España

500 años para recuperar la riqueza de 1340

El elevado PIB per capita español de entonces sucumbió a la peste negra y sólo se recuperó en 1820

500 años para recuperar la riqueza de 1340
500 años para recuperar la riqueza de 1340larazon

El elevado PIB per capita español de entonces sucumbió a la peste negra y sólo se recuperó en 1820.

España acaba de superar a Italia en PIB per cápita, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Si, como predice el organismo que dirige Christine Lagarde, la situación de consolida en los próximos años, será un “sorpasso” histórico, porque desde la Edad Media, cuando Italia y España eran las dos primeras economías europeas y -con la incógnita de la China de la época- mundiales, los españoles nunca habían disfrutado de más PIB per cápital que los italianos.

La economía española, en términos históricos, alcanzó una de sus máximas cotas de prosperidad en la década de 1340. El PIB per cápita en España (los reinos de Castilla y Aragón) era uno de los más altos de Europa y los castellanos y aragoneses/catalanes disfrutaban, con todas sus limitaciones, de los mejores niveles de vida de la época. La Peste Negra, a partir de 1348, acabó con aquella “bonanza” y España tardó casi 500 años, hasta la década de 1820, en recuperar el PIB per cápita del siglo XIV y lo sólo lo superó, de forma estable, a partir de 1850, según un estudio de los profesores Leandro Prados de la Escosura y Carlos Álvarez Nogal, de la Universidad Carlos III. Los sorprendentes datos fueron avanzados en unos gráficos históricos utilizados en el coloquio-presentación, organizado por la Fundación Rafael del Pino, de la obra de Leandro Prados de la Escosura “Spanish economic growth, 1850-2015” -Crecimiento económico español-, que recoge estadísticas económicas españolas desde mediados del siglo XIX, que ponen en solfa algunos mitos sobre la histórica económica de España. Por ejemplo, y en contra algunas creencias, los años 20 del siglo XX fueron los mejores en mucho tiempo; la situación económica inmediatamente antes de la Guerra Civil era, en el contexto, bastante buena, y España, a pesar de los enormes progresos, mantiene la misma distancia con Estados Unidos y Alemania en riqueza y bienestar que hace 100 años, aunque sí ha recortado mucho las condiciones con respecto al Reino Unido, Francia e Italia.

Causas de la prosperidad

Los profesores Prados de la Escosura y Álvarez-Nogal han logrado recomponer las series históricas del PIB Español desde 1277 y las conclusiones que se pueden deducir de esos datos son tan espectaculares como polémicas. La primera es que los salarios y el consumo, sobre todo de alimentos, fueron relativamente altos desde 1270 hasta 1590 y alcanzaron su cénit en la la primera parte de la década de 1340, cuando Alfonso XI reinaba en Castilla y Pedro IV el Ceremonioso, o el Punyalet, en Aragón. Los españoles de la época -castellanos y catalanoaragoneses- figuraban entre los europeos que mejor vivían. ¿En qué se basaba esa relativa prosperidad? Los dos expertos concluyen que en aquella época medieval y, por supuesto, pre-industrial, los territorios españoles se beneficiaron de la vitalidad de una economía de frontera -es el último periodo de la Reconquista-, de una expansión urbana y de una apertura generalizada del comercio. Los cristianos que se asentaban en nuevas tierras, pero también en Cataluña, Aragón y, por otra parte en el sur de Francia, se dedicaban a la agricultura y a la ganadería, pero preferían vivir en ciudades y demandaban también servicios. Eso provocó que los salarios crecieran desde finales del siglo XIII hasta mediados del siglo XIV y algo más llamativo, el sector primario -la agricultura- era el principal, pero tenía un relativo -para la época- pequeño tamaño.

