Crisis de suministros
Los cortes de energía en China amenazan la Navidad
La actividad de las fábricas chinas volvió a entrar en contracción en noviembre. La estrategia industrial de Pekín instrumentaliza sus recursos
Cuando se cumple el segundo aniversario de la pandemia provocada por la Covid-19 y con la llegada de la variante Ómicron, el famoso mercado internacional de Yiwu –el mayor centro de fabricación chino de parafernalia navideña que abastece al mundo– está sufriendo un «shock» similar al del huraño Grinch. Esta y otras fábricas locales se han visto afectadas por las restricciones de electricidad y la escasez de materias primas, lo que ha incrementado sus costes de producción, y una vez que los productos están en camino, los problemas de transporte retrasan a su vez su llegada a las tiendas de Occidente.
En este contexto, la segunda economía del mundo, que protagonizó un impresionante repunte tras la caída por la pandemia del año pasado, ha perdido impulso desde el segundo semestre del ejercicio, mientras se enfrenta a la ralentización del sector manufacturero, además de los problemas de endeudamiento en el mercado inmobiliario y los nuevos brotes de coronavirus.
Para muestra un botón. La actividad de las fábricas chinas volvió a caer en contracción en noviembre, debido a la escasa demanda, la reducción del empleo y el aumento de los precios que repercutieron en los fabricantes .
Las cadenas de suministro del mundo se están desmoronando. Las empresas manufactureras están luchando por ponerse al día con el aumento de la demanda a medida que la economía mundial comienza a recuperarse de los impactos en la producción de todas las industrias relacionadas que se frenaron con la pandemia.
Los precios de algunas materias primas industriales y de recursos como el magnesio, el silicio y el mineral de hierro se están disparando como consecuencia del agotamiento de las existencias. Las tarifas de los contenedores marítimos se han multiplicado por cuatro.Los puertos están congestionados, los camiones no tienen conductores y los almacenes están medio vacíos. Proveedores y compradores se enfrentan a un aumento de los costes de producción y la falta de entregas, provocada por los persistentes retrasos e interrupciones.
El gigante asiático ha respondido a la ultra demanda mundial con medidas proteccionistas hacia su economía, poniendo a la industria global en cuarentena al hacer acopio de materiales con el fin de autoabastecerse. La escasez de materias primas provocada por China está afectando gravemente a las industrias mundiales.
Los expertos en comercio internacional y geopolítica señalan que el régimen de Pekín está instrumentalizando sus recursos bajo la presión constante de Estados Unidos, aunque mencionan como causas directas los problemas añadidos por la neutralidad del carbono y la creciente escasez de energía eléctrica. Cada vez más países mantienen conversaciones con el país asiático para hacer frente a las carencias.
China blinda su economía
Las alarmas se desataron hace seis años, cuando China lanzó su ambiciosa estrategia industrial «Made in China 2025 (MIC 2025)» causando una considerable irritación en todo el mundo. El plan para que China se convierta en una superpotencia industrial ha cambiado la forma en que las empresas, asociaciones empresariales y gobiernos extranjeros ven al país. Cada vez perciben a la República Popular más como un «rival sistémico» que como un socio.
El concepto MIC ha desaparecido de la retórica oficial de los dirigentes chinos, sin embargo, la política estratégica sigue desempeñando un papel central en los esfuerzos por alcanzar sus ambiciones tecnológicas, económicas y militares. Quiere que sus empresas se conviertan en líderes mundiales en diez industrias básicas para 2025 y pretende ser una superpotencia tecnológica mundial en 2049, a más tardar.
La mayor inquietud global es el objetivo asociado al plan de aumentar la proporción de contenido nacional en toda la cadena de valor –diseño, procesos de fabricación, tecnología e insumos materiales y productos acabados– en esas áreas industriales prioritarias y sus subsectores.
Este impulso hacia la autosuficiencia en una amplia gama de industrias está dividiendo a las empresas extranjeras: mientras que algunas lo acogen como una nueva oportunidad para invertir en el país asiático, a otras les preocupa que cause riesgos a los socios comerciales del mismo y a su propia economía.
China ha estado subvencionando con cientos de miles de millones de euros a sus fabricantes de semiconductores, aviones comerciales, coches eléctricos y otros productos como parte de un esfuerzo nacional para lograr una mayor autosuficiencia. La Cámara de Comercio de la Unión Europea en China afirmó en un informe que estas políticas estaban desalentando la inversión extranjera en el país. También están provocando que el país invierta considerablemente en el desarrollo de sus propias versiones de productos, que se fabrican de forma más eficaz en otros lugares.
Este plan se inspiró en el proyecto alemán «Industria 4.0», presentado por primera vez en 2013. La diferencia radica en que, mientras que Alemania ya dispone de tecnología avanzada integrada en su fabricación, lo que le permite poner en marcha directamente la «Industria 4.0», China tiene que ponerse al día, impulsando a la vez el desarrollo de la Industria 2.0, 3.0 y 4.0, lo que significa que tiene que actualizar las industrias tradicionales y desarrollar las de alta tecnología y las emergentes
¿Cómo ha respondido la UE?
La Cámara de Comercio Europea ha expresado un fuerte reproche al 14º Plan Quinquenal de China en su informe titulado «European Business in China: Position Paper 2021-2022». El documento reprocha a China su arrogante ambición de alta tecnología y su alto grado de autosuficiencia final, y le exige que los abandone. Las razones incluyen el probable escenario de que las empresas y los talentos extranjeros sean «expulsados» y que China defina la economía global del futuro.
Numerosos países occidentales, así como Japón y Corea del Sur, han reaccionado contra las prácticas comerciales y de inversión de gigante chino.
Alemania es un caso relevante, ya que su economía manufacturera de alta tecnología la ha convertido en el principal destino de las inversiones chinas en Europa. La participación de Pekín en gigantes industriales alemanes, como Daimler, que está desarrollando nuevas tecnologías de baterías, y Kuka, el mayor productor de robótica del país, ha hecho saltar las alarmas y ha llevado a Berlín a pedir un organismo de revisión de las inversiones en toda la Unión Europea.
También Francia ha incrementado las restricciones a la inversión extranjera para frenar lo que denomina «saqueo» de tecnologías sensibles. Sin embargo, a muchos países europeos más pequeños, como Grecia y Portugal, les preocupa que la restricción del capital exterior pueda obstaculizar su crecimiento económico.
A nivel de la UE, los dirigentes se quejan desde hace tiempo de las subvenciones chinas que distorsionan la economía mundial, así como del acceso restringido al mercado para las empresas europeas y la falta de protección de su propiedad intelectual. La Unión Europea ha presentado quejas contra China en la Organización Mundial del Consumo y ha impuesto medidas «antidumping» a muchos productos. Muchas de estas cuestiones se ventilan con regularidad durante las cumbres entre la UE y China.
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