Caso Bankia
Bankia no teme nuevas demandas por los correos del inspector
De los 240.000 perjudicados por la salida a bolsa, sólo 12.799 no han cobrado aún, al renunciar a ello ello.
A pesar de que su resonancia ha sido mayúscula, la súbita irrupción de los correos en los que la Inspección del Banco de España alertaba de la salida a bolsa de Bankia dos meses antes de que ésta se produjera no va a provocar un giro copernicano en el proceso judicial en el que está inmersa la entidad financiera. Al menos, así se estima en el seno del grupo bancario, según ha podido saber este periódico.
El razonamiento que se sigue en la madrileña sede de Plaza de Castilla es sencillo: Bankia ya ha abonado alrededor de 1.598 millones de euros a más de 208.000 pequeños accionistas afectados por operación de salida a bolsa, el 88% del total. A tenor de esta cifra, apenas quedarían 31.874 por cobrar. De ellos, la entidad estima que 19.075 no gozan de ningún derecho a percibir compensación porque, por ejemplo, vendieron rápido las acciones y obtuvieron beneficio a cambio. Los otros 12.799 son accionistas que, sorprendentemente, no han interpuesto demanda ni han acudido a las oficinas a reclamar su dinero pese a tener derecho a ello. En total, este grupo debería percibir 96 millones de euros.
El alcance judicial de la alerta que acaba de trascender sería, por tanto, limitado para el banco que preside José Ignacio Goirigolzarri, al ceñirse a esa pequeña porción que aún no ha sido compensada por la salida a bolsa.
Falsedad de cuentas
En el banco, además, pesa la opinión de que la alerta formulada por la Inspección del Banco de España no entra en uno de los parámetros fundamentales que mueven el proceso judicial en el que se encuentra en estos momentos la entidad: el de la falsedad o no de las cuentas que sirvieron de base para la Oferta Pública de Venta de Acciones. En este sentido, el inspector José Casaus, cuyos correos de alerta se publicaron ayer, avisaba de las consecuencias de dicha salida porque, a su juicio, la entidad no era viable, dados los elevados costes de financiación y la falta de generación de recursos para abonar esos costes, pero no advertía de engaño alguno en las cuentas.
Por otra parte, fuentes financieras apuntan también que no todas las fórmulas que proponía Casaus en sus correos se podían poner en marcha. Meses antes de la operación de venta de acciones, parecía razonable que la mejor opción para enderezar el rumbo del banco era conseguir un comprador externo, pero no ha trascendido que entonces hubiera ofertas ni de entidades españolas ni extranjeras para la adquisición de Bankia. Según las mismas fuentes, de las opciones restantes, se eligió probablemente la menos mala, porque una nacionalización de entrada -que luego se produjo, cerca de tres años después- habría supuesto generalizar las previsibles pérdidas entre todos los ciudadanos, mientras que la salida a bolsa inicial ponía a éstos en la opción de elegir si concurrían o no a la suscripción, aminorando así los posibles riesgos que se corrían.
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