
Análisis
El despido como “muerte laboral”: Macarena Biencinto alerta del impacto emocional en los trabajadores
La socia de Fúster Fabra advierte que la jurisprudencia ya ha calificado el despido como una “muerte laboral”, y subraya que esta no debe interpretarse únicamente en términos económicos o técnicos.

“El despido no es solo la extinción de una relación laboral. Es, en muchos casos, una muerte profesional que deja secuelas personales profundas”. Así lo asegura Macarena Biencinto, socia de Laboral en Fuster-Fabra Abogados, quien ha reivindicado la necesidad de abordar el despido desde una perspectiva más humana y menos mecanizada.
La letrada advierte que la jurisprudencia ya ha calificado el despido como una “muerte laboral”, y subraya que esta no debe interpretarse únicamente en términos económicos o técnicos. “El trabajador despedido pierde su rutina, su entorno, su fuente de ingresos y su identidad profesional. Se rompe su estabilidad y aparece un abismo emocional en forma de incertidumbre y miedo”, señala Biencinto.
La socia de Fúster Fabra destaca que el primer impulso de muchas personas despedidas no es tanto reclamar o denunciar como ser escuchadas. “Cuando llegan al despacho, su necesidad inicial es contar su historia. Lo que buscan es comprensión, no una respuesta inmediata basada en artículos del Estatuto de los Trabajadores”.
Según Biencinto, el impacto del despido activa un proceso similar al duelo personal, con fases de incredulidad, ira, tristeza y, finalmente, aceptación. Por eso considera fundamental que el abogado laboralista combine su labor técnica con una actitud empática. “El cliente necesita sentirse acompañado. El abogado debe entender que está gestionando una pérdida real para esa persona”, explica.
Además, señala que en un contexto dominado por la automatización, los tiempos procesales reducidos y la presión de los resultados, existe el riesgo de deshumanizarse. “El cliente no puede convertirse en un número de expediente. Detrás de cada caso hay una historia personal que debe ser tratada con respeto”, afirma.
Biencinto reivindica una abogacía más cercana, que no olvide su dimensión humanista. “Nuestro trabajo no es solo defender derechos, sino también acompañar procesos vitales. No se trata de cuestionar la legalidad del despido, sino de recordar que siempre hay una persona enfrentando un cambio brusco en su vida”.
La abogada concluye con una llamada a la reflexión dentro del sector jurídico: “Honrar la confianza del cliente implica trascender el expediente y atender al ser humano que hay detrás. Solo así podemos ejercer esta profesión con dignidad, empatía y sentido”.
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