Chamartín
Adif adjudica el diseño para la remodelación de Chamartín con una baja del 58%
El proyecto se ha contratado por 343.942 euros cuando su precio de licitación era de 819.303
El proyecto se ha contratado por 343.942 euros cuando su precio de licitación era de 819.303
La falta de inversión en obra pública que ha traído aparejada la crisis y el cambio del modelo de contratación de los proyectos, en el que ahora prevalece en al menos un 70% el aspecto económico sobre el técnico, han incrementado de media desde 2007 un 40% las bajas sobre el precio de licitación que las constructoras ofrecen para adjudicarse las obras públicas. Pero los agresivos descuentos, sin embargo, no se circunscriben sólo a la fase de construcción. También en la del diseño se han acentuado las bajas. Recientemente, Adif ha adjudicado con una baja del 58% el contrato para la redacción del proyecto de remodelación de la estación de Chamartín para adaptarla a los nuevos servicios de AVE que prestará tras la inauguración del túnel que la unirá con Atocha. El presupuesto máximo de licitación era de 819.303 euros con IVA. Sin embargo, la UTE adjudicataria integrada por Ginprosa y Gestión Integral del Suelo, se ha llevado el contrato con una oferta de 343.942 euros, es decir, por un 42% menos del precio de licitación.
El sector de la ingeniería asegura que, a los precios a los que se contratan, no se pueden hacer los proyectos con la minuciosidad requerida y eso deviene después en sobrecostes. La posición de Adif al respecto es muy diferente. La empresa pública asegura que cuando adjudica contratos con bajas tan abultadas se asegura de que el adjudicatario puede cumplir con sus compromisos con la calidad requerida y al precio que ha ofertado porque dispone de medios técnicos o sinergias que así se lo permiten. Además, considera que si las empresas no pueden cumplir con esos precios, no deberían ofrecerlos. Las empresas, añaden, parecen todavía empeñadas en el modelo que había antes de la crisis, que permitía sucesivos modificados para incrementar el precio final y recuperar el dinero aunque los proyectos se adjudicasen con fuertes bajas. Ahora, la ley los ha limitado a un 10% del precio de adjudicación.
¿Por qué ofrecen entonces las compañías de ingeniería estos descuentos tan agresivos si creen que penalizan los proyectos? Por dos motivos. El primero, explican, porque el sistema de licitación, que valora las ofertas con 75 puntos para el precio y 25 para la calidad técnica, obliga a anteponer los aspectos económicos del proyecto. El segundo, concluyen, porque la falta de obras lleva a las empresas a licitar con fuertes bajas para ganar concursos con los que mantener su actividad a la espera de obras rentables. Las firmas necesitan la calificación de Fomento, y este requisito sólo se consigue haciendo proyectos, aunque sean deficitarios. Estos dos condicionantes impiden en buena medida ofrecer precios más altos, argumentan.
Más allá de los problemas coyunturales y del modelo de contratación, las empresas de ingeniería tampoco están conformes con el porcentaje de inversión que se destina a su labor en las obras. “En cualquier país desarrollado, un proyecto como el de la remodelación de Chamartín se contrataría por un precio de entre 2 y 3 millones de euros, para garantizar su calidad y detalle”, explica Fernando Argüello, director de Fidex, patronal de ingeniería que agrupa a nueve de las principales firmas del país. La consecuencia de la falta de minuciosidad de los estudios son defectos que luego devienen en los citados sobrecostes, insiste Argüello. Fidex calcula que si España se alinease con otros países europeos y destinase el 10% del presupuesto de los proyectos a la ingeniería, se lograrían ahorros del 20%.
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