Fútbol
El Valencia jugará la final con el Barça (1-0)
El Valencia eliminó al Betis de la Copa, cuya final se jugará en su estadio, gracias a un gol solitario de Rodrigo y a pesar de que Marcelino perpetró un planteamiento ultradefensivo.
El Valencia eliminó al Betis de la Copa, cuya final se jugará en su estadio, gracias a un gol solitario de Rodrigo y a pesar de que Marcelino perpetró un planteamiento ultradefensivo.
El Valencia es el segundo finalista de la Copa del Rey a costa de un Betis valiente y, durante muchos minutos, superior que añoró a un delantero competente para plasmar en el marcador su dominio y alcanzar una final que se jugará en el Benito Villamarín. Esta vez, el fútbol no premió a quien más merecimientos hizo, sino a quien más pegada exhibió. Se repitió la historia de la víspera en el Bernabéu.
Marcelino García Toral es técnico del que la gloria huye con contumacia y eso, tras una carrera que ya no es corta, no puede ser casualidad. Consciente, tal vez demasiado, de que le valía el empate a cero, mandó a su equipo al césped con un doble lateral en la derecha y un cargamento de pañales, lo que fue detectado por el Betis enseguida. Quique Setién, que es su reverso porque si de algo peca es de temerario, transmitió a sus centrales la orden de plantarse en la raya divisoria, desde donde los verdiblancos dominaron la primera parte a placer.
Sólo las paradas de Doménech y la mala fortuna en un cabezazo franco de Mandi impidieron que los sevillanos tuviesen el pase encarrilado en el intermedio. El portero local terminó con el debate suscitado por su titularidad al sacar una falta diabólica de Canales, que bajaba con plomo hacia la escuadra, y un zambombazo de Jesé desde posición escorada. El delantero canario no parece, por culpa de su cuerpo serrano, un futbolista de élite pero, ¡qué bien juega! Sus movimientos eran indetectables para los centrales valencianos, que buscaban en vano a alguien con quien chocar.
Del ataque del Valencia no hubo noticia en la primera mitad, apenas la constatación del estado de forma ruinoso de Guedes, incapaz de generar nada en el puñado de balones con ventaja que le permitió recibir Joaquín, a quien, a su edad, le viene grande la banda entera. Sí tiene, sin embargo, dinamita en sus puntas y cantó bingo en su primer acercamiento peligroso. Piccini habilitó a Gameiro con un pase entre los centrales y el francés, altruista, le regaló el gol a Rodrigo.
Acusó el Betis el golpe pero ni por ésas se animó Marcelino a buscar la sentencia. Al contrario, pasados esos minutos de «caraja» visitante, permitió que el rival volviese a dominar y rozase el empate con otro cabezazo de Mandi. Dentro del cuarto de hora final, no le quedaba ya otro remedio a Setién que lanzarse con todo, y lo que alumbraba en el banquillo eran Loren y Tello, cuyas salidas desguarnecieron por completo los costados defensivos de su equipo. Qué más daba, en realidad. El recurso extremo fue meter a Feddal para plantarlo en el punto de penalti, al modo Alexanko. Lo intentó Loren con un cabezazo de espaldas que rozó el palo y estuvo a punto de lograrlo Canales con un disparo repelido por Jaume.
El equipo local, con Mestalla hecho una fiesta, desperdició una contra clarísima debido al agotamiento de Gameiro que, pese a todo, fue el protagonista de la eliminatoria al marcar uno de los tres goles de su equipo y asistir en los otros dos. Estuvo en el filo de la navaja, así es la alta competición.
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