El Covid le dio un buen susto a Sordo: 39 de fiebre, mucha tos y 15 días en casa. «No me quejo, pero da miedo», reconoce. Recuperado al 100%, anuncia batalla.
–Amagan con protestas a un Gobierno afín, ¿postureo?
–No es postureo (ríe). Hay un proceso de movilización. La recuperación va a ser intensa y toca recuperar la agenda que quedó empantanada en febrero. A finales de año fuimos muy críticos con la congelación del SMI.
–¿Por qué es tan urgente subir más el Salario Mínimo con la que está cayendo?
–Hay razones de forma y de fondo. Si la subida salarial media pactada en los convenios es del 1,58%, no entendemos la negativa del Gobierno a subir el SMI. Y luego, las formas. El derecho de veto a la CEOE en este asunto puede contaminar el resto de negociaciones.
–¿Está esperando el Gobierno a la llegada de los fondos europeos para subirlo?
–El SMI se tiene que desbloquear antes de la llegada de los fondos y situarse en los 1.000 euros este año para garantizar que supone el 60% del salario medio a finales de esta legislatura. Se puede recalcular el itinerario de subidas, pero un alza del 0,9% no sirve.
–¿Firmarían entonces 975 euros para este año?
–No quiero adelantarlo porque no voy a quemar nuestra posición de negociación. Aún no ha habido reuniones, pero estoy seguro de que se va a reabrir en breve.
–¿Confían en que el Gobierno ha descartado por completo ampliar el cálculo de la pensión a toda la vida laboral?
–Con el modelo que tenemos, el paro juvenil y la temporalidad entre los jóvenes es inviable que el periodo se extienda a toda la vida laboral. Supondría un cálculo inviable y un conflicto de primera magnitud. Queda descartado de partida.
–Las cuentas no cuadran, ¿qué hacemos?
–La clave son los salarios. La devaluación salarial ha durado bastantes más años que la crisis. En 2017, los salarios seguían siendo más bajos que antes de la crisis. El 20% de los salarios más bajos son los que más han caído. Si no se corrige esa tendencia, habrá una caída radical de las pensiones medias. Además, hay que mejorar la estabilidad en el empleo porque con precariedad es más difícil negociar alzas salariales.
–¿Están seguros de que Escrivá no guarda un as en la manga para «podar con cariño» las pensiones con el pretexto de que es un independiente en el Gobierno?
–Sabe que hay propuestas que son «casus belli». España no puede repetir los errores de devaluación interna del pasado. Por eso, vamos a ser taxativos en asuntos como el factor de sostenibilidad, que tiene que ser derogado tal y como está formulado. No estamos de acuerdo con que la esperanza de vida lleve a una caída de la pensión inicial.
–Álvarez pide un impuesto «ad hoc» para las pensiones, supongo que usted también...
–No necesariamente. No sé si es necesario uno específico, pero si tenemos que abrir un debate sobre la reforma fiscal que necesita España. No se trata solo de parchear: tenemos un desajuste y por eso creamos un impuesto. Pagamos casi 77.000 millones menos al año en impuestos que los países de nuestro entorno. Habrá que adaptarlo a las rentas altas, del capital, a los rendimientos inmobiliarios, los pisos vacíos... También crear una nueva fiscalidad para la economía digital o las plataformas. No puede ser que el Estado sufrague todo para que no se venga a bajo el país y que luego haya que reducir los impuestos a las rentas altas.
–Hay quien defiende que las subidas de impuestos supuestamente a los ricos las pagan de la clase media para abajo porque quien puede escapa...
–A veces son profecías autocumplidas. Hay que implementar una política fiscal europea común. Europa no puede convivir con paraísos fiscales que hacen «dumping» para robar recursos al resto de países. También hay que reforzar el cuerpo de inspectores. Cómo puede ser que la presidenta del Tesoro de EE UU plantee una subida del Impuesto de Sociedades al 21% y que en España la tasa efectiva esté en un 9%. No puede ser. Hay muchas rentas ocultas porque no se persiguen.
–Reconozca que a ustedes también les han descolocado los desencuentros entre los miembros del Gobierno.
–Puedo entender las complejidades de un Gobierno de coalición, pero no nos incumbe. Sé que hay matices y sé cómo lo ve cada ministro, pero me interesa la posición del Gobierno porque si no dificultamos la negociación. Pedimos coherencia. En el SMI las discrepancias han sido públicas. Por eso solo admitimos un interlocutor por tema y no queremos entrar en más enredos no porque no existan, sino porque no nos lleva a ningún lado.
–¿Van a quedarse los ERTE?
–Hay que tomar medidas que desincentiven el despido, la flexibilidad interna es una de ellas. La fórmula de ERTE del futuro es que cuando de verdad haya causas económicas se adapten las jornadas de trabajo y algún tipo de prestación social como alternativa al despido.
–¿Podemos esperar un choque con la patronal por la contrarreforma laboral?
–Habría que estar en la mesa de de negociación. No puede ser que los convenios de empresa, que son inútiles, reduzcan los salarios de los sectoriales por la competencia desleal entre empresas. Hay que iniciar ya el desmontaje de la reforma laboral.