Balonmano
Silvia Navarro: «Preferí los pelotazos a los codazos»
De niña probó de portera y de jugadora y no dudó en quedarse en sus «tres palitos», como dice ella. Acertó. Hoy juega contra Noruega en el Mundial
Silvia Navarro (20/3/1979) es bajita para ser portera: 1,69; y por ese motivo muchos pensaron que no podía llegar lejos. Lo ha hecho. Es una de las veteranas de la Selección que está disputando el Mundial de Dinamarca en busca de medalla y de una plaza para los Juegos de Río. Defender la meta es su labor junto a Darly Zoqbi, brasileña nacionalizada que disputa su primer gran campeonato con España. Tras pasar ayer el trámite de Puerto Rico (39-13), las Guerreras se miden a Noruega (20:30, Teledeporte) en el último partido antes de los cruces.
–Llega Noruega, verdugo de España en muchas citas importantes. ¿Ganas de revancha?
–Con Noruega siempre es complicado. Sabemos que es una selección muy potente y debemos tener los menos fallos posibles.
–¿Cómo se están viendo en el Mundial?
–Las sensaciones son buenas. Queremos hacer un buen papel y estamos muy mentalizadas.
–Desde el principio han dicho que van a por el oro...
–Puede ser peligrosa esa presión, pero tiene que servirnos para darnos el plus de estar bien en los partidos. No nos podemos poner presión aunque la gente diga que tenemos que sacar medalla. Tenemos que ir despacito, haciendo las cosas con buena letra para poder conseguir cosas importantes.
–¿Es portera por convicción o porque nadie se quería poner?
–Me dio a elegir mi entrenador, pero me sentí tan cómoda debajo de los tres palitos, como digo yo, que no quise salir. Dije: «Éste es mi sitio». Me quedé ahí en la portería y hasta el día de hoy. He tenido suerte, la verdad.
–Y se lo ha currado mucho...
–Bueno, un poquito de todo. He tenido también la posibilidad de tener buenos preparadores que me han formado. Tengo que agradecer que tuve muy buenos entrenadores, uno de ellos es Manuel (Etayo), que me ayudó en toda la época del Itxako. Fue mi mano derecha y sin él no hubiera llegado donde estoy ahora.
–Tampoco sin su madre, según comenta siempre.
–Me pilló una época en que no tenía casi vida social, y yo quería salir con mis amigas, y mi madre me recordó que me había comprometido con un club y que tenía que devolverlo de alguna manera. Se pegaba unas palizas de recorrer 30 o 35 kilómetros para llevarme a entrenar ida y vuelta, se encargaba cada día de llevarme la merienda... Además, yo entrenaba con infantil y cadete, incluso con juvenil, y se lo debo a ella. Sin ella no hubiese sido nada.
–¿Recuerda su primera parada?
–Sí la recuerdo. En alevín, con ocho años, era muy chiquitita. Probé primero de jugadora y luego de portera y sí que es verdad que prefería más un pelotazo que un codazo. Nada más ponerme de jugadora, ¡¡paff!!, el golpetazo, y pensé: «Yo aquí no me quiero poner». Cuando recibí el impacto del balón... aunque la gente dice: «Los porteros están locos, no sé qué...»; pero me sentí tan bien que jolín... Sí que la recuerdo.
–¿Qué siente al recibir un gol? Porque en balonmano no se acaba 1-0...
–Fastidia, pero me han enseñado desde pequeña a reponerme. Eso continúa, son 60 minutos y tienes que estar al máximo.
–¿Cuánto duelen los pelotazos?
–Duelen, duelen, pero estamos preparadas físicamente. Hay veces que duele más la cabeza cuando pierdes que el dolor físico de los pelotazos.
–¿Su profesión es intuición, trabajo, ver vídeos...?
–Un poco de todo, porque no soy muy alta y las carencias que tengo las debo suplir con algo. En este caso, España tiene un muro defensivo impresionante con Eli Chávez, Lara, Pati Elorza... al final te facilita el trabajo. Es más del 50 por ciento.
–¿Qué cosas mejoró para contrarrestar esos 1,69 que mide?
–Cristina Mayo se encargó de potenciarme las piernas. Ella se dio cuenta de que no iba a crecer mucho y pensó: «A esta mujer hay que fortalecerla para que pueda saltar y llegue a las escuadras». Y es lo que hizo. Me ponía a hacer series de sentadillas, aunque yo no lo entendía en su momento, pero después sí.
–El apodo de Guerreras les va al pelo.
–Peleamos hasta el último balón y los españoles nos caracterizamos por eso.
–Y las españolas...
–Sí, poquito a poco, ya no es el balonmano, el deporte femenino está demostrando que día a día estamos consiguiendo logros. Sólo pido que esto no caiga en el recuerdo, porque cada vez sale más gente y más chicas.
–Hay muy buen rollo en el equipo...
–Es lo que prima. No somos una selección tan potente como a lo mejor Hungría o Noruega, pero al final el más uno nos lo da ese buen rollo que hay en el vestuario.
–¿Cómo son las horas antes de empezar los partidos?
–Llegamos, nos pone música Pinedo, que siempre es la DJ, o si no Nerea (Pena) y nos engancha. Nos pone música de todo tipo, hasta reggeaton, te podría sorprender. Luego entra Jorge y nos enchufa de cara al partido, nos recuerda un poco las jugadas; y a las jugadoras, una por una, cómo tenemos que estar. Yo creo que lo principal es que somos una piña y que vamos todas a una.
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