ciclismo, que fue ganando importancia para Kuss. Aunque antes de comenzar en la ruta pasó por la bicicleta de montaña.

Pero ha sido en carretera donde ha conseguido sus éxitos y donde ha permitido a su equipo, que busca patrocinador para la próxima temporada, ganar las tres grandes con tres corredores diferentes. Roglic ganó el Giro, Vingeg aard, el Tour y ahora él, la Vuelta. Los tres posaron con el maillot rosa, el amarillo y el rojo antes de la etapa. El Jumbo cambió su color amarillo habitual por el negro, en un maillot conmemorativo adornado con una franja rosa, otra amarilla y otra roja como símbolo de sus victorias en las tres carreras.

Para que Kuss ganara sus jefes tuvieron que convertirse en sus gregarios, aunque para eso fueran necesarias tensas conversaciones en el hotel del equipo. «No tenemos problemas. Son cosas del equipo, cosas internas que no se deben saber», afirma Vingegaard. «El mejor ha ganado», concluye Roglic.

«Me di cuenta de lo que han hecho por mí, lo que han sacrificado, sus retos deportivos, para ayudarme. Ellos son los mejores ciclistas del mundo y no es fácil cuando estás acostumbrado a ganar las mejores carreras», reconoce Kuss. Pero el éxito no se le ha subido a la cabeza. « Vine siendo un gregario. No venía a esta carrera con la idea de ganar, pero ahora que estoy en esta posición, he descubierto cosas sobre mí mismo, mis capacidades en las grandes vueltas, y me gustaría hacerlo más. Pero sigo siendo un gregario», asume.