Tenis
Adiós de Federer a Wimbledon, ¿para siempre?
Federer cae sin discusión ante Hurkacz en los cuartos de final de Wimbledon. A un mes de cumplir los 40 años, puede ser su última participación en el torneo que le hizo eterno
Que Roger Federer pudiera ganar su noveno Wimbledon y su vigésimo primer Grand Slam este 2021, a un mes de cumplir 40 años y después de uno y medio en el que prácticamente no ha competido después de someterse a dos operaciones en la rodilla, era más un sueño para sus aficionados que una opción realista. El tenista suizo sucumbió de forma estrepitosa en los cuartos de final ante el polaco Hubert Hurkacz, que en octavos ya había eliminado al número dos, el ruso Medvedev, y ayer hizo lo que nadie antes: meter un «rosco» al suizo en el torneo que le convirtió en leyenda. Se impuso por 6-3, 7-6 (7/4) y 6-0 y dejó las emociones para el final, cuando reconoció que le parecía increíble haber jugado y ganado a Federer, al que idolatraba cuando era un chaval. Durante el partido no notó los nervios, impecable en un día complicado por el viento. Parecía él el tenista experimentado, con 24 años. Parecía que leía el pensamiento del helvético, al que le adivinaba las intenciones para estar colocado siempre donde iba la bola. Recuperó el 2-0 con el empezó perdiendo el segundo set y ese fue su único momento de duda. Por lo demás, dio un recital de todo tipo: al saque, jugando desde el fondo, con una derecha firme, con mano de seda en la red...
Federer, en cambió, salió al partido con el gesto torcido y no se lo quitó en los apenas 108 minutos que duró. Se vino abajo en el tercer set. Se medio entregó (la última vez que perdió en la hierba londinense por 3-0 fue en 2002, cuando apenas estaba empezando) y sólo sonrió para darle la mano a su rival. La ovación de la pista central del All England Club fue tremenda. También los ánimos durante toda la tarde: «Let’s go, Roger; lets, go» («Vamos, Roger, vamos»). Es el tenista favorito del público del torneo de tenis por excelencia, que ha conquistado ocho veces, más que nadie en la historia. La verdad es que la figura del suizo trasciende a su propio país. Una de las pancartas que se ha visto estos días en la capital inglesa, decía: «Roger, nunca hemos hablado, pero es como si fuéramos colegas de toda la vida». Su forma de jugar, rozando la perfección en cuanto a lo técnico y lo estético, y su carácter dentro de la pista, que ha ido puliendo después de una juventud en la que fue un rebelde por momentos maleducado, han calado en los aficionados, más allá de la nacionalidad. Para muchos, Federer es suizo, inglés, español, estadounidense... Qué más da. Por eso, cuando se retiraba de la pista, cuando abandonaba la hierba tocándose el pelo y cabizbajo, levantando la mano para agradecer los aplausos, que también le dedicó Hurkacz, quien más, quien menos, se preguntó: «¿será su último partido aquí?». Porque la historia de Wimbledon y la Federer van unidas, desde que en 2001 venciera a Pete Sampras, el siete veces campeón incluidas las cuatro anteriores de forma seguida.
Dos años después se impuso él por primera vez y allí ha levantado los brazos en la final ocho veces en 22 participaciones, y la ha perdido cuatro, una contra Nadal, en 2008, en el que para muchos es el mejor partido de la historia, y tres contra Djokovic en años más recientes. «Estoy muy contento de hasta dónde he llegado y de jugar al nivel al que he estado después de lo que he pasado. Me gustaría jugar de nuevo en Wimbledon, pero a mi edad nunca sabes lo que te espera a la vuelta de la esquina», aseguró Federer. «No sé lo que voy a hacer. Tengo que pensar. Mi objetivo en el último año ha sido seguir intentando jugar Wimbledon. Lo he conseguido este año, lo que me hace muy feliz. Ahora a ver cómo estoy y a partir de ahí veremos qué necesito para estar en mejor forma y ser más competitivo», añadió, sin confirmar si irá o no a los Juegos Olímpicos de Tokio. «Estoy muy cansado. Ahora mismo me podría ir a dormir. Así me siento, aunque sé que estaré bien dentro de poco», añadió Roger. Es que ni él es eterno.
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