Coronavirus

Vacaciones “low cost”, más familiares y cerca de casa

El sector turístico da casi por perdida la temporada veraniega, y teme una guerra de precios entre comunidades autónomas para ‘cazar’ al turista nacional

PLAYAS DE MENORCA
La paralización de la actividad turística entre marzo y junio tendrá un coste de 43.460 millones de euros respecto al mismo periodo de 2019David Arquimbau SintesEFE

Las consecuencias de la crisis sanitaria, social y económica desatada por la pandemia de coronavirus van a ser devastadoras para el sector turístico. De hecho, lo están siendo ya. El desplome del transporte aéreo, la previsión de una caída en picado del turismo internacional, la guerra de precios entre comunidades autónomas para captar al turista nacional, las restricciones a la movilidad, la parálisis de las agencias de viajes, la amenaza sobre decenas de miles de puestos de trabajo o las limitaciones impuestas al uso y disfrute de las playas pueden hacer que la industria turística deje de ser la joya de la corona de la economía española para convertirse en un pesado lastre que dificulte y retrase la recuperación.

Todos los operadores turísticos consultados coinciden: dan la temporada turística prácticamente por perdida y apuestan por que la inmensa mayoría de los españoles o bien se quedarán sin vacaciones este verano o bien optarán por un destino doméstico, asequible, familiar y al que se pueda llegar en coche en unas pocas horas de viaje. Las vacaciones del Covid-19, dicen, se parecerán más que nunca a ‘las de antes’.

“Nos enfrentamos a un escenario de incertidumbre total, precisamente en un año que de nuevo se esperaba que fuese histórico, tanto por el número de visitantes como por el gasto medio de los turistas”, señala Iñaki Gaztelumendi, consultor estratégico durante más de 20 años en el sector turístico y en la Organización Mundial del Turismo (OMT).

“La única certeza que tenemos es que el sector va a tener que convivir durante un tiempo indeterminado con restricciones a la movilidad, con nuevas normas de comportamiento, en particular con la exigencia de distancia física y la limitación de reuniones públicas, y con posibles cambios en las preocupaciones y los hábitos de los consumidores que hoy todavía no somos capaces de descifrar. Una combinación letal para la propia naturaleza del turismo, que se basa en la movilidad, la socialización, la confianza de los clientes... El turismo español ha estado creciendo casi de forma ininterrumpida desde hace cinco décadas, y ahora se enfrenta a un descenso abrupto y asimétrico, porque esta crisis no va a afectar por igual a todos los destinos. Va a golpear con más dureza a destinos como España, más abiertos al mercado internacional”, añade.

En efecto, los países que tienen una mayor proporción de viajeros internos, como China (94%), EEUU (90%) o Brasil (87%) podrán recuperar la actividad turística antes que países como Italia (18%) o España (31%). Es decir, que la crisis afectará con mayor virulencia a los destinos que resultan más abiertos y atractivos para el turismo internacional. Y en el caso de España, la lista de países más castigados por el coronavirus coincide casi exactamente con nuestros principales mercados emisores de turistas, como son Reino Unido, Alemania, Francia y EEUU. Así lo pone de manifiesto un muy reciente informe elaborado por la consultora turística española Verne y titulado ‘Claves del turismo en tiempos de coronavirus’, que avisa: “No debemos engañarnos. La crisis del Covid-19 ha dejado al descubierto las costuras del sector turístico español: masificación, sobredimensión, baja rentabilidad, pérdida de singularidad y autenticidad, banalización y deterioro de los recursos culturales y medioambientales, degeneración de nuestras costas, trabajo precario, rechazo de parte de la ciudadanía...”.

