Torneos

El día de la verdad

Nadal afronta ante Dimitrov un test para saber su verdadero nivel a dos semanas de Roland Garros

Nadal, en su partido de ayer frente al italiano Bolelli
Nadal, en su partido de ayer frente al italiano Bolellilarazon

Nadal necesita partidos de verdad, medirse a rivales que le exijan para conocer en qué punto de su «rehabilitación» se encuentra. Hoy ante Dimitrov en los cuartos de final del Mutua Madrid Open sabrá cómo está a 16 días del arranque de Roland Garros. Él no quiere mirar tan lejos, si es que dos semanas son una distancia a considerar. Tuerce el gesto sin disimulo cuando alguien le menciona el torneo de París. Su atípica temporada le obliga a no apuntar más allá del día a día. «Se trata de alegrarse por cada punto, por cada victoria y por cada partido ganado. Mis objetivos son pequeños, son a corto plazo, alegrías pequeñas... No me planteo objetivos complicados mentalmente porque la situación no es la misma que otros años», asegura con una justificación que suena comprensible. Lo lleva repitiendo semanas como un mantra. Pero Roland Garros está ahí. Y para saber en qué estado se encuentra, el búlgaro puede ser un termómetro perfecto. Johnson y Bolelli no han sido más que dos simples «sparrings». El estadounidense le duró 74 minutos; el italiano, 72. Dos entrenamientos con más público del habitual.

Rafa se sintió en octavos mejor que en el estreno. En la grada y ajenos a la huelga futbolera impulsada por la Federación estaban Ronaldo, Kroos, Pepe, Mario Suárez, Tiago y Miranda. A su lado, Felipe Reyes y Sergio Rodríguez olvidándose por un rato de la «Final Four». Nadal empezó mejor que ante Johnson y terminó regalando algún punto que hace pensar en que la progresión continúa. Hay avances, son mínimos, pero avances, que es de lo que se trata cuando la temporada va como hasta ahora. «He tenido un nivel correcto, no ha sido increíble, pero me voy contento», aseguró tras despachar a un jugador que tampoco le animó a emplearse a fondo. Bolelli regaló infinidad de puntos y sólo ofreció resistencia en los cuatro primeros juegos del primer set. Ante Dimitrov será muy diferente. El búlgaro de 23 años, y que ha sido número ocho del mundo, lleva tiempo amenazando con convertirse en alternativa a los cuatro grandes, pero sigue a las puertas. Su torneo, con victorias ante Fognini y Wawrinka, es una prueba de la talla del rival que tendrá enfrente Rafa. Hace muchas cosas bien. Saca, volea, le corre la derecha, se mueve bien, su revés funciona... Muchas armas para testar donde está Nadal. Los precedentes sonríen al español, 5-0, pero el novio de Maria Sharapova le ha arrebatado sets en todo tipo de superficies.

«Ante Dimitrov no valdrá jugar a medias, es muy completo, uno de los mejores jugadores del mundo y el partido va a ser un test para ponerme en mi sitio», comenta Rafa. Se trata de saber si lo que sucedió ante Fognini en Barcelona fue un simple despiste o se trató de un tropiezo de más calado. La única victoria de Rafa este año ante un «top 10» fue en los cuartos de Montecarlo ante Ferrer y el duelo con Dimitrov se toma por el entorno de Rafa como una prueba similar a la que significó «Ferru» en el Principado antes de toparse con Djokovic. «Voy a poder jugar un partido más y espero disfrutarlo», afirma Nadal esperanzado. Porque en el fondo se trata de eso, de pasárselo bien en la pista y Rafa no ha tenido esta temporada demasiados momentos de felicidad. Esa felicidad es sinónimo de confianza, y para Nadal eso equivale a rutina, a normalidad, a coger unos hábitos para no abandonarlos. En ello está a la espera de lo que proponga Dimitrov.

Tenis a las tres de la mañana

Murray apareció en su hotel el jueves pasadas las cuatro de la madrugada. Aunque parezca increíble llegaba de jugar en la Caja Mágica un partido de segunda ronda, que arrancó más allá de la una de la mañana. La culpa fue que cinco de los seis encuentros de la central se fueron a tres sets. «Hay que pensar en otro programa de partidos. No se puede empezar a jugar a las nueve de la mañana, pero tampoco a la una de la madrugada», reflexionó Rafa. Murray y su entorno cargaron duramente contra el torneo.