IRPF

El margen para bajar el IRPF está en el crecimiento

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El margen para bajar el IRPF está en el crecimientolarazon

La revisión al alza de las perspectivas económicas respalda el acuerdo alcanzado entre Gobierno y Ciudadanos.

El Gobierno elevó tres décimas, hasta el 3%, su previsión de crecimiento para 2017. Y esa revisión al alza, que lleva implícita una mayor recaudación tributaria, ha resultado convincente para que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, acordara con Ciudadanos aliviar los impuestos en 2.000 millones de euros.

Fuentes consultadas por LA RAZÓN admiten que, dadas las mejores perspectivas, se pueden aplicar bajadas de IRPF. Y es que el mayor crecimiento se traduce en más actividad económica, más empleo y, por ende, más personas pagando impuestos y más recaudación. Del último informe mensual de recaudación se desprende que los ingresos tributarios homogéneos están creciendo al 9%, un ritmo muy superior al previsto, que supone la tasa más elevada desde antes del estallido de la crisis. En el caso concreto del IRPF, estos han alcanzado los 29.911 millones de euros. Es decir, un 3,4% más.

Sin embargo, «en una primera fase, se podrá reducir el IRPF sólo a las rentas más bajas, a quienes también se les podrá aplicar una serie de deducciones. Posteriormente, la bajada podría generalizarse», remarcan.

Cuarto año

La economía española va camino de alcanzar el cuarto año de avance ininterrumpido. Y el dinamismo mostrado en los últimos trimestres, junto a un contexto internacional más favorable, ha llevado a elevar una décima, hasta el 2,6%, las perspectivas para 2018 y al 2,5% para 2019. Para 2020, en cambio, la cifra se mantiene en el 2,4%.

El crecimiento es sólido. De hecho, éste será el tercer ejercicio consecutivo en el que se crezca a ritmos próximos al 3%, que no están siendo suficientes como para reducir el déficit más allá de los compromisos adquiridos con las autoridades comunitarias, lo que denota la incapacidad de nuestra economía para generar los recursos fiscales necesarios. Por ello, no faltan los expertos que opinan que al plantear una reducción fiscal en estos momentos se incurre en un error.

España está inmersa en un procedimiento de déficit excesivo, que en parte resulta estructural. Y para solucionarlo o bien hay que acometer una reforma fiscal que eleve los recursos del sistema o bien una sustancial reducción del gasto. Montoro piensa que la clave está en que el gasto público crezca por debajo del crecimiento económico. Y Almudena Semur, coordinadora del Servicio de Estudios del IEE, insiste en la importancia de ser ambiciosos a la hora de salir de ese procedimiento. Antes de aprobar una bajada del Impuesto de la Renta, cree que habría que blindar la atención de todos los gastos del Estado del Bienestar. Asimismo, insta a cumplir con la gobernanza europea y con la regla de gasto, ya que si se está creciendo y creando empleo es gracias al cumpliendo del déficit. «Aunque crezcamos más, no hay que gastar más», apostilla.

A Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de CUNEF y director de Estudios Financieros de Funcas, le parece que esa rebaja podría resultar conveniente. Aun así, aboga por analizar cuidadosamente la estructura del impuesto para ver en qué medida afectaría al consumo y al ahorro. «Este impuesto lo sostienen fundamentalmente las clases medias, y éstas son menguantes, por lo que la presión sobre ellas se ha ido redoblando», agrega.

El martes se aprobará el aumento de un 1,3% del techo de gasto, hasta los 119.834 millones de euros, para 2018. No obstante, Manuel Alejandro Hidalgo, profesor de Economía de la Universidad Pablo de Olavide, advierte de que éste no es el momento de expandir el déficit y de que aún es pronto para abordar expansiones de gasto que no estén basadas en el propio crecimiento de la economía o en aumentos impositivos. «Todo lo que sea elevar el déficit nos puede perjudicar a medio y largo plazo», avisa. En este sentido, Pich considera que la revisión al alza del crecimiento económico otorga un margen escaso para plantear una subida del techo del gasto, y que en las circunstancias actuales sería recomendable que ésta no superara en ningún caso el 50% del incremento porcentual del PIB. Carbó, por su parte, recuerda que al tiempo que avanza el crecimiento lo hace la exigencia de reducción de déficit y deuda. Así, cree que es preciso andar con moderación y, sobre todo, buscar un mayor apoyo europeo en materia de convergencia y sistemas comunes de impulso fiscal.

