Opinión
Huele a sequía y a más inflación
Mucho tendrá que llover para evitar que el coste de los alimentos se dispare aún más del 12% que vaticina el Banco de España
Nos enfrentamos a uno de los años más secos desde 1970, al menos en amplias zonas de España, según los registros meteorológicos. La evidencia es notable en Extremadura o Cataluña, regiones muy alejadas, y en amplias zonas de las dos Castillas y Andalucía, como en Córdoba, donde no corre un hilo de agua por los cauces de sus ríos. Las previsiones no resultan demasiado halagüeñas y los pronósticos, al menos en el medio plazo, no apuntan a lluvias generalizadas que mitiguen la situación. Podemos regocijarnos en las terrazas con el sol luciendo a plena potencia en marzo y aventurar una Semana Santa playera, pero debemos de ser conscientes de lo que nos espera.
La sequía amenaza con severidad la producción agrícola y, por tanto, pone en riesgo no solo nuestro aprovisionamiento, sino que apunta a un encarecimiento de los precios de los alimentos, tanto frescos como elaborados, algunos de los cuales han doblado su coste en pocos meses.
El Banco de España acaba de pronosticar un alza de los precios de los alimentos del 12,2% para este año. ¿La causa? Aún no se han trasladado todos los costes a los productos.
Pero el Banco de España no ha tenido en cuenta el factor climatológico, algo que por su extrema volatilidad es difícilmente cuantificable para la institución.
A los problemas en las cosechas se suma otra consecuencia de la sequía: el incremento de los precios de la energía y, en consecuencia, del recibo de la luz y también del precio de los alimentos, cuyo componente energético es más que notable.
De hecho, el analista de gas natural de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Jean-Baptiste Dubreuil, reconoció ayer las potenciales tensiones energéticas debido a la falta de lluvia y al estado del parque nuclear francés, en revisión generalizada. En su intervención en la jornada organizada por el Club Español de la Energía, Dubreuil incidió en las incertidumbres eléctricas por la escasez de lluvias, lo que genera dudas sobre la capacidad de generación eléctrica hidráulica –que ya cayó casi un 40% en 2022 precisamente por la sequía–. No podemos predecir el clima de abril o mayo, pero mucho tendrá que llover para evitar que la inflación alimentaria se dispare aún más.
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