«Green Deal»
El futuro de Europa se dibuja de verde. Setenta años después de arrancar el proyecto de integración con la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), la UE aspira a convertirte en el primer continente climáticamente neutro en 2050. En palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, nos encontramos ante el «momento ‘hombre en la luna’ de Europa».
La lucha contra el cambio climático (considerado una máxima preocupación por el 93% de europeos), era el proyecto estrella del nuevo Ejecutivo comunitario cuando echó a andar hace un año, pero la pandemia trastocó la agenda. Sin embargo, la economía verde es, junto a la digitalización, una de las prioridades del fondo de recuperación(Next Generation EU), dotado con 750.000 millones de euros.
Previamente, la Comisión lanzó su ambicioso Pacto Verde («Green Deal») para ayudar a las empresas y regiones de la UE a completar la transición energética en la próxima década con un billón de euros. El plan incluye 50 propuestas con el objetivo de reducir las emisiones contaminantes un 55% en 2030, fomentar la economía circular, renovar las viviendas paras hacerlas más eficientes energéticamente y eliminar los pesticidas y fertilizantes en la producción agrícola.
Cada Estado miembro deberá presentar su plan nacional de transición a Bruselas, que debe dar su visto bueno para tener acceso a los fondos.
«El acuerdo nos sitúa en un camino claro hacia la neutralidad climática en 2050. Da certeza a los inversores, las empresas, las autoridades públicas y a los ciudadanos. Prepara nuestra Unión para el futuro», sostiene Von der Leyen. «Todos los países de la UE deberían beneficiarse de la transición. Con crecimiento económico, un medio ambiente más limpio y ciudadanos más sanos, el Pacto Verde Europeo será nuestra estrategia de crecimiento», añade la política alemana.
Para ayudar a las regiones y sectores que tendrán que emprender un esfuerzo más intenso en su descarbonización, dispondrán de un fondo de transición de 100.000 millones de euros. El principal beneficiario será Polonia, que depende un 80% del carbón.
En opinión de eurodiputado socialista César Luena, vicepresidente de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, para España el Pacto Verde representa «enormes posibilidades para la prevención de incendios, la recuperación de humedales, la lucha contra la despoblación, la calidad de las aguas, la protección de las costas o de la biodiversidad terrestre y marina». Luena está convencido del compromiso del sector privado en la transición energética: «El plan recibe aceptación por parte del empresariado y una adquisición de compromiso». «Creo que las empresas están preparadas, concienciadas y listas. En la obra pública ya lo demostraron», añade el eurodiputado socialista.
Desde el PP, Dolors Montserrat subraya que la ayuda europea «es una oportunidad para poner en marcha proyectos a favor de una economía verde y la lucha contra la despoblación» en nuestro país. En su opinión, «esos fondos deben canalizarse por una autoridad independiente para garantizar que lleguen a todos los españoles», quienes, insiste, «valoran cada vez más la protección del medio ambiente y la salud».
Lo cierto es que desde hace décadas los fondos europeos ya están ayudando a mejorar nuestro medio ambiente a través de la cofinanciación de numerosas iniciativas relacionados con las energías renovables, la limpieza de los acuíferos, la agricultura sostenible o la recuperación de zonas degradadas.
Éste es el caso del proyecto Life Nirvana puesto en marcha por el Centro Andaluz de Investigación del Agua (Cetaqua Andalucía). A través de neoparticulas de hierro, están limpiando las aguas subterráneas del Pozo Zarandona (Murcia) de los nitratos y plaguicidas producidos por la agricultura intensiva.
Pero los pesticidas no solo dañan el agua, sino la tierra y los cultivos. Por eso, otra iniciativa con ayuda europea, Algar-BBE Life investiga reemplazar los pesticidas por bioestimulantes de microalgas y plantes aromáticas para cultivar tomate y maíz.
María Álvarez, responsable del proyecto, nos explica que «no queremos eliminar los pesticidas, sino reducirlos y preparar a las plantas frente a nuevas plagas que eviten usar químicos». Se estima que el 40% de alimentos que se consumen en la UE contienen residuos de plaguicidas, que pueden llegar a producir asma, cáncer y ansiedad a los seres humanos. «En la parte agrícola repercute en el medio ambiente y del suelo pasa al agua y a otras especies», insiste Álvarez, responsable de tecnología y proyectos de Neoalgae, una pyme asturiana dedicada a la biotecnología de microalgas.
El proceso arranca en Carboneras (Almería), donde Endesa cultiva las microalgas en su central térmica. De allí son enviadas hasta Gijón, donde Neoalgae, junto a otros residuos agrícolas, fabrica los fertilizantes. La cadena concluye en Extremadura, donde el Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario (Cetaex) cultiva tomate y maíz para probar estos autoestimulantes. En el futuro está previsto que también se utilicen para el cultivo de pimiento y patata en Alentejo (Portugal).
Otro de los retos ambientales es la rehabilitación de zonas donde la antigua explotación minera amenaza su entorno en forma de desechos en la tierra y el agua. Éste es el objetivo de la iniciativa Ribermine Life en Peñalén (Guadalajara), dentro del Parque Natural del Alto Tajo.
Su objetivo consiste en promover una recuperación ambiental completa, mediante la recreación de ecosistemas y paisajes naturales, utilizando la cuenca hidrográfica como unidad básica de restauración.
Dejada de explotar hace más de 20 años, «la mina de Santa Engracia es una zona con grande pendientes donde las lluvias y la erosión hacen que los restos lleguen al cauce. Buscamos cambiar la dinámica del agua con siembras de vegetación autóctona y evitar que en ese terreno haya correntías», nos explica Manuel Guirao, director general de Transición Energética en el Gobierno de Castilla-La Mancha.
Guirao reconoce que sin la ayuda europea el Gobierno autonómico no podría haberse involucrado en este proyecto en solitario. «Estas actuaciones llevan implícitas técnicas de restauración nuevas que elevan los costes», asegura. «Este proyecto nos permitirá hacer un estudio de los costes de cada una de las fases para disminuir los mismos sin reducir su efectividad», añade.