Copa Davis
Pablo Carreño llega a tiempo para dar el segundo punto a España ante Ecuador
Emilio Gómez tuvo contra las cuerdas al asturiano, que terminó remontado (5-7, 6-3 y 7-6 [7/5]) para dar el triunfo a España en la eliminatoria, aunque ganar el dobles también es fundamental
Cabizbajo, triste... Así estaba Pablo Carreño en su partido contra Emilio Gómez, número 149 del mundo. Pero, claro, esto es la Davis, el torneo en el que todo puede pasar; y terminó pasando lo lógico, que venciera el español por 5-7, 6-3 y 7-6 [7/5], aunque después de pasar un rato muy, muy malo. Porque Pablo no entendía nada de lo que estaba pasando, no jugaba como suele, de la manera que conquistó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio derrotando al número dos del mundo, Medvedev, y al número uno, Novak Djokovic. Todo era complicado para el asturiano, bloqueado ante un oponente respondón que le daba ritmo, intercambios potentes desde el fondo que no terminaba de jugar bien. Y así llegó el primer break de Emilio Gómez y los gritos en las gradas de los ecuatorianos: “Sí, se puede; sí, se puede”, contestados con silbidos por el público español que había en el Madrid Arena. Una eliminatoria en principio muy desnivelada, se abría para los suramericanos. Poco importó que Carreño reaccionara en ese primer set poniéndose sólido para pasar el 2-4 al 4-4. Poco importaba también algún “Viva Asturias” que se gritaba. Pablo no era Pablo y el primer set lo terminó cediendo sin llegar al tie break. Lo perdió con una doble falta... Poco más que decir.
Se esperaba la reacción del español y tardó en llegar, después de unos primeros juegos sin mucha historia en el segundo parcial. El lenguaje gestual del gijonés seguía siendo pobre, sus golpes apenas hacían daño y entonces se vio con 3-3 y pelota de break en contra. Muy cerca del precipicio, pero ese fue el comienzo de la remontada. Lo que podía haber sido casi el final fue el principio. Un puntazo de Pablo, muy trabajado, con paciencia primero y valentía después, le despertó a él; y con él animado y sacando el puño, espabiló el público, y entonces todo empezó a fluir. De la posible rotura en contra, a la rotura a favor y Bruguera diciéndole a su pupilo: “Vamos, vamos”... Y levantando las cejas y los ojos como explicándole: “¿Ves como sí...?”. La transformación del medallista olímpico ya estaba ahí. Su pelota empezó a correr un poco más, hasta sacó mejor, llegaron los golpes ganadores, los restos con intención metiéndose en pista, tirando de verdad. Miradas al palco, autoconvencimiento, sintonía con la afición... Lo que para uno era un ir a más, para el otro fue empezar a fallar lo que antes iba dentro. Todavía vendió cara su derrota Gómez cuando, sin nada que perder, se soltó. El ecuatoriano levanto dos pelotas de partido al saque con 5-2 en contra y logro la rotura después para ponerse 5-4 y después 5-5. Otro piedra en el camino de Carreño. Pero su cabeza ya estaba preparada para la batalla. Las dudas quedaron atrás y se llevó un tie break taquicárdico en el que Gómez llegó a estar 3-4, sacándose pelotas en la red increíbles, voleas imposibles, para después hacer una doble falta que permitió a Carreño tener su oportunidad. No la desaprovechó: un segundo saque al límite, la derecha y a la volea para cerrar un partido muy sufrido.
La eliminatoria estaba resuelta porque antes Feliciano López superó a Roberto Quiroz. Falta por ver la importancia que tiene ese set perdido si hubiera que ponerse a hacer números en la lucha por ser segundos. Pero para eso queda un mundo: primero, vencer el dobles contra Ecuador. Y después, ver si el domingo contra la poderosa Rusia se puede producir uno de esos milagros de la Davis.
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