Yamile Salazar, una de las emprendedoras a las que apoya la FMBBVA

Mujeres emprendedoras que luchan por salir adelante en América Latina

La Fundación Microfinanzas de BBVA (FMBBVA) apoya a casi 1,5 millones de féminas de bajos ingresos en cinco países de la región

Situada a unos 425 kilómetros de Medellín, la localidad de San Pedro de Urabá ha sufrido especialmente el conflicto colombiano. Muchas familias dejaron sus casas huyendo de la violencia y empezaron allí una nueva vida ganándole terreno al bosque para construir sus viviendas. La historia de este municipio es muy reciente, de hecho, se le considera como tal solo desde 1978.

Ceneris

Ceneris María Espitia vive en la vereda La Cabaña, una zona de este lugar con bastantes dificultades de conectividad. Ceneris vio en ello una oportunidad de negocio y montó su microempresa Cene Wifi, que ofrece un punto de conexión a internet.

Se trata de una mujer muy comprometida con su comunidad, que impulsó su negocio para conectar la zona rural en la que vive para que los jóvenes tuvieran un mejor acceso a la educación gracias al uso de la tecnología, y provee de servicio de en la red a la Institución Educativa La Cabaña. Su negocio se ha convertido en un punto de encuentro donde los estudiantes consultan sus tareas escolares.

Madre de dos jóvenes y cabeza de familia, esta emprendedora de 38 años forma parte del programa «Emprendimientos Productivos para la Paz» (EMPROPAZ), desarrollado por Bancamía, la entidad colombiana de la Fundación Microfinanzas BBVA que, desde 2018, y en colaboración con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID), tiene el objetivo de apoyar a microemprendedores en los municipios priorizados en el proceso de paz en Colombia, para crear oportunidades de inclusión y desarrollo.

Ceneris es una de las más de casi millón y medio de emprendedoras de bajos ingresos que la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA) atiende en cinco países de América Latina. Empoderar a las mujeres económicamente para que salgan adelante gracias a sus emprendimientos es clave para el desarrollo de América Latina y permite reducir la brecha de género creada por la falta de oportunidades laborales y el trabajo no remunerado. Por eso, la FMBBVA ofrece microcréditos, educación financiera, seguros, productos de ahorro y otros servicios específicos para ellas.

La entidades que forman parte de la FMBBVA destinan casi 600 millones de dólares anualmente a que cientos de miles de mujeres salgan adelante en esta región, lo que la sitúa como la primera fundación del mundo en contribución al desarrollo para la igualdad de género, entre más de 30 instituciones privadas, según el informe «Igualdad de género y empoderamiento de la mujer en la financiación al desarrollo: Perspectivas 2021» de la OCDE.

La ayuda de la Fundación es fundamental para ellas si se tiene en cuenta las difíciles situaciones personales a las que se enfrenta. El 48% de las mujeres que se beneficiaron de estos microcréditos en 2020 estaban solas con personas dependientes a su cargo. El 36% se situaba en el nivel educativo más bajo (que abarca desde las personas que no tienen estudios hasta las que han completado primaria como máximo), y el 20% eran jóvenes (menores de 30 años), mientras que otro 12% superaban los 60.

Sandra

Sandra Ceballos es otro ejemplo de superación. Su negocio de reciclaje en Colombia no es solo una fuente de ingresos para su familia, sino también es su manera de contribuir a lograr un mundo más sostenible. «Sí se puede salir adelante. Solo hay que proponérselo y luchar por ello», asegura esta colombiana de 28 años y madre de cuatro hijos. Gracias al apoyo de Bancamanía, hoy en día, es propietaria de Recicladora ECA en el barrio Engativá de Bogotá. Actualmente, cuenta con una red fija de 23 recicladores que colaboran con su negocio. Pero el camino hasta llegar aquí no ha sido fácil. Con un espíritu inquieto, tras aprender el negocio tras cinco años como trabajadora por cuenta ajena en otra empresa, decidió establecerse por su cuenta. Sin embargo, dejó su proyecto en manos de una persona de «confianza» para dar a luz a una de sus hijas y, cuando regresó, se encontró en la peor de las situaciones. «No había dinero ni nada. Se lo había llevado todo y me quedé en la más absoluta ruina», recuerda. Sin embargo, por conocidos supo de la existencia de Bancamanía, por lo que no lo dudó, se dirigió a ellos y solicitó un préstamo, con el que consiguió reflotar su empresa. Hoy, Sara sueña con tener su propia casa, para ella y sus cuatro hijos, y con que su negocio crezca, lo que le permita crear empleo en su entorno.

En Colombia, en colaboración con el Gobierno, la entidad de la FMBBVA (Bancamía) ha incluido financieramente en 2020 a cerca de 270.000 beneficiarios de las ayudas públicas, el 69% mujeres. Según un estudio de cuidados realizado por la entidad, en septiembre de 2020, casi el 55% de ellas aportaba mayoritariamente los recursos económicos en su hogar y el 75% eran reconocidas como la cabeza de familia. Además, ocho de cada diez mujeres encuestadas de entre 18 a 45 años tenían a cargo responsabilidades de cuidado de bebés, niños o adolescentes.

La crisis generada por la pandemia de la COVID-19 ha impactado negativamente en la ocupación y en las condiciones laborales de las mujeres en América Latina y el Caribe, generando un retroceso de más de una década en los avances logrados en materia de participación laboral, según revela la Comisión para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL).