Aquella época de prosperidad acabó abruptamente con la aparición de la Peste Negra, que diezmó la población española en mucha mayor proporción de lo que ocurrió en otros países de Europa. Además, coincidió con la fase española (1365-1389) de la Guerra de los Cien Años, cuyo primer exponente fue la contienda fratricida entre Pedro I el Cruel y su hermanastro Enrique, saldada al favor de este último, con la colaboración de tropas francesas mandadas por Bertrand Dugesclin, el hombre que diría “ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”. Hay historiadores que, además, apuntan -aunque no hay confirmación documental suficiente- que Pedro I tenía proyectos de iniciar una tímida -pero revolucionaria para la época- transformación de la economía española hacia campos más industriales, como luego serían las holandesa o la británica, pero que su desaparición cortó esa posibilidad. La realidad es que, tras la Peste Negra y el hundimiento del PIB se inició una cierta recuperación, con infinidad de altibajos, que se mantuvo hasta finales del siglo XVI, aunque nunca se volvieron a recuperar los niveles de la década de 1340 y, eso a pesar de los beneficios del descubrimiento de América y la llegada de grandes remesas de oro y plata. Incluso el llamado “siglo de oro” español lo fue en muchos sentidos, pero en ningún caso en el terreno económico.

España volvió a alcanzar y mantener el PIB per cápita de 1340 en la década de 1820, cuando reinaba Fernado VII, aunque en realidad el nivel de vida estuvo prácticamente estancado en esos casi 500 años. Hubo aumentos del PIB notables, pero se debieron a que, superado el impacto de la Peste Negra, la población comenzó a crecer de forma sostenida. Eso significa que, durante varios siglos, la productividad no aumentó o lo hizo de forma ínfima.

El gran salto adelante de España, que sin embargo es menor que el de los países de su entorno, se produce a partir de 1850, como consecuencia del aumento del PIB por persona, debido, como argumenta Prados de la Escosura, a que se produjo un cambio en el marco de los incentivos a partir de las revoluciones liberales del siglo XIX. Fueron grandes transformaciones que provocaron que los ciudadanos fueran iguales ante la ley, que la propiedad privada estuviera protegida, los mercados se liberalizaran y hubiera control sobre los Gobiernos de turno. Todo ello tuvo como consecuencia que aumentara la inversión, se transfirieran recursos de la agricultura a los servicios y que primara la inversión en maquinaria sobre la de vivienda. Los datos una vez más son ilustrativos. Entre 1270 y 1850 el PIB pudo subir en España un 20%, mientras que entre 1850 y 2017 se ha multiplicado por 16 ó 17, con un incremento anual del 1,7%.

Economía moderna

El estudio de Prados de la Escusora genera polémicas y sorpresas. Una de ellas es el elevado peso relativo del sector terciario -servicios- ya en la segunda mitad del siglo XIX, que representaba más de 40% de PIB, igual que la agricultura, pero que es un porcentaje en teoría de una economía más moderna y desarrollada. Ese gran tamaño correspondía a unos servicios privados subdesarrollados con abundancia de servicio doméstico, serenos, cocheros, mozos, carreteros, aguadores, arrieros, buhoneros y, como apunta el economista Luis Garicano, responsable de Economía de Ciudadanos, un enorme número de “curas, monjas y sirvientes”. Todo eso se compaginaba con unos servicios públicos extremadamente endebles.

Los datos que aporta Prados de la Escosura echan por tierra la creencia, generalmente aceptada, de que España vivió un espectacular periodo de bonanza económico durante la Primera Guerra Mundial, en la que no participó. La economía creció entre 1913 y 1920, pero a un ritmo del 1,19%, mientras que el gran impulso llegó en la década de los años 20 del siglo pasado, con un crecimiento medio anual de nada menos que del 3.54, que solo se interrumpió como consecuencia de la Gran Depresión tras el crash bursátil de 1929 en Wall Street. De hecho, el PIB per cápita español y el nivel de vida en 1930 era el mayor de la historia y se mantuvo, con algunos altibajos tampoco muy significativos, hasta el principio de la Guerra Civil, algo que desmonta las teorías que justifican el origen del conflicto fratricida en unas supuestas lamentables condiciones económicas de la sociedad española.

