Guerra comercial
La UE prepara su arsenal de sanciones ante el bloqueo de la OMC
El tribunal de arbitraje del organismo de comercio mundial no funciona ante la ofensiva de Estados Unidos
Bruselas enseña los dientes. El Ejecutivo comunitario presentó ayer una iniciativa para poder imponer medidas sancionadoras a aquellos países que incumplan las normas internacionales de comercio, pero cuyo castigo no pueda ponerse en marcha tras el desmantelamiento del tribunal de arbitraje de la Organización Mundial del Comercio (OMC). El pasado día 11, las normas y procedimientos que regulan el comercio mundial amanecieron en un limbo jurídico tras la ofensiva de Washington. Ese día caducó el mandato de dos de los tres jueces del órgano de apelación de la OMC, lo que dejó sólo a uno de sus representantes en activo.
Aunque los tribunales ordinarios de la organización multilateral seguirán funcionando, las normas de esta organismo obligan a que haya al menos tres miembros que actúen como árbitro en este tribunal de apelación. Cualquier Estado que no esté de acuerdo con el primer veredicto puede apelar sabiendo que el vacío será su única respuesta. Comienza el salvaje oeste. Esta es la razón de la iniciativa presentada ayer, que ahora debe recibir el visto bueno de las cancillerías y de la Eurocámara. Bruselas calcula que su aplicación podrá ser efectiva a mediados de 2020. «A pesar de que perseguimos reformar la OMC y reestablecer su buen funcionamiento, no podemos permanecer indefensos si no hay posibilidad de encontrar una respuesta satisfactoria dentro de la OMC. Las enmiendas que proponemos nos permitirán defender a nuestras empresas, trabajadores y consumidores, cuando nuestros socios no cumplan las reglas», aseguró ayer el comisario de Comercio, Phil Hogan.
Como ejemplo práctico, aunque la OMC había dictaminado que las ayudas concedidas a Airbus por parte de EE UU (al igual que en el caso opuesto los subsidios europeos a Boeing) eran ilegales, el comité de expertos de este órgano de apelación todavía no había fijado la cuantía de la multa que los estados europeos podían imponer a Washington, algo que sí había sucedido en el caso contrario, ya que el procedimiento estaba más avanzado. Esta iniciativa pretende que los Estados europeos puedan imponer sanciones, aunque no cuenten con la luz verde de la máxima instancia de la OMC.
Aunque Trump había amenazado una y otra vez con abandonar esta institución, al final ha elegido una estrategia mucho más sibilina: su colapso desde dentro. Desde hace meses este órgano trabajaba al ralentí, ya que está formado por siete miembros elegidos por consenso durante cuatro años, pero Washington ha bloqueado cualquier intento de reemplazo. Un modus operandi ya seguido por anteriores administraciones, pero que Trump ha llevado hasta sus últimas consecuencias.
Reforma de la OMC
Bruselas lleva tiempo preparándose para este escenario, y de hecho comparte algunas de las quejas de la Administración Trump sobre el funcionamiento de la organización. Tanto EE UU como la UE son conscientes de que la OMC necesita una reforma de calado, ya que su normativa no es capaz de responder a la competencia del gigante chino, que actúa de facto como un capitalismo de Estado. Le lentitud en los procedimientos también preocupa. A pesar de estos baches, Bruselas no entiende por qué Washington prefiere desmantelar el sistema antes que ofrecer alternativas cuando, además, EE UU gana el 86% de los pleitos. Pero no sólo se trata de castigos. Bruselas también ha firmado dos acuerdo bilaterales con Canadá y Noruega para sustituir este mecanismo de arbitraje de la OMC por tribunales ad hoc. El propósito reside en que este tipo de pactos puedan firmarse con más países para establecer una especie de sistema paralelo e interino hasta que la OMC vuelva a resultar operativa. Bruselas sigue confiando que EE UU acabará dando su brazo a torcer y que aún es posible resucitar a la este organismo.
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