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Djokovic desactiva a Nadal para volver a ganar en Australia

Rafa cayó por 6-3, 6-2 y 6-3 ante una versión sideral del serbio

Rafa Nadal
Rafa Nadallarazon

Siete finales en Australia y siete títulos para Novak Djokovic. El serbio fue inalcanzable para Rafa como hubiera sido inalcanzable para cualquiera. Nadal cayó por 6-3, 6-2 y 6-3 en dos horas y cuatro minutos.

Siete finales en Australia y siete títulos para Novak Djokovic. El serbio fue inalcanzable para Rafa como hubiera sido inalcanzable para cualquiera. Nadal cayó por 6-3, 6-2 y 6-3 en dos horas y cuatro minutos. El número uno del mundo fue un robot ante una versión desconocida del español. Como si a Nadal le hubieran desconectado. En realidad eso fue lo que hizo el tenis de Djokovic. Dominó con una autoridad nunca antes vista en los 52 duelos directos anteriores. El balcánico ha ganado los tres últimos “Grand Slams”: Wimbledon, Open USA y Open de Australia. Acumula 15 “Majors” y se ha situado a dos de Rafa y cinco de Federer. La carrera por ser el más grande sigue abierta después de una final que solucionó con una autoridad incontestable. Los números no engañan: Djokovic estuvo perfecto. Ganó el 80 por ciento de puntos con el primer saque; el 84, sí el 84, con el segundo; sólo acumuló 9 errores no forzados y la mayoría fueron con el partido encarrilado; logró cinco breaks... Fue muy superior. Demasiado.

Djokovic empezó a jugar la final el viernes contra Pouille. No se quiso quedar atrás vista la exhibición de Rafa 24 horas antes con Tsitsipas. Fue un depredador ante el galo y mostró la misma convicción ante Nadal. En el primer set el esperado combate a dentelladas se quedó en un monólogo del serbio. En realidad así fue todo el partido. Nadal estuvo desconocido, como maniatado por lo que se le vino de repente encima. Fue una avalancha. Djokovic despegó como un cohete, una arrancada salvaje. La estampida tuvo un dato fundamental: el balcánico sacó cinco juegos y sólo cedió un punto. Cuatro de sus cinco saques se resolvieron en blanco y el único punto de Rafa llegó en el noveno juego con el set casi decidido. Fue una autoridad incontestable. Y no sólo eso. Los pocos intercambios que hubo también los dominó. Los gestos de Carlos Moyá y de Sebastián en el palco de los Nadal eran reveladores. El revés de Djokovic era letal, la derecha de Rafa, inofensiva; hubo devoluciones imposibles y los errores llegaban porque el serbio lo tenía al límite. La derecha paralela, el golpe que más podía escocer a Novak, no aparecía.

Nadal logró mantenerse en pie en el arranque del segundo set gracias a su servicio. El objetivo era poner piedras en el camino del rival como fuera. Buscando el servicio y la derecha, una combinación letal en sus seis anteriores partidos. Djokovic no podía seguir mostrándose tan autoritario, tan cómodo, tan tranquilo con su saque. Rafa es uno de los mejores restadores del mundo, quizá el mejor después del serbio, y no era capaz de rascar nada en los servicios de este. En una hora de partido, Rafa ofrecía una estadística nunca vista: dos puntos al resto. Era el fiel reflejo de lo que sucedía en la pista. No estaba a gusto. No encontraba rendijas por las que asaltar la fortaleza del de Belgrado. Y eso le llevaba a fallar derechas que no había errado en todo el torneo. Enfrente había un rival que le exigía más que ninguno, que le empujaba y le empujaba hasta forzar un nuevo break. La inercia del partido permitió a Djokovic salvar su primer saque comprometido (40-40) en el sexto juego del segundo set. Y ese impulso le llevó a cerrar la manga con un nuevo break en el séptimo. En poco más de una hora, ¡en 76 minutos!, el serbio estaba a un set de ganar su séptimo Abierto de Australia en su séptima final.

Nadal estaba ante el más difícil todavía. Desde la final en el Abierto de Estados Unidos de 2013 no gana a Djokovic en pista rápida y el desafío era levantar dos sets en el “Grande” en el que el serbio se siente más cómodo. Buscó medidas desesperadas, subidas a la red, un grito de “Vamos”, peleó como el Nadal de toda la vida, tuvo incluso una bola de break en el sexto juego... No hubo forma.

La épica, el combate de los dos pesos pesados, la final a cuatro o cinco horas, el no va más se quedó en una exhibición de Djokovic, pero queda todo 2019 por delante.