IPC

Inflación: la ladrona roba menos, pero roba

El IPC es acumulativo y el que los precios suban menos que el mes pasado o el año anterior no significa que bajen

Ambiente del Mercado Maravillas en el barrio madrileño de Cuatro Caminos en estos días en los que la inflación esta disparada por una subida de precios generalizada en alimentación y energía.
Ambiente del Mercado Maravillas en el barrio madrileño de Cuatro CaminosAlberto R. RoldánLa Razón

Margaret Thatcher (1925-2013), la «dama de hierro» británica, nunca se andaba con rodeos y llamaba a las cosas por su nombre o, por lo menos, por el que ella creía que era. Nunca tuvo la mínima duda ni tolerancia con la inflación. Por eso, siempre defendió con vehemencia que «la inflación es la madre del paro y la ladrona invisible de los que han ahorrado». El IPC interanual en España en mayo fue de un 3,2% según los datos adelantados del Instituto Nacional de Estadística. El ritmo de crecimiento se ha moderado desde el 4,1% del mes pasado. Ahora sube nueve décimas menos, pero sube. Algo parecido ocurre con la llamada inflación subyacente –la que no contabiliza ni el precio de los carburantes ni el de los alimentos frescos–, que campa por el 6,1%, frente al 6,6% de abril, porcentajes aún elevados. En otras palabras, la inflación sigue al alza, pero a un ritmo menor.

Los datos provisionales de mayo no son malos, pero tampoco son para lanzar las campanas al vuelo, como intentará hacer el Gobierno y los adictos al dinero fácil y barato. La inflación es acumulativa y el que los precios suban menos que el mes pasado o el año anterior no significa que bajen. El IPC alcanzó un pico del 10,8% en julio del año pasado, que llegó para quedarse y, a partir de entonces, los precios suben menos, pero no han dejado de hacerlo en ningún momento. Incluso en el caso de los alimentos han llegado –y todavía están por esas nubes– a superar el 17%. Todo eso supone una pérdida de poder adquisitivo notable y también un deterioro del valor del dinero o, como le gustaría decir a la ex primera ministra británica, de los ahorros. La bajada, esa sí, del precio de los carburantes y de la energía –lejos de los altos niveles del principio de la guerra de Putin– es la que ha dado un respiro a la inflación, pero los nubarrones todavía no se han despejado. En el caso español, por ejemplo, la supresión –que llegará en los próximos meses– de las distintas bonificaciones, algunas de tintes populistas, aplicadas por el Gobierno, volverán a tensar más al alza los precios. Sánchez –es lógico– intentará aprovechar en la campaña unos datos menos negativos pero, aunque por ahora algo menos, ahí sigue esa ladrona invisible que denunciaba Thatcher.