Opinión

El pánico del gestor ante el accionista

Las Juntas Generales de Accionistas, aunque muy controladas, siempre han puesto nerviosos a los gestores de las grandes empresas

Grupo Santander ha presentado beneficios anuales de 2021
Grupo Santander ha presentado beneficios anuales de 2021BANCO SANTANDERBANCO SANTANDER

Luis de Usera fue presidente del Banco Hispano Americano (1968-1983) y pertrechado de sus habilidades de opositor como abogado del Estado se aprendía de memoria todos los años el discurso que pronunciaba en la Junta General de Accionistas de la entidad. Usera, como otros colegas bancarios y presidentes de grandes compañías, tenía más que un cierto «miedo escénico» ante los accionistas de los que, en teoría, dependía su puesto. Algo así como la versión «negocios» del «Miedo del portero ante el penalti», el relato de Peter Handke en el que el protagonista, antiguo portero de fútbol, pierde su trabajo y entra en una espiral autodestructiva.

Muchos años después, presidentes y gestores de las grandes corporaciones mantienen el respeto –temor en bastantes casos– a lo que pueda ocurrir en una Junta General a la que tienen derecho a acudir la mayoría de los accionistas y, además, a tomar la palabra. La historia explica que las Juntas han sido el escenario elegido por los descontentos, con razón o sin ella, para quejarse y poner a escurrir a los gestores. Para algunos pequeños accionistas, minúsculos, era su momento de gloria anual, aunque las consecuencias de su actuación no iban más allá de importunar durante unos minutos a los gestores.

Los responsables de bancos y grandes empresas, también durante años, dedicaron sumas significativas a evitar «sustos» en las Juntas Generales, lo que incluía contratar espontáneos que intervenían para ensalzar a la presidencia y al Consejo de Administración. También negociaron con los sindicalistas que aprendieron que, con un mínimo de acciones, podían disponer de la tribuna pública que era la Junta de Accionistas. En algunos casos, incluso lograban algunas concesiones a cambio de que las críticas en ese escenario fueran comedidas. Todo un gran montaje, espectáculo incluido, para cumplir con la Ley que exige la celebración de Juntas, pero que incomodaba e incomoda a las cúpulas de las grandes compañías, ¡hasta que llegó la pandemia!

Los confinamientos generalizados de la primavera de 2020 abrieron la vía –con cobertura legal facilitada pro el Gobierno de Sánchez– a la celebración de Juntas Generales exclusivamente telemáticas. Todos los accionistas, por supuesto, podían asistir y también participar, preguntar e intervenir. Sin embargo, ni para el que pregunta, ni para quien es interrogado es lo mismo la situación escénica de un auditorio abarrotado, que puede reaccionar como quiera, que la interacción telemática. El pánico escénico no es el mismo y, desde luego, es un quebradero menos de cabeza para las grandes cúpulas empresariales.

Lo provisional, a veces, tiende a convertirse en definitivo. Un Real Decreto de enero pasado extendía a 2021 la posibilidad de que las Juntas Generales y los consejos de administración de las empresas se puedan celebrar de forma telemática. Mapfre y el Santander de Ana Botín han sido las primeras compañías en acogerse a esa opción. CaixaBank y Bankia, Gonzalo Gortázar y José Ignacio Goirigolzarri, optaron por una fórmula mixta para las Juntas que ratificaron la fusión del recién nacido CaixaBank. Acciona (Entrecanales), BBVA (Torres), Bankinter (Dancausa), Acerinox (Miranda) o Sacyr (Manrique) son solo algunas de las grandes empresas que optarán por la fórmula telemática. Otras, entre las que destacan Telefónica (Álvarez Pallete), Iberdrola (Sánchez Galán) o Endesa (Bogas) pedirán este año a los accionistas, ya sea en Juntas virtuales o mixtas, autorización para modificar los estatutos y que en el futuro estos actos puedan celebrarse, si se considera oportuno, de manera exclusivamente telemática, una vía que sin duda seguirán la mayoría de empresas cotizadas.

La pandemia lo ha cambiado todo y en el mundo de los negocios también habrá un antes y después de la COVID-19. Las grandes Juntas de Accionistas, en España, eran poco más que un trámite legal, importante pero trámite, y una puesta en escena. En tiempos del «telepronter», nadie necesitaba aprenderse un discurso de memoria como Luis de Usera hace cuarenta años, pero las Juntas Generales mantenían hasta ahora el poder sorprendente de aflorar el miedo –pánico en algunos casos– de los gestores ante accionistas insignificantes. Tiempos nuevos.

Subida de impuestos en Madrid por la puerta trasera

Ángel Gabilondo, candidato del PSOE a la Comunidad de Madrid, se ha comprometido a no subir los impuestos esta legislatura si es presidente. Añade que ese asunto debe abordarse de forma global. Gabilondo no dice, sin embargo, que la ministra Montero pretende en su reforma fiscal crear impuestos estatales que neutralicen las exenciones que en Patrimonio y Sucesiones aplica la Comunidad de Madrid. Es decir, subida de impuestos por la puerta trasera.

Los 65 años de la tercera edad de 1900 equivalen hoy a una entre los 81 y 91 años

José Antonio Herce, uno de los máximos expertos en el sistema de pensiones, acaba de publicar en Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) un breve estudio, titulado «Asegurar la gran edad», en el que plantea un diseño de las pensiones susceptible de facilitar el cambio necesario para que el avance de la esperanza de vida sea compatible con pensiones suficientes y sostenibles». Herce ha calculado que la «tercera edad» de 1900, cuando empezaron a implantarse los sistemas de pensiones, entendida como los 65 años, equivaldría a una entre 81 y 91 años, según la biométrica adoptada. Descarta, por supuesto, retrasar la jubilación hasta esas edades, pero también que hay que reinventar la Seguridad Social y empezar a hablar de la gran edad como la del tránsito de la actividad a la jubilación.