PRONÓSTICO MODERADO

La elevación de la predicción sobre el crecimiento económico era esperable, ya que la mayor parte de los analistas habían apuntado en esa dirección. Carbó opina que se trata de una revisión al alza moderada, y que seguramente no será la última que realice el Gobierno a lo largo del año. Es más, las previsiones de AFI señalan un crecimiento del 3,2% para 2017. Y es que tanto el consumo como el sector exterior están teniendo un comportamiento mejor del esperado. El director de Estudios Financieros de Funcas apunta que en el extranjero continúan viendo que las reformas y el esfuerzo realizado en España están dando sus frutos. En cualquier caso, remarca que no hay lugar para la complacencia y que se debería retomar el impulso reformista.

Las expectativas de crecimiento se han quedado cortas desde que se inició la recuperación y «las previsiones se están revisando continuamente al alza gracias a las reformas efectuadas». Semur achaca las mejoras de las perspectivas a factores exógenos y endógenos. En cuanto a los primeros, resalta el mayor crecimiento del comercio internacional, debido a que el riesgo de expansión de las políticas proteccionistas no se ha materializado y a que el impacto de la subida del petróleo ha sido menor del esperado. Respecto a los endógenos, «han resultado determinantes las reformas estructurales y las ganancias de competitividad de los últimos años derivadas, en gran medida, de la reforma laboral».

El nuevo patrón de crecimiento es más equilibrado, ya que se basa en la demanda interna y en el tirón de las exportaciones. De hecho, el último escenario macroeconómico prevé un incremento de las exportaciones próximo, o incluso superior, al 5%. La demanda interna, por su parte, contribuirá al crecimiento con más de dos puntos hasta 2020. Carbó mantiene que el sector servicios constituye el principal pilar del avance económico y subraya el hecho de que se esté creciendo de forma significativa pese al menor empuje del ladrillo. En cualquier caso, asegura que «la construcción y el sector inmobiliario siguen siendo y serán importantes para el crecimiento en España, siempre que se mantengan sobre una base de contribución sostenible a la actividad agregada».

De cumplirse las previsiones, la economía española mantendrá el elevado diferencial de crecimiento con los principales países desarrollados. En especial, con los de la eurozona, para los que la Comisión Europea prevé un avance ligeramente inferior al 2%, marcado por incertidumbres a medio plazo como el Brexit, las políticas comerciales o el agotamiento de los estímulos monetarios. Desde el Ministerio de Economía apuntan que en un contexto de mayor crecimiento del comercio mundial, la economía española puede aprovechar mejor las oportunidades para ampliar mercados gracias a las mejoras de competitividad logradas en los últimos años.

Entre los motivos por los que España crece más que los países del entorno, Hidalgo destaca, en primer lugar, el margen existente con antelación, dados los grandes desequilibrios que se han logrado corregir por las reformas, que han permitido que el crecimiento de nuestra economía sea más robusto que el de los países vecinos. De igual modo, revela que con una capacidad productiva muy de-saprovechada, cualquier aumento de la actividad impulsado por la demanda genera crecimientos intensos. En segundo lugar, asegura que el crecimiento se retroalimenta, generando empleo y, a su vez, demanda. Finalmente, destaca la mejora de la confianza, que ayuda sobre todo al consumo y, en menor medida. a la inversión; la eliminación de factores restrictivos del crecimiento, como fueron las políticas de contención del gasto público implementadas entre 2010 y 2013; y los famosos vientos de cola, como la política monetaria, la mejora del crecimiento global que ha espoleado las exportaciones –en particular el turismo–, la exclusión de restricciones crediticias y la caída de los precios del crudo entre 2015 y 2016.

En este sentido, Carbó cree que lo que hay que preguntarse es hasta qué punto el crecimiento se está asentando sobre pilares sólidos de empleo, y reforzarlos. «La idea no es sólo crecer más que nuestro entorno, sino resistir cuando las cosas sean menos favorables», puntualiza.

Más empleo

El paro registrado bajó en 98.317 personas durante el pasado mes, en el que el descenso interanual fue de 404.243 personas. O lo que es lo mismo, el mejor dato en un mes de junio de la serie histórica. La ministra de Empleo, Fátima Báñez, destacó que se han recuperado siete de cada diez empleos destruidos por la crisis; y que en el primer semestre de este año se ha creado un 30% más de empleo que en 2016. De hecho, llegó a afirmar que «es el momento de que suban los salarios».

El empleo crece a un ritmo superior al 2,5%, lo que permitirá alcanzar los 20 millones de ocupados a finales de 2019. De las previsiones de Economía se desprende que la tasa de paro podría reducirse hasta el 11% al cierre de 2020 –supondría el porcentaje más bajo desde el segundo trimestre de 2008–. La reforma laboral ha permitido generar puestos de trabajo con ritmos de crecimiento inferiores al 1%. Así, este año la creación de empleo podría aumentar un 2,8%, tres décimas más que a lo largo de los cuatro siguientes ejercicios.