Mascarillas

España no se puede permitir estar sin mascarillas

El control de precios del Gobierno autolimita el abastecimiento y la oferta se reduce. Los controles de precios solo contribuirán a retrasar la normalización de la situación económica

Las mascarillas quirúrgicas tendrán un precio máximo de 0,96 euros a partir de este viernes
Un farmacéutico muestra mascarillas a la ventaEduardo ParraEuropa Press

El Gobierno de PSOE-Podemos acaba de regular el precio de las mascarillas quirúrgicas. En particular, a partir de este pasado martes, ha quedado prohibido vender en España mascarillas a un precio superior a 0,96 céntimos la unidad -0,79 euros si quitamos el IVA del que se apropia el Estado-, cuando la importación de este bien esencial por parte de muchos distribuidores se estaba realizando a costes superiores. Evidentemente, el argumento que ha utilizado el Gobierno -y aquellas personas afines que justifican su labor por desnortada que sea- es que resulta imprescindible evitar precios altísimos porque, en caso contrario, muchas personas no podrían pagarlos y se quedarían sin el necesario suministro de este material sanitario básico. Sin embargo, existen formas de garantizar el suministro que no implican distorsionar el funcionamiento del mercado. En particular, el Gobierno podría comprar mascarillas -a sus precios de mercado- y distribuirlas entre las personas con baja renta. Lo que en todo caso no debería hacerse es fijar controles de precios que socaven el funcionamiento del mercado. A la postre, cuando los precios se incrementan, la demanda tiende a autolimitarse -sólo compramos lo fundamental-; a su vez, cuando los precios se incrementan, la oferta tiende a aumentar -más productores de mascarillas desean venderlas dentro de España-.

El control de precios por parte del Ejecutivo desencadena el efecto justamente opuesto: por un lado, la demanda no se autolimita -con lo cual ha de limitarla el propio Ejecutivo mediante el racionamiento de mascarillas-. Por otro, la oferta interna no tiende a aumentar, hasta el punto de que muchos distribuidores ya han dejado de importar mascarillas. Más demanda y menor oferta sólo genera carestía estructural de mascarillas. Y si en circunstancias normales dejar a la población sin un bien que desea ya debería ser objeto de feroz crítica, en las actuales resulta totalmente intolerable. Cada día que pasa sin conseguir normalizar la situación, la economía se hunde más -cada día que transcurre con la actividad parcialmente cerrada, dejamos de producir alrededor de 1.500 millones de euros- y, por tanto, cada día que pasa es un día más de hundimiento en la crisis. Y en la medida en que necesitamos de las mascarillas para comenzar a normalizar la situación, los controles de precios que dificulten el abastecimiento contribuirán a retrasar la normalización de la situación económica y, por tanto, contribuirán a agravar la crisis. Ésa es la parte más intolerable de este asunto, que los errores en sus políticas económicas los terminamos pagando gravemente todos. Más controles de precios, menor suministro de mascarillas y, en última instancia, mayor crisis económica.