No pocas de esas deficiencias de nuestro sector turístico son compartidas por el ‘lobby’ Exceltur, una suerte de club de presidentes de las principales empresas turísticas españolas. Su vicepresidente ejecutivo, José Luis Zoreda, señala que España ha pasado de 40 a 80 millones de turistas anuales en apenas 10 años. Y advierte: “No podemos seguir apostando por batir récords de llegadas de turistas. Hemos crecido demasiado, y hay lugares de España, como Barcelona o Ibiza, en los que no cabe un alfiler en temporada punta, y eso genera una animadversión de la población hacia el turismo, lo cual es un contrasentido, porque si algo tenemos en España como elemento diferencial con otros países es nuestra alegría de vivir, nuestra capacidad de acogida, nuestros sentimientos de bienvenida... Pero si tienes a una población local cabreada, en plan ‘tourists go home’, el que primero lo percibe es el turista, y además nos estaremos pegando tiros en los pies. Hay que corregir ciertas cosas, y una de ellas son las viviendas de uso turístico. En Exceltur somos feroces opositores de estos alojamientos, no sólo porque son competencia desleal, sino porque generan tensiones sociales en el nivel de convivencia que provocan una desafección creciente hacia el turismo”.

Zoreda se muestra muy pesimista sobre las perspectivas de esta campaña veraniega directamente amenazada por el coronavirus, y reclama que se hagan “todos los esfuerzos posibles para no dar por perdida toda la demanda extranjera, cuando menos en el litoral mediterráneo y en las islas Baleares, porque de lo contrario va a ser una catástrofe en la que desaparecerán decenas de miles de empresas. El sector turístico está tremendamente fragmentado; la compañía Iberia, el chiringuito de la esquina y el socorrista de la piscina son sector turístico. Hay una enorme cantidad de pymes, y si los turistas extranjeros no llegan, será el apocalipsis del sector, porque provocará una cifra desorbitada de parados. El turismo nacional puede atenuar algo la caída, pero en ningún caso va a salvar la temporada si no llega el turismo extranjero”. El análisis de Gaztelumendi no es mucho más halagüeño: “Podemos dar casi por perdida la temporada turística. Hay que tener en cuenta que dos de cada tres pernoctaciones turísticas en España las realizan no residentes, y hoy por hoy el mercado internacional está paralizado. Desde luego no se va a reactivar en la temporada de verano, y no sabemos cómo se va a comportar en el último trimestre del año”.

El presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes, Carlos Garrido, teme por la suerte de los casi 70.000 empleados del sector, el 95% de los cuales están afectados por un ERTE. “Nuestro sector tiene una estacionalidad muy alta, porque la venta de viajes y paquetes turísticos se concentra en los meses que van de abril a julio, y ésos son precisamente los que ya se han perdido o se van a perder. Calculamos que la caída en las ventas va a ser de entre un 60% y un 80% con respecto al año pasado”, afirma. En su opinión, y en esto coinciden todos los expertos consultados, el impacto del coronavirus en España se va a traducir en “un turismo de proximidad, familiar, de circuitos de interior y turismo rural en pueblos y montañas, y quizá algo en las costas y las islas. Lo más positivo es que la gente va a estar dispuesta a cambiar muchas cosas y adaptarse a las nuevas circunstancias, porque los españoles llevamos casi tres meses confinados. Nuestros clientes no nos preguntan si habrá que hacer la facturación ‘online’ o si el desayuno se servirá individualmente o si habrá que sacar cita previa para ir a la playa, sino ‘¿cuándo podré irme?’. Nos vamos a adaptar, igual que nos hemos adaptado a llevar mascarillas y a guardar la distancia de seguridad”.

Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), que agrupa a las principales aerolíneas que operan en España, también se muestra pesimista por el impacto de la crisis del coronavirus en el sector. “La supervivencia de las compañías está amenazada”, afirma. “Según las estimaciones de IATA (Asociación Internacional de Transporte Aéreo, por sus siglas en inglés), el tráfico aéreo en España podría bajar este año más del 50%, lo que equivale a 114 millones de pasajeros menos que el año pasado. Eso implicaría unas pérdidas cercanas a los 15.000 millones de euros. Hay que tener en cuenta que más del 80% de los turistas internacionales que nos visitan lo hacen por vía aérea. Pero la gran incógnita, independientemente de la fecha en que se reanuden los vuelos, que ahora mismo son prácticamente inexistentes, es cuánto tardarán los pasajeros en recuperar la confianza para volver a viajar, sobre todo a países extranjeros. Y es lógico pensar que el turista nacional tenderá más a moverse por España, de forma que si hubiera un rebrote de la pandemia no tendrá que preocuparse en regresar apresuradamente a nuestro país”.