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«Train as you fight, fight as you train” («Entrena mientras luchas, lucha mientras entrenas») es una de las máximas de la Armada americana, y una da las muchas lecciones que Andrés Sendagorta aprendió mientras se estaba formando para pilotar aviones de guerra en Estados Unidos. Se trata solo de una de las muchas enseñanzas que interiorizó a lo largo de toda su carrera como oficial de la Marina, que se extendió durante casi dos décadas, y de la que, quizá, la vocación de servicio a los demás fue la más importante.
Aunque nació en Madrid hace 64 años, el presidente de Sener, de la fundación del mismo nombre y, desde el pasado miércoles, también del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), se siente de Bilbao, como toda su familia. Sus orígenes se encuentran en villa vizcaína de Plencia, donde nacieron su padre y su tío (fundadores de la empresa familiar), muy cerca de Getxo, donde Sener tiene su sede social. Y es que los Sendagorta forman parte de las grandes fortunas industriales y financieras del País Vasco, junto a otros apellidos ilustres como Ybarra, Ampuero, Aguirre, Lezama-Leguizamón o Delclaux.
De familia de ingenieros, el joven Andrés siguió su propia vocación y optó por la carrera militar. Se graduó en la Escuela Naval Militar de la Armada española como alférez de Navío del Cuerpo General Escala Superior en 1985. Durante esta etapa, fue oficial de Guerra Antisubmarina de la Fragata «Baleares»y teniente de Navío y piloto naval de reactores de combate con calificación de portaaviones en la U.S. Navy y Armada Española. Convertirse en un piloto de élite, en un «Top Gun», no es ni mucho menos una tarea fácil. Solo los mejores expedientes pueden acceder a un proceso de selección en el que han de sortear unas durísimas pruebas y, posteriormente, superar un curso de formación extremadamente exigente en Estados Unidos. A su regreso, estuvo listo para ponerse a los mandos de un «Harrier» en la Base Naval de Rota y del portaaviones Príncipe de Asturias. Asimismo, fue jefe de Operaciones y segundo comandante, y capitán de Corbeta de la escala superior del Cuerpo General de la Armada. En 2009, fue condecorado con la Gran Cruz del Mérito Naval, con distintivo blanco por el Rey Don Juan Carlos I.
Méritos propios
Una etapa ésta, la militar, que le ha marcado profundamente. Un periodo en el que ha acumulado méritos profesionales, pero que, sobre todo, le ha servido como experiencia de vida, y que han hecho que, a día de hoy, no sea, ni mucho menos, un empresario al uso. Con estos méritos profesionales, se incorporó a la empresa familiar. Y es que en Sener hay una regla de oro: ningún Sendagorta pueda ocupar un puesto de responsabilidad si previamente antes no ha demostrado su valía fuera de la compañía.
Padre de seis hijos, tiene profundas convicciones religiosas y, como buen descendiente de vascos, es un gran amante de la buena gastronomía. En el ámbito civil, es diplomado en Dirección General por el IESE,miembro del consejo rector del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) y, desde 2019, presidente de la Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi (Aefame).
Hace ahora casi dos años fue nombrado presidente de Sener, formando, actualmente, tándem en la dirección con su sobrino Jorge Sendagorta Cudós (hijo de su primo, actual presidente de honor de la compañía). De esta forma, las dos ramas familiares que dieron origen a la compañía se encuentran representadas en la cúpula. Y es que Sener es producto del empeño de dos hermanos, Enrique y José Manuel «Manu» (padre de Andrés), que supieron adelantarse a su tiempo, gracias a su gran deseo progreso. En 1956, Enrique Sendagorta fundó Sener. Ingeniero Naval, quiso aplicar a España los avances que había visto en los astilleros de Francia Alemania y Reino Unido y, en 1961, se unió al proyecto su hermano, doctor ingeniero aeronáutico, que impulsó la diversificación de la compañía y creó la División Espacial de Sener, dada su fascinación por el espacio exterior. Unos verdaderos pioneros en España, ya que en 1967 se adjudicaron su primer contrato en el sector espacial, al participar en el lanzamiento del cohete Skylark desde la torre de lanzamiento de Kiruna, en Suecia.
Hoy, 66 años después y, aunque el mundo se encuentra inmerso en continuos cambios, la filosofía con la que los fundadores iniciaron el proyecto permanece intacta, y que no es otra que el de prestar un servicio a la sociedad. Principio éste que también rige las actuaciones de la Presidencia actual.
Aunque ya queda lejos su etapa como piloto de combate, Andrés Sendagorta todavía tiene el «gusanillo» de volar en el cuerpo y, cuando puede, se escapa a Somosierra, en el Norte de Madrid, donde practica vuelo sin motor, una actividad mucho más deportiva, ya que, tal y como asegura, volar en avioneta no le atrae demasiado. «Es como si a Fernando Alonso le pones a los mandos de un coche normal», bromeaba en 2020 en una entrevista concedida a LA RAZÓN con motivo de su nombramiento como presidente de Sener.