En 2020, se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo. Un 56,9% de las mujeres en América Latina y un 54,3% en el Caribe se encuentran ocupadas en sectores en los que se prevé un mayor efecto negativo en términos del empleo y los ingresos por causa de la Covid.

Las mujeres de la región son parte crucial de la primera línea de respuesta a la pandemia. Un 73,2% de las personas empleadas en el sector de la salud son féminas, quienes han tenido que enfrentar una serie de condiciones de trabajo extremas, como extensas jornadas laborales, que se suman al mayor riesgo al que se expone el personal de la salud de contagiarse del virus. Todo esto en un contexto regional en el que persiste la discriminación salarial, pues los ingresos laborales de las mujeres que trabajan en el ámbito de la salud son un 23,7% inferiores a los de los hombres del mismo sector.

Además de transversalizar la perspectiva de género en todas las políticas de recuperación, se requieren acciones afirmativas en el ámbito de las políticas fiscales, laborales, productivas, económicas y sociales, que protejan los derechos de las mujeres alcanzados en la última década, que eviten retrocesos y que enfrenten las desigualdades de género en el corto, mediano y largo plazo.

María del Rosario

Oxapampa (Perú) es un centro turístico destacado no solo por su historia, sino también por la variedad de sus paisajes naturales, sus tierras fértiles y por albergar una amplia zona ganadera y cafetera. Ubicada en el área de asentamiento de los indígenas Yaneshas, es también el lugar de nacimiento de María del Rosario Mucha, fundadora de Café Bambú y emprendedora atendida por Financiera Confianza, entidad peruana de la FMBBVA.

Hace seis años, María del Rosario inició su actividad como agricultora. Junto a su esposo, empezó con el cultivo del café y, con el tiempo, decidieron dar un paso más allá y encargarse ellos mismos del proceso completo, de la manufactura del producto y de trabajar con el bambú como alternativa para el envase. En 2017, entró en contacto con Financiera Confianza y solicitó un crédito grupal del Programa Palabra de Mujer (PDM), una iniciativa diseñada para ofrecer financiación, asesoría técnica y formación en educación financiera a grupos de mujeres emprendedoras cuya dinámica se basa en el apoyo mutuo.

Gracias al progreso de su emprendimiento, María del Rosario se vio capacitada para ayudar a otras mujeres y sus familias, dedicadas al cultivo del café en la comunidad Yanesha. Decidió solicitar un crédito individual para reforzar su actividad, y asegura que seguir avanzando es una motivación «para promover la producción del café de calidad y el cultivo de bambú» en su zona. Este año, debido a las medidas sanitarias aplicadas por la pandemia, su negocio se ha visto afectado por la falta de puntos de venta y promoción, sobre todo por la cancelación de las ferias, donde solía participar. Aún así, ella y su familia continúan con la producción del café y la elaboración de los envases de bambú y, con el acompañamiento de su asesor de Financiera Confianza, ha podido acceder a las ayudas de FAE-Mype, fondo estatal creado para garantizar créditos de capital de trabajo para las micro y pequeñas empresas (Mype), otorgado por el Gobierno peruano y canalizado a través de Financiera Confianza. Con esta ayuda, y la tenacidad de mujeres que, como ella, sacan cada día adelante a sus familias e impulsan el progreso en sus comunidades, ha podido reactivar su negocio y seguir mirando al futuro con optimismo, a pesar de la pandemia.

Yamile

También en el contexto de la Covid, el taller de confección de ropa infantil de Yamile Salazar ya no es el mismo que hace unos meses. Se mantiene, eso sí, el espíritu de superación que esta emprendedora colombiana le pone a los retos que se le presentan en la vida. De modo que, donde antes se guardaban vestidos y camisetas infantiles, ahora, se almacenan mascarillas. Ella es una de los millones de personas emprendedoras de todo el mundo que han tenido que reinventarse debido a la pandemia. «Hemos tenido que usar recursos diferentes porque el mercado de la venta de ropa estaba parado y, además, teníamos que ayudar a las mujeres que habitualmente trabajan con nosotros», explica.

Para ella, esas 90 mujeres son mucho más que sus empleadas, son madres cabeza de familia que compaginan el cuidado de sus hijos con los diseños que cosen desde casa. Por eso, Yamile no podría definir mejor su taller de confección: «más que un negocio es una labor social», señala.

Una vez más, ha demostrado su capacidad de superación con la llegada de la Covid-19. «A veces, los momentos más difíciles son los que nos empujan a cosas mucho más grandes. Tenemos que buscar la manera de encontrar recursos para poder apoyar al mundo entero con nuestra labor», afirma. Fue ese empuje para superar las adversidades lo que le permitió transformar hace ya unos meses su taller de ropa en una fábrica de mascarillas. Aprovecha la tela que tenía guardada, para crear «tapabocas» –como se llama a las mascarillas en Colombia– de vivos colores y dibujos. Toda su producción cumple con las normas higiénico sanitarias que el gobierno colombiano ha establecido para este tipo de productos, y están confeccionadas con telas antifluidos. Yamile las vende a solo 700 pesos la unidad (unos 17 céntimos de euro), porque dice que es momento de «apoyar en la salida de esta crisis que el mundo está atravesando».