La Guerra Civil, eso sí, supuso el hundimiento de la economía, que tardaría 30 años, hasta 1959, en recuperar los niveles de PIB per cápita y de nivel de vida de 1929-1930. España, al término de la contienda, también se vió afectada por las consecuencias y las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, y es un factor diferencial, mientras que países como Francia, Italia, Reino Unido y Alemana tardaron unos cinco años en recuperar su posición económica anterior al conflicto, España -sin duda por culpa de la políticas autárquicas- tardó cuatro veces más.

Más crecimiento

La llamada “edad dorada” (1960-1973) ó los años del desarrollismo fueron otro de los grandes momentos de despegue de la economía española, con crecimientos medios anuales de hasta el 6,4%. Sin embargo, y aunque no es muy conocido, no fue un fenómeno estrictamente español, ya que Irlanda, Portugal y Grecia crecieron en términos similares, algo que había hecho Alemania entre 1950 y 1960, con un 6,9% de media anual de subida del PIB. Es decir, España se adaptó, pero sobre todo aprovechó unas condiciones internacionales muy favorables en su entorno. Luego llegarían las crisis energéticas de 1973 y 1979, que volverían a ralentizar el crecimiento económico español, aunque no lo paralizaron.

La consolidación de la transición, con la liberalización de la economía y la entrada en la Unión Europea (1986), inauguró un largo periodo 1984-2007 -con la excepción de la crisis de los años 1992-93- de prosperidad, que se truncó con la llegada de la Gran Recesión -con más de 6 millones de parados-, de la que se empezó a salir en 2013 aunque hasta 2017 España no ha recuperado el PIB que llegó a tener en 2007. Es lo que ya se conoce como “la década perdida” y que, además, ha transformado una sociedad en la que, a pesar de las críticas, como explica Prados de la Escosura, “el Estado del Bienestar funciona y funciona muy bien” y ejerce su función de redistribución productiva. De hecho, según el mismo experto, sin el actual “Estado del Bienestar” la sociedad española sería equiparable en estos momentos a la de Brasil. Eso no impide que España deba mejorar y perfeccionar sus sistemas de protección social. Luis Garicano destaca la paradoja de que en España, el 20% de la población con más ingresos recibe un 30% del total de los beneficios sociales, un porcentaje que desciende al 5 ó 10% en países como Noruega, Suecia o Dinamarca.

Por el contrario, en España el 20% de la población con menos ingresos percibe apenas un 10% de esos beneficios sociales mientras que en los citados países llega al 30%. La conclusión es que la redistribución en España deja bastante que desear, pero tampoco desentona con el entorno, porque algo similar ocurre en Italia. Por otra parte, el gran avance económico y social español lo sintetizó el profesor de la Universidad Carlos III Carlos Santiago Caballero, cuando en el coloquio-presentación del libro de Prados de la Escosura se presentó como “nieto de jornalero, hijo de obrero y profesor universitario”, todo ello logrado con ayudas públicas -becas- y esfuerzo personal, como ejemplo de progreso económico y social en un país como España.

Por último, otra de las sorpresas que ofrecen los datos de Prados de la Escosura es que la economía española ha dado un salto espectacular desde 1850 y, más modernamente, desde los años 60-70 del siglo XX. Sin embargo, en los últimos 100 años España no ha recortado la distancia que le separaba en PIB y nivel de vida con dos países como Estados Unidos y Alemania. La mejoría ha sido espectacular, pero las diferencias se mantienen. Eso sí, las distancias se han recortado de forma significativa con el Reino Unido y con Francia y, como acaba de certificar el FMI, aunque tiene que consolidarse, han desaparecido con Italia, que siempre estuvo por delante de España desde el siglo XIII.