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Inmaculada González de Molina

Del cepillo al plástico, así se digitalizan los donativos

Sus donativos se incrementan una media del 25% cuando se realizan con tarjeta. Sabadell instalará 4.000 dispositivos en parroquias y ONGs hasta 2021 y Caixabank cien a final de 2019

Lejos queda ya el 11 de diciembre de 2012. En esa jornada, la Iglesia hacía una apuesta decidida y crucial para su supervivencia por la evangelización 2.0. Benedicto XVI se estrenó ese miércoles en las redes sociales con un primer tuit. Entonces, la Iglesia asumió como propio el slogan de “renovarse o morir” en un intento de acercarse a los más jóvenes y, así, captar adeptos para la causa. Hoy, siete años después, ha vuelto a enarbolar la bandera del mismo lema, con el objetivo en mente de adaptar la recaudación de sus recursos a los nuevos vientos tecnológicos.

Para ello, la Iglesia española ha apostado, de la mano delBanco Sabadell y de Caixabank, por la digitalización en la recepción de sus donativos y, por ende, por adaptar progresivamente sus templos a las nuevas formas de pago alternativas al dinero físico en circulación.

Esta adaptación a otra época y a otro tiempo, al de la era de la globalización y la interconexión con un solo toque de móvil, ha sido en estos meses un camino no exento de espinas. El director de Negocio de Instituciones Religiosas de Sabadell, Santiago Portas, admite a La Razón que la edad avanzada de los feligreses ha contribuido a la permanencia en el ADN del católico practicante del donativo en efectivo.

Pese a ello, el Sabadellha realizado una apuesta firme “sin excluir a nadie” por la modernización de las parroquias españolas con la instalación de 260 cepillos electrónicos desde noviembre de 2018. De esta cantidad, el 90% se ha ubicado en las parroquias y el 10% restante en organizaciones no gubernamentales.

Cuando concluya el actual ejercicio, esta entidad financiera habrá instalado por toda la geografía española un total de 400 atriles electrónicos, cifra que se multiplicará por diez hasta 2021. Sabadell repartirá en 23.000 parroquias y 30.000 organizaciones sin ánimo de lucro 4.000 cepillos digitales de manera gratuita para que los feligreses católicos puedan efectuar sus donativos con mayor comodidad. “Se trata de facilitar la recogida de donativos de manera ágil e intuitiva”, resalta Portas.

Caixabank se sumó también a esta iniciativa a principios de este verano con 50 dispositivos, cifra que espera multiplicar por dos a final de este año. En estos momentos, se encuentra en funcionamiento en cerca de 50 puntos de Madrid, Cataluña, Andalucía, La Rioja, Murcia y Galicia, incluyendo lugares tan emblemáticos como la Basílica Pontificia de San Miguel en Madrid, el Santuario de Nuestra Señora del Rocío, en Almonte (Huelva), el Santuario de la Vera Cruz de Caravaca (Murcia) o las catedrales de Málaga, Pamplona, Santo Domingo de La Calzada (La Rioja) o La Seu d’Urgell (Lleida).

El desarrollo tecnológico realizado por CaixaBank está pensado para que la institución religiosa pueda elegir el formato de cepillo digital que mejor se adapta a sus necesidades. Por un lado, pueden optar por recibir solo los donativos móviles. Para efectuar la donación, solo tiene que introducir el identificador de la institución destino de su donación a través de Bizum.

La operación se realiza al instante, de forma totalmente segura. El dinero llega a su destino en menos de cinco segundos. En este caso, se trata de un cepillo digital que recoge las aportaciones que los usuarios envían a través de sus dispositivos, a cualquier hora y en cualquier lugar.

Además, las instituciones pueden disponer físicamente en la iglesia de un cepillo digital con TPV contactless, lo que les permite recoger “in situ” aportaciones realizadas con tarjeta, móvil o cualquier otro medio de pago digital. También existe la posibilidad de combinar ambas opciones para poder ofrecer el cepillo digital tanto dentro como fuera del lugar de culto.

Período de transición

En estos momentos, la Iglesia se halla inmersa en un período de transición en lo que a formas de pago se refiere. Por eso, en un mismo atril conviven la clásica hucha con hendidura por la que introducir el donativo en monedas o en billetes y un aparato TPV en 48 provincias, con mayor presencia en los grandes núcleos de población, como Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla... En el cepillo electrónico hay cuatro cantidades diferentes de donativo, la más elevada inferior a 20 euros, cuantía a partir de la cual es necesario introducir el PIN de la tarjeta. Así, cualquier parroquiano que lo desee sólo tiene que pulsar la cantidad del donativo elegida y acercar la tarjeta contactless. En cuestión de segundos habrá realizado su aportación para el sostenimiento de su parroquia.

En la actualidad, los fieles españoles realizan decenas de miles de operaciones con tarjeta en sus donativos, según las estimaciones efectuadas por el Sabadell. Esta fórmula ha permitido a las parroquias que disponen de estos dispositivos incrementar sus donativos en una media del 25%, asegura Portas. La explicación de este alza en la recaudación se debe a que en el TPV la cifra más baja de donación ronda los 2 euros y la más alta los 19.

Mientras que el cepillo tradicional invitaba a una aportación más inferior a la citada. Según Portas, inconscientemente cualquier persona gasta más cuando paga con tarjeta de crédito que cuando lo hace en metálico.

