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Thomas Piketty: “El nacionalismo no es una solución a los problemas”

El economista francés presenta en LA RAZÓN «Capital e ideología». Critica los nacionalismos, el Brexit, la desigualdad y el hipercapitalismo, y da una solución: «El socialismo participativo».

«La desigualdad es ideológica y política, no económica o tecnológica». Este el contundente y directo mensaje a la mandíbula que luce como gancho el nuevo «best seller» de Thomas Piketty, que vuelve a la carga con sus revolucionarias ideas económicas. Tras el éxito cosechado por «El capital en el siglo XXI», presenta ahora «Capital e ideología», publicado por Deusto, «una prolongación del primer volumen», dijo ayer el autor ante los periodistas. En realidad es una invitación a la reflexión y una puerta abierta al conocimiento de las sociedades actuales, complejas y desiguales. El autor francés amplía su estudio sobre las bases en las que se fundamenta la historia económica, social, intelectual y política de la desigualdad, y lo hace a través de «un pormenorizado estudio de la sociedad occidental, desde las más estamentales y esclavistas hasta las sociedades postcoloniales e hipercapitalistas actuales», explicó el autor en la presentación. Colonialistas, comunistas, socialdemócratas, populistas, nacionalistas... Ninguno ha escapado a su prisma.

Pero el economista de cabecera en el siglo XXI se hizo esperar. Ni siquiera una figura como la suya, activo defensor de las reclamaciones sociales y la revolución de las ideas, fue inmune a los retrasos que la huelga general en Francia provocó en el vuelo que debía traerle hasta Madrid –aunque él lo achacó a la niebla, no a la huelga de controladores–. Más de media hora larga tuvieron que esperar los asistentes a la presentación. Pero la guarda mereció la pena. Pleno de facultades, el intelectual y activista fue tan claro y cabal como las ideas de sus libros. «Nadie tendrá jamás la verdad absoluta sobre cómo se define la riqueza justa, las fronteras justas, la democracia justa, la fiscalidad justa o la educación justa». Toda una declaración de intenciones del autor.

Conserva Piketty su aire de niño prodigio y un halo de intelectualidad verdadera. Con su tono enérgico, elocuente, verborreico por momentos, clarividente y locuaz no evitó temas escabrosos ni eludió preguntas incómodas. Y así, con un talante constructivo, presentó «Capital e Ideología» en dos sesiones, por la mañana en el Institut Français de la capital de España y, ya por la tarde, en la sala de conferencias de LA RAZÓN. En ambas mostró la misma intensidad y pasión que siempre han caracterizado sus postulados.

Y comenzó fuerte, dando forma y razones a una de sus propuestas más controvertidas: suprimir la fiscalidad indirecta –salvo la que corresponde a gravámenes ambientales– y que esta fiscalidad sea progresiva según el nivel de ingresos y patrimonio, «para que el capital no esté siempre en las mismas manos y se redistribuya socialmente».

Tras disculparse por el excesivo grosor del volumen –supera de largo las mil páginas– explicó que «este es un libro optimista, que intenta explicar cómo hemos llegado a la situación actual de la economía y cuáles pueden ser los pasos a seguir para lograr cambios que logren la mayor igualdad social posible». Porque el autor tiene claro hacia dónde lleva el camino: hacia un «modelo de socialismo participativo», basado en tres pilares esenciales: «La propiedad social, la propiedad temporal y la circulación igualitaria de capital».

Y en este modelo no parecen tener cabida los nacionalismos. Aunque no quiso pisar callos en este tema, «por la sensibilidad que existe en España por el enfrentamiento en Cataluña», no cree que exacerbar los sentimientos nacionalistas «sea una solución a los problemas». Más bien lo contrario. «El nacionalismo ha utilizado la excusa de la desigualdad fiscal de sus ciudadanos para conseguir otros fines políticos. No sólo Cataluña cree que paga más de lo que recibe. Muchas regiones de Europa y Estados Unidos, más ricas que otras, también quieren disponer de más dinero para revertirlo en sus territorios. Y ahí surge parte del agravio que ha llevado a muchos a apostar por la independencia». Pero Piketty cree que todavía hay opciones para que parte de los independentistas se replanteen olvidar la secesión. «Creo que si la política económica europea cambiase y se creara una declaración de la renta federal, que redistribuyese de forma más equitativa lo recaudado, podría ser suficiente para que muchos ciudadanos dieran una vuelta atrás a sus ideas secesionistas».

Especialmente incisivo y mordaz se mostró con dos temas: la Unión Europea y el Brexit. Aunque se declaró «absolutamente europeísta e internacionalista», no dudó en criticar abiertamente «la política económica impulsada por Francia y Alemania durante la resolución de la crisis de 2008, que ha fracasado. No tomaron buenas decisiones con los países del Sur de Europa. Creo que España o Italia deberían hacerse oír más, tomar parte en las decisiones y contar más con ellos». Respecto al Brexit, toda la decisión la definió con una palabra –y varias veces–: «Es algo estúpido». Para Piketty, «todos somos responsables de lo que ha pasado. Y los estúpidos nacionalistas que quieren el Brexit acabarán pagándolo en su economía».

El autor también denunció en voz alta la creciente desigualdad social, que aunque es menos acusada que hace un siglo, ha seguido aumentando desde los años 80, cuando un cambio de ciclo funcionó temporalmente, pero con el paso de los años «se ha demostrado que tampoco era viable».

Almudena Negro, Roger Domingo, Ana Pastor, Thomas Piketty y Francisco Marhuenda
Almudena Negro, Roger Domingo, Ana Pastor, Thomas Piketty y Francisco Marhuendalarazon

La caída del comunismo –que ha «desembocado en el hipercapitalismo de China y Rusia»–; un mayor control de los sectores económicos y financieros –«con demasiada autonomía en su toma decisiones»; un cambio en los sistema de pensiones –«que deben ser justas pero también sostenibles»; y diseñar un plan real de redistribución de la riqueza –«fundamental para la igualdad social»– fueron algunas de sus píldoras. Antes de marcharse, resumió todo en una frase. «La solución ideal a los problemas sería que todos los Estados dejasen de actuar por su cuenta y lo hiciesen de manera cooperativa». Piketty dixit.