Responsabilidad Social Corporativa
RSC: las empresas españolas invierten 1.500 millones de euros al año
La Responsabilidad Social Corporativa ha dejado de ser algo anecdótico. Las empresas se lo toman en serio porque lo piden los inversores, y en 2020 dedicaron a estos políticas un 8% más de sus ingresos
Devolver a la sociedad lo que ésta nos da y contribuir a crear un mundo mejor podría ser la esencia de lo que hoy se conoce como Responsabilidad Social Corporativa (RSC). La RSC es un concepto moderno pero que se originó hace varias décadas sobre la base del imperativo de la ONU de contribuir a un mundo donde haya paz, justicia, respeto, tolerancia, solidaridad y derechos humanos. En un primer momento las empresas se embarcaron en acciones destinadas a los colectivos más desfavorecidos, en la vertiente medioambiental, social y gubernamental. Despúes llegó la importancia de cuidar de toda la cadena de valor (proveedores, inversores, clientes internos y externos) hasta darse cuenta con el tiempo de que todas estas acciones también podrían contribuir a mejorar la cuenta de resultados de las empresas.
Muchos siguen pensando que la RSC es más un cuento chino que otra cosa. «No, no lo es», responde José Antonio De La Rosa, profesor de Recuros Humanos de la Universidad CEU San Pablo. «El concepto de la RSC ha ido tomando cuerpo en los últimos 15 años, y además las empresas han ido formando su propio departamento de RSC. Estamos hablando de empresas con muchos recursos, medianas o grandes, que pueden desarrollar sus acciones de cara al exterior y al interior. De cara al interior estamos hablando de cómo cuidan al empleado, de derecho laboral, de qué hacen en materia de prevención de riesgos laborales, etc. De cara al exterior, son empresas que cuidan su imagen de marca, qué gestionan su cadena de valor, que establecen alianzas con todo tipo de organizaciones, ONG, fundaciones, etc. Las empresas se lo están tomando en serio más que porque se lo crean por la trascendencia que tienen sus acciones en el mercado de exterior».
Algo serio
Podríamos decir que la RSC ha pasado de ser la «maría» a convertirse en algo serio. «Hay tres variables que hacen que la RSC haya dejado ser la «maría» y que las empresas la incluyan entre sus prioridades. Primero la presión social hacia un modelo de compañía ocupada y preocupada en materia ESG (factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo). Segundo, la presión de Europa sobre la responsabilidad social y sostenible de las empresas y tercero se ha convertido en una exigencia para los grandes inversores, que tienen muy en cuenta estos criterios a la hora de financiar los proyectos. Se han dado cuenta de que hay una correlación evidente entre estos criterios y los resultados empresariales», explica Ana Sainz, directora general en Fundación Seres. De hecho el informe de Forética 2022, «sostenibilidad, la visión ante un futuro incierto», recoge que los mercados pagan un 14% más por una compañía sostenible comparado con una compañía con desempeño mediocre en ESG, mientras que la inversión sostenible supera los 35 billones de dólares, más del 40% del PIB mundial. España uno de los países con mejor desempeño empresarial en ESG. Un 53% de las compañías españolas en el índice de bolsa mundial MSCI ACWI se califican como líderes al contar con un rating de AAA o AA, más del doble que la media del selectivo global. Este mismo fenómeno se aprecia a nivel de cadena de suministro, donde las empresas españolas se encuentran también entre las líderes a nivel mundial. Con unas calificaciones superiores en un 12% a la media global y ligeramente por encima del resto de Europa de acuerdo con datos de Ecovadis.
Otro dato que refleja que las empresas españolas se lo están tomando en serio es que éstas invirtieron 1.486 millones de euros en RSC en 2020, aumentando la inversión media por empresa un 8% respecto a 2019, según el VIII informe del Impacto social de las empresas de Fundación Seres y Deloitte en la que han participado 71 empresas. Según dicho informe, el 76% de la inversión en RSC (980 millones de euros) se destina a proyectos orientados a promover los Derechos Humanos de los grupos de interés impactados a lo largo de la cadena de valor de las empresas, mientras que el 24% de la inversión (322 millones de euros) tienen como objetivo promover niveles de vida adecuados.
El 48% de las empresas participantes invierte en proyectos de responsabilidad social corporativa a nivel nacional. Durante el 2020, las empresas participantes llevaron a cabo 24.869 proyectos, prácticamente el doble que en 2019, en un notable esfuerzo por atender a las problemáticas cada vez más variadas que está requiriendo la sociedad. Analizando el volumen de proyectos gestionados por las empresas, se observa que muchas de las compañías participantes en el estudio cuentan con una cartera de proyectos de RSC muy extensa. Así, el 44% de las empresas trabajan en más de 100 proyectos al año y el 23% en más de 300.
En términos sectoriales, las empresas de finanzas destacan frente al resto de empresas por su actividad en materia de RSC. En este sentido, esta tipología de empresa presenta los datos más elevados en casi todos los parámetros siendo las empresas con mayor volumen de inversión total en RSC (72%), mayor número de proyectos (63%) y mayor volumen de empleados involucrados en voluntariado corporativo y en programas de responsabilidad empresarial (33%). Le siguen las empresas de energía por generar un impacto en un alto número de beneficiarios de sus programas de RSE (38%). Por su parte, las empresas de telecomunicaciones presentan un alto volumen de empleados involucrados en programas de RSE (38%). En lo que respecta al resto de sectores analizados, las empresas de tecnología, alimentación y bebidas, las de bienes de consumo, utilities, industriales y de salud, presentan una actividad en materia de RSE más comedida. «Estamos viendo un compromiso creciente de las empresas en materia RSC más selectivo, más consciente. Antes era solo dar una donación, ahora las empresas colaboran más con las causas y con los proyectos a los que están apoyando. Por ejemplo, si apoyan la educación ponen a disposición su «know how», lo mismo que si apoyan el desarrollo de infraestructuras, no solo dan recursos económicos sino que aportan conocimiento, también el de sus empleados. Claramente la empresa ha asumido ese rol y cada vez lo quiere hacer más y mejor», comenta Ana Sainz.
Los retos de la RSC
En cualquier caso, son y serán muchos los retos a los que las organizaciones españolas se enfrentan, añade Jerusalem Hernández, socia de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España. «El primero de todos es saber leer esta ola de la sostenibilidad en clave de oportunidad, de transformación, de competitividad y de valor. Aquellas organizaciones que solo avancen para cumplir una ley, en el último momento y con el menor esfuerzo, sólo asumirán los costes de la transformación sostenible, pero no capitalizarán sus ventajas. La normativa ESG, escuchar las expectativas de los grupos de interés o responder a los inversores, son ejercicios tremendamente útiles para diagnosticar el estado de la compañía, sus capacidades reales y preparar la hoja de ruta. El Green Deal, la Taxonomia Europea, los cuestionarios de las agencias de calificación o los requerimientos de reporte ESG están mandando señales claras sobre qué es lo importante, dónde hay que avanzar más y cuánto. Esta brújula no la hemos tenido nunca tan clara como ahora, aunque no lo parezca en una mirada rápida o superficial”. En definitiva, añade Hernández, “las compañías españolas siempre han sido aplicadas a la hora de cumplir y han estado listas para sentarse en la mesa. Sin embargo, no siempre han aprovechado ese esfuerzo para que la transformación fuera profunda y aportara una ventaja competitiva real. Este momento, precisamente este, por su exigencia y su dificultad, puede ser el que lleve a las organizaciones más valientes a ser líderes en soluciones que el mundo necesita. Potencial y talento no faltan”.
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