De sus años en el Ejército ha aprendido mucho, especialmente de gente con una talla profesional y humana inmensa, y cuyas lecciones, han sido valiosísimas en todos los ámbitos de su vida, incluido el profesional. Un mundo en el que ha compartido vivencias con personas con un gran espíritu de servicio hacia los demás, del que, según sus propias palabras, «todos deberíamos aprender porque nos iría mucho mejor», y que ha interiorizado, convirtiéndolo en un verdadero estilo de vida. Unas vivencias que le han ayudado, entre otras cosas, a dirigir personas, independientemente de que lleven o no uniforme. Es, precisamente, esta forma de pensar y de vivir, la que traslada a la gestión de la compañía, en la que los avances tecnológicos más novedosos conviven con las tradiciones más arraigadas, porque en Sener no quieren olvidar sus orígenes. Continúan manteniendo sus costumbres de siempre, como obsequiar con un reloj de oro a los empleados que cumplen 25 años en la empresa, o celebrar todos los años la festividad la Virgen del Carmen, como no podía ser de otro modo en una familia de tradición marítima.
Afirma que pilotar un avión de combate no le supone ninguna dificultad, aunque, eso sí, reconoce que requiere de un gran concentración , y que admira más a un cirujano que a un astronauta (quizá porque la profesión de este último le resulta más cercana). «Alguien que se enfrenta a una operación de corazón abierto es un héroe», apostilla.
No hay duda de que familia es el pilar fundamental sobre el que se ha sustentado Sener en sus casi siete décadas de historia. De los quince primos Sendagorta, a día de hoy, están representados doce en el Consejo de Administración (dos de los mismo salieron recientemente), y una parte tercera generación (formada, nada más y nada menos, que 60 miembros) ya está involucrada en la gestión.
La innovación es otro de los rasgos identitarios que está marcado a fuego en el ADN de Sener. Y es que la empresa está en aquellas áreas lo suficientemente novedosas como para no tener competencia. La compañía cuenta actualmente con cuatro divisiones de negocio: Energía, Aeroespacial, Infraestructuras y Naval. Se trata, sin duda, de algunos de los sectores que más han evolucionado en lo en los últimos años y que, previsiblemente, más lo van a hacer en el futuro. Proyectos energéticos, como termosolares, de hidrógeno, de energía eólica marina o de hibridación son algunos de los más destacados, aunque, dada la coyuntura actual, están recuperando grandes proyectos energéticos que tenían aparcados, relacionados con el gas y los ciclos combinados. En este sentido, la compañía se encuentra inmersa en un proceso de selección de personal, esperando incorporar este año a su plantilla 350 ingenieros e ingenieras, talento joven y sénior, tanto en España como en el resto de países en los que está presente, especialmente en el área energética, y que se suman a los 300 fichajes del año pasado. En el área de infraestructuras, está dedicando especial atención a las «smart cities», los trenes de alta velocidad o urbanos con proyectos relacionados con la Inteligencia Artificial. En el sector aeroespacial, desarrolla, entre otras, infraestructuras de Galileo (el sistema global de navegación por satélite europeo) o del Programa de Observación de la Tierra Copérnico. En este campo, Sener ha colaborado con algunas de las misiones espaciales más importantes de los últimos años. Y es que su tecnología incluso ha transitado por Marte, al participar en la misión de Mars Science Laboratory mediante el desarrollo del mecanismo de apunte de la antena de alta ganancia del vehículo espacial «Curiosity», y, próximamente, llegará a Venus, gracias al desarrollo de una antena para EnVision de la Agencia Espacial Europea, que explorará nuestro «Lucero del Alba» desde su núcleo interno hasta las capas de nubes más externas. En total, la compañía ha participado en alrededor de 300 de misiones espaciales, proceso que se ha intensificado con la compra de Tryo (grupo especializado en telecomunicaciones aeroespaciales), «sin que ninguna de ellas haya fallado», se enorgullecen en Sener. También participa en el Avión de Combate Europeo (FCAS), concentrándose en la parte que tiene que ver con los operadores remotos de las aeronaves.
Actualmente, Seneremplea a 2.400 personas (como les gusta referirse a sus empleados).
Pese a los logros obtenidos en sus múltiples áreas de actividad, continúa avanzando e innovando, buscando captar el mejor talento a través de proyectos ilusionantes, iniciativas ambiciosas, que permitan crear un círculo virtuoso que seduzca a las cabezas más privilegiadas. Y es que, tal y como indica Sendagorta, «el día que no sepamos atraer el mejor talento, seremos una empresa mejorable».