Además del incremento los donativos, estas nuevas formas de pago suponen el punto y final a los donativos que perseguían otro fin distinto al de contribuir al sustento del templo, como el blanqueo de capitales.

Los fieles que deseen desgravarse sus donativos realizados con tarjeta o Bizum sólo deben comunicar a su parroquia habitual el número de la misma y la iglesia, dotada de un consejo económico, facilitará al contribuyente un certificado con la aportación realizada durante el año al templo para que en la campaña de la renta correspondiente se la pueda desgravar. Es difícil calcular el número de donativos desgravados en la renta destinados a la Iglesia. Eso sí, se puede estimar los recursos que reciben procedentes de la asignación tributaria en la campaña de la renta, que ascendieron a 256,51 millones de euros en el ejercicio 2018.

Transparencia

En ese sentido, Portas pone el énfasis en la transparencia que aporta el atril a las cuentas de la parroquia. Todo el dinero recaudado va directamente a una cuenta del Sabadell o de Caixabank, en función de quién haya instalado el atril.

Ambas entidades financieras prestan gratuitamente los TPV y cobran una comisión de mantenimiento, que en el caso del Sabadell asciende a los siete euros al mes.

Esa cuantía no ha supuesto ningún freno para que las parroquias apuesten por la implantación de estos aparatos. Muy al contrario. José Castro, párroco de Nuestra Señora del Pilar, asegura que estas nuevas fórmulas de pago son “rentables” para su templo, auqnue el banco cobre una comisión.

“Se trata de adaptar las formas de pago más modernas. Ya no hay dinero en circulación. Yo sólo llevo tarjetas”. Y como botón de muestra, contribuye con su tarjeta mano en ristre a un donativo en su TPV de 5 euros, cuantía mínima de aportación en Nuestra Señora del Pilar. El fiel que prefiera aportar más puede apretar la tecla del 10, del 15 o del 19. En cuestión de segundos, José Castro ha donado cinco euros al sostenimiento del templo.

El párroco no desaprovecha la ocasión que le brinda explicar las formas de pago para lanzar a sus feligreses un mensaje, en el que les anima a contribuir al sostenimiento de los gastos de la iglesia. “Cuando hace calor dentro, no es calor espiritual. Hay que pagar el gas”, dice con cierta sorna.

Su parroquia también dispone del sistema de pago Bizum, en este caso de la mano de Caixabank, entidad pionera en este medio de pago. Se trata de una fórmula de pago usada por los bancos españoles a través del móvil, concrentamente, el whatsapp. El fiel que lo desee se da de alta en Bizum en su banco y realiza la aportación a la parroquia, que como institución sin ánimo de lucro cuenta con un código para ello. El 33348 es el código de la parroquia de José Castro.

Jóvenes digitales

Para la instalación de ambas formas de pago, la Iglesia tuvo que superar algún escollo jurídico. Las parroquias no están dadas de alta individualmente en el registro del Ministerio del Interior como asociaciones sin ánimo de lucro, sino que se engloban dentro del paraguas de la Iglesia Católica. Por ello, hubo que recurrir a los acuerdos de la Santa Sede con el Estado español, que datan de 1979. De esta manera, la Iglesia expuso a estas entidades financieras sus peculiaridades jurídicas, mientras, los bancos contrastaron la posibilidad jurídica de llevar adelante la revolución digital en las parroquias españolas.

Tanto los bancos como la Iglesia esperan que los fieles se vayan adaptando paulatinamente a esta revolución, como Mónica, estudiante de 24 años y parroquiana de Nuestra Señora del Pilar, iglesia construida en 1962 en el corazón de Madrid y que cuenta con unos espectaculares frescos, los segundos más grandes de Europa después de los del Vaticano.

Pese a su juventud, Mónica no había reparado en el doble atril, en el que sobrevive de momento la tradicional hucha con el terminal para las tarjetas. Asombrada por su descubrimiento, asegura con entusiasmo que a partir de ahora realizará todos sus donativos con un solo click de tarjeta. Ni siquiera el hecho de que las cantidades sean superiores representan un desincentivo para ella. Al contrario. Confiesa que en lugar de realizar su aportación con más frecuencia la distanciara en el tiempo.

José Castro destaca la buena acogida que han tenido ambas formas de pago entre los jóvenes y los matrimonios de mediana edad. Sin embargo, no oculta que la adaptación entre los feligreses más mayores será bastante más lenta.

Es el caso de María, de 68 años. Aún recuerda como regreso a su parroquia de toda la vida, después de que una gripe la retuviera en la cama una buena y larga temporada. Como cada miércoles, el 19 de diciembre de 2018 fue a depositar su donativo en metálico para el mantenimiento de la iglesia, en la que es visible el paso del tiempo en sus vidrieras. ¿Cuál no sería su sorpresa? A su edad sexagenaria pensaba que lo había visto ya todo, incluido el fin de la peseta como moneda de cambio. Delgada, de mediana estatura y pelo cano, no daba crédito a sus ojos profundos. La parroquia había cambiado el atril de toda la vida para donativos con la clásica hendidura para las monedas, en la que apenas entra un billete si no se dobla en cuatro partes, por otro en el que aún permanecia la tradicional hucha con un TPV, con cuatro opciones de donativos. Confiesa, algo avergonzada, que después de un rato investigando la hija de una amiga le ayudó a su aportación semanal, en este caso cinco euros y con tarjeta de crédito.