Economía

Barbie arancelaria

La guerra comercial ya es un hecho y en estas batallas todos pierden, porque no son un juego, como bien sabe Barbie

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Barbie no vive en un mundo color de rosa. Hay Barbies de todas las profesiones y condiciones. Así que propongo una Barbie arancelaria, inspectora de aduanas.

Mattel, el fabricante de la famosa muñeca, se plantea una subida de precios por los efectos negativos que tiene en su cadena de producción la política de aranceles de Trump. El 40% de la producción de Mattel proviene de China y otro 10% de México. Así que el descapotable rosa de Barbie y Ken se ha topado con el Donald Trump 2.0.

Siempre se ha oído que segundas partes nunca fueron buenas y después llegó el Quijote para llevar la contraria. No creo que Trump sea una reencarnación del enjuto caballero manchego o sí. Lo que es seguro es que Elon Musk no es su Sancho Panza.

Sin embargo, no hay que subestimar su estrategia, clara en la confusión: no perder poder político, militar ni económico frente a la cada vez más musculosa China. Entremedias, Trump genera el caos con propuestas estrambóticas en un proceso de acumulación espasmódico que, como apuntaba Maquiavelo, busca ocultar el certero ataque.

En una finta equívoca y extraña golpea a sus aliados y socios más cercanos, México y Canadá, con tarifas del 25%, para después suspenderlas por un mes por trasladar agentes a sus respectivas fronteras. Vuelve a amenazar a Europa, donde las empresas estadounidenses concentran la mayor parte de sus inversiones, y "regala" a China con un adicional arancel del 10%.

Pekín, durante décadas también sufrió el caos, lee a Sun Tzu, absorbió sus tácticas, y contraataca con tasas de hasta el 15%. La guerra comercial ya es un hecho y en estas batallas todos pierden, porque no son un juego, como bien sabe Barbie.