Energía
La luz será cara hasta 2025
El gas seguirá subiendo cuatro años más, pero su precio todavía está muy lejos de sus máximos históricos alcanzados en 2005 y 2010
La subida del precio de la luz ha llegado para quedarse. Por lo menos hasta 2025 si las previsiones de los expertos y los mercados de futuros no se equivocan. Niels Bohr, padre de la física cuántica, defendía que “predecir es muy difícil, especialmente el futuro”. Wolfgang Münchau, analista económico del Financial Times, cree que “los pronósticos están sobrevalorados». Pedro Sánchez no tiene ninguna bola de cristal, pero actúa como si la tuviera y, además, hace apuestas fuertes. Ahora ha empeñado su palabra en que el precio de la luz al final de este año no sea superior al de 2018. De momento, no se atreve a otear más adelante, aunque si lo necesita, lo hará. La luz, de pronto, se ha convertido en uno de los grandes problemas del Gobierno estos días, aunque el CIS del ínclito José Félix Tezanos diga que solo preocupa a un 3% de los españoles. El precio de la luz, en cualquier caso, ya es una batalla política en la que las víctimas son los consumidores y las compañías eléctricas, estigmatizadas por la parte más radical del Gobierno que lidera la protocomunista Yolanda Díaz.
El precio del megawatio/hora, la nueva unidad política, heredera quizá de la prima de riesgo de otros tiempos, era de 46,75 euros el 2 de enero de 2018. Esa cantidad no se volverá a ver hasta 2025, según los datos del Gestor de Mercados Energéticos de la Península Ibérica, participado por las principales empresas del sector a través de una serie de sociedades, entre ellas OMEL, presidida por Carmen Becerril, ex-directora general de Política Energética y Minas (1998-2004).
Los datos que ofrece el portal omit.pt/es, del Gestor de Mercados, son concluyentes. Incluye los contratos de futuros firmados con fechas de vencimiento hasta 2031 y hasta 2025 todos están por encima del precio de 2018: 106,25 euros de media el megawatio/hora en 2022; 63,90, en 2023; 53,0, en 2024, para llegar otra vez a los 46,00 en 2025. Luego, el descenso continúa hasta los 31,08 euros en 2031. Pedro Sánchez no vigila estos datos, pero su vicepresidenta Teresa Ribera los tiene encima de la mesa minuto a minuto. Los precios son los del mercado, con contratos ya firmados, y sobre los que el Gobierno puede influir poco. Por eso, el precio de la electricidad se mantendrá elevado hasta mediados de la década. Sánchez puede intentar mantenerlo congelado, como hace ahora, en teoría hasta finales de año y durante el invierno, pero lo único que consigue es enmascarar el problema y, en el caso de la que llama “tarifa diferida”, solo sirve para retrasar la solución y generar un déficit que tendrán que pagar los consumidores o todos los españoles vía impuestos.
El Gobierno, con sus medidas de esta semana, bien publicitadas, intenta lanzar una patada hacia adelante, como si fuera un jugador de rugby. Sin embargo, no todo es tan sencillo. El precio del gas natural roza los 70 euros megawatio/hora y, también, según el Gestor de Mercados, estará por encima de los 72 euros todo el invierno, cuando en enero de 2021 rondaba los 17,50 euros. Es decir, ha subido alrededor de un 350%. Sin embargo, lo peor no es eso. El precio del gas, como apuntaba el analista José Ignacio Crespo está lejos de sus máximos históricos, alcanzados en 2005 y 2010, el Índice GSCI Spot desde 1993, compilados en un gráfico muy ilustrativo por Refinitiv Datastream. El índice empieza con 100 de valor, roza ahora los 200 puntos, pero en 2005 y 2010 superó los 600 puntos. Eso significa que, en el peor de los casos, queda mucha subida por delante porque tocó suelo por debajo de 100 puntos en los primeros meses de 2020, justo cuando al inicio de la pandemia y todo se congeló.
La subida del precio del gas, que es mundial, ya ha provocado el cierre de dos plantas de fertilizantes en el Reino Unido. No serán las últimas y en España habrá empresas que tenga muchos problemas. Sánchez, asustado y sobre todo presionado por sus socios de Gobierno que lidera ahora Yolanda Díaz, tras la bronca de la luz, intenta ponerse la venda antes de la herida y ha topado, de forma provisional, el precio del gas, con la mirada puesta en el invierno, que será duro. El presidente espera que escampe pronto, pero todo apunta a que la subida del precio de la electricidad –la pague quien la pague– ha llegado para quedarse. Sí, es difícil predecir el futuro, pero ignorar las señales es una temeridad. Sánchez tiene esa suerte de la que habla el profesor de Harvard Michael Sandel, referente mundial en filosofía moral y ciencia política, pero hasta que deje de tenerla.
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