Innovación
“La innovación abierta no es una moda, es una necesidad”
La fuga de jóvenes talentos dificulta la transformación del ecosistema empresarial español. Grandes corporaciones y emprendedores advierten de la necesidad de un marco regulatorio que permita crear, experimentar e innovar
A principios de siglo, una búsqueda en Google del término “open innovation” obtenía en torno a 200 enlaces, en los que únicamente podía leerse algo similar a “la empresa X abre su oficina de innovación”. En este momento, aparecen más de 1.200 millones de resultados relativos al concepto. Las sinergias entre ciencia, tecnología, economía y empresa han avanzado a una velocidad trepidante. Fue en 2003 cuando Chesbrough acuñó el término de innovación abierta. El profesor quería referirse, con él, a un fenómeno algo que venía observando hacía tiempo: multitud de empresas estadounidenses estaban expandiendo sus laboratorios de I+D con agentes externos.
En otras palabras, la innovación abierta radica en colaborar con otras corporaciones, administración pública y –especialmente– “startups” para mejorar la flexibilidad operativa y favorecer la creación de nuevos productos y servicios que satisfagan las necesidades del cliente actual. “La innovación es el factor más importante detrás del desarrollo económico”, defiende Manuel Giménez, consejero de Economía, Competitividad y Empleo de la Comunidad de Madrid. Él fue el encargado de inaugurar el foro “Innovación abierta y nuevos ecosistemas”, celebrado en la sede de este diario. Allí se reunieron María Benjumea, fundadora y CEO de Spain Startups; Diego Pavía, CEO de KIC Innoenergy; Jaime de Borbón-Dos Sicilias, director de Plug & Play; Miguel Martí, CEO de Barcelona Tech City; Luis Miguel Ciprés, CEO de Barrabés Next; Tomás Miller, director regional de ventas en Easy Payment Gateway (EPG), y Jesús Chapado, jefe de innovación en Naturgy.
En España, la idea de innovación abierta llega soportada por la práctica de grandes empresas como Naturgy, que ha cultivado esta economía durante “muchísimos años”. “La ‘‘open innovation’’ no es una moda –asegura Chapado–, es una necesidad imperiosa tanto para las corporaciones como para todo el tejido empresarial español”. Por ello, las compañías líderes invierten en ella desde hace tiempo. “La diferencia es que antes, una idea nacía y terminaba en la empresa”. Ahora, el proceso es “multidimensional”, indica. La innovación tiene unas fases (idea, diseño, prototipo y pilotaje) en cuya secuencia “ya no hay una linealidad”. La nueva forma de trabajar de la compañía eléctrica y gasista es “hacerlo con multitud de agentes del sector, internos y externos”.
Un nuevo jugador
Las sinergias siempre son positivas. No obstante, la fundadora de Spain Statup recuerda que hubo un momento en el que los medios externos “se volvieron insuficientes para afrontar la velocidad tecnológica”. Entonces, entró en el campo un nuevo jugador: las “startups”. Sin duda, el hecho de que las principales corporaciones naciesen como “startups” (Apple o Amazon) ha hecho que las grandes empresas se asocien con estas organizaciones. “Relacionarnos con estos “players” es productivo”, asevera la CEO. “Juntos, multiplicamos”.
De la misma opinión es Miller. “El problema con las grandes corporaciones es que deberían intentar pensar como una ‘‘startup’’”, aconseja el director de EPG. Por supuesto, es complejo, pero “si no estás al día, te quedas fuera del mercado”. De Borbón-Dos Sicilias aboga por una solución llamada, en inglés, “corporate venturing”: inversión de recursos y capital por parte de las corporaciones en pymes. “Esto implica que las grandes empresas reconozcan que no todas las ideas geniales vienen de dentro”. Más del 70% de las “startups” que se crean, apunta, son industriales. “Para que su desarrollo se convierta en una historia de éxito, necesitan ayuda de las grandes empresas”, señala. De lo contrario, podríamos exponernos a una fuga de talentos. Hoy día, buena parte de nuestros jóvenes emprendedores se marcha a Londres o París en busca de ecosistemas que les permitan crecer.
Ciprés repara en que “las regiones y los países compiten en innovación igual que las grandes corporaciones”. ¿Cómo es posible, entonces, hacer que el talento se quede en España? “Creando un ecosistema”, responde el CEO. Un entorno así “genera empleo, crea inversión y son constructores de nuevas industrias”. Pone a Madrid como un ejemplo de “cómo, aún teniendo sedes internacionales, no consigue ser Londres”. Sin embargo, prosigue, “tiene una comunidad preparada para concentrar esfuerzos, ampliar ecosistemas y diferenciarse”.
“Ahora mismo, no somos competitivos con respecto a Francia o Eslovenia”, secunda Martí. ¿Cómo revertimos esta situación? De dos maneras. La primera, “entendiendo que la innovación abierta debe estar integrada en la espina dorsal de las empresas. Si ponemos barreras, sobre todo a los jóvenes talentos, estamos perdidos”. La segunda tiene que ver la exigencia regulatoria, punto de encuentro para todos los ponentes. “Necesitamos marcos legales y fiscales que hagan que nuestro país resulte atractivo”, afirma el CEO. El director de Plug & Play interviene entonces y exige a la administración “facilidades fiscales para la creación de nuevas empresas y la contratación” para “atraer y mantener talento”.
Pavía formula otra exigencia dirigida a las instituciones públicas. Así, apunta que una la compra pública innovadora es “clave”. Se trata de la adquisición, por parte de estos entes, de bienes y servicios novedosos, que se introducen por primera vez en el mercado. En este sentido “el sector público está haciendo los deberes, pero deben convertirse en clientes y, para que así sea, les queda mucho recurrido”. Sin embargo, “el mañana es cuestión de decisión”. “Cuando un sueco se levanta, mira al mundo”, observa. “Esta es su ambición: el mundo es el mercado. A nosotros –lamenta– todavía nos falta ese apetito”. La innovación tiene un límite, “y está en nuestras cabezas”.
Antoni Peris, CCO de Recursos corporativos en Naturgy, clausura el foro con una síntesis poderosa: “La condición para la supervivencia es innovar”. Es esa suma de “curiosidad, inconformismo e imaginación”. La empresa gasista se encuentra inmersa “en un proceso profundo de transformación que inició hace 175 años”. Desde entonces, apunta, “hemos tenido que enfrentarnos a cambios disruptivos en nuestros procesos productivos, en la tecnología, la sociedad, el mercado…”. Todo cambia. Es por ello que “cualquier compañía que quiera un futuro tiene que tener esto presente: no hay éxito si no nos abrimos a colaborar con otras empresas y actores”. Aunque podría parecer extraño colaborar con compañías de la competencia, el CCO insta a centrarse en un factor transversal a todos: “Sin clientes no existiríamos, y en eso coincidimos todas las compañías del mundo”.
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