Mundial de clubes
Una rabona para una nueva vida
Madrid- Benzema recibió de espaldas en el centro del área y, tranquilo como es, esperó a ver la jugada clara, a que Di María le superase y mientras su marcador perdía la calma, el francés dio un taconazo al argentino, que llegó a la línea de fondo. Lo lógico hubiese sido centrar con la pierna derecha: «Me siento con más confianza haciendo rabonas que con la derecha», explicó el argentino. Fue el segundo gol de Ronaldo. En el anterior, Ancelotti había hecho un gesto de rabia, muy parecido al que hizo con el tanto en contra del Atlético el pasado sábado. La rabia era la misma, el significado era totalmente distinto. Era de alegría: por fin los planes le salen. «Fue un buen partido. El principio fue bueno, con intensidad y equilibrio. Después del primer gol de Cristiano hemos jugado más lentos. Luego, con intensidad y hemos intentado marcar hasta los últimos minutos. La actitud del equipo fue buena», explicó el entrenador.
Mediada la primera mitad, Benzema corrió otra vez a presionar, a intentar robar un balón. No había pasado media hora de partido y Marcelo ya había puesto tres buenos balones al área, tras llegar a la línea de fondo. No era un día como los demás, no era un día cualquiera. Eso había dicho Ancelotti y el equipo correspondió a sus palabras. Hubo otro espíritu y otra actitud.
En vez de los cambios de jugadores que se preveían para dar otro tono al equipo, el entrenador prefirió reservar a Ramos y a Isco y empezar el partido con un claro 4-3-3, con Illarra en el centro del campo y Modric participando más en la construcción. «Hemos cambiado el sistema porque el equipo contrario estaba muy compacto en el medio. Hemos intentado jugar con Cristiano Ronaldo y Di María más abiertos y tener más posibilidades para los centros. El primer y el segundo gol fueron buenas combinaciones e hicimos uso de las bandas. Los tres medios, Illara, Khedira y Modric han hecho un buen trabajo».
El sistema fue el primer cambio, una nueva forma de afrontar los partidos. Más cambiado estuvo Benzema. El francés no regateó en el esfuerzo para agradar a una afición a la que le cuesta quitarle el cartel de sospechoso. Pero cuando fue sustituido, le aplaudió con fuerza para vencer algunos pitidos.
Al nuevo Real Madrid le ayudó sin duda la aparición de Marcelo por la izquierda. Recuperado de su lesión, sin kilos de más, el brasileño abrió una autopista por su zona, que hasta este partido parecía en construcción.
Con Marcelo en forma, Di María enfebrecido, con Illarra corriendo más que nadie y Modric inspirado, el Copenhague se limitó a aguantar y recibir el menor daño posible. No sabía qué Madrid se iba a encontrar, sólo sabía que enfrente estaba Cristiano Ronaldo, que está en plan caníbal. Eso no varió. Eso no cambia nunca.
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