Supervisor bancario
La UE proyecta inyectar 40.000 millones en la banca italiana
Juncker y Draghi creen que Italia debe afrontar los 360.000 millones de créditos impagables ante las «turbulencias» por el efecto del Brexit
Juncker y Draghi creen que Italia debe afrontar los 360.000 millones de créditos impagables ante las «turbulencias» por el efecto del Brexit
El BCE está listo para actuar con toda su artillería en caso de que la presión de los mercados sobre la eurozona por el Brexit sea asfixiante. Así lo hizo saber su presidente, Mario Draghi, quien pronosticó en la madrugada de ayer un largo periodo de turbulencias marcado por la extrema volatilidad. Sin embargo, el banquero italiano está más preocupado por asegurar la establidad del sistema financiero de la eurozona que del efecto Brexit, al que atribuyó una influencia mucho menos apocalíptica de lo que se esperaba con un efecto moderado de entre 0,3 y 0,5 puntos sobre el PIB de la zona euro en un margen de tres años.
Draghi y, sobre todo, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y el primer ministro italiano, Mateo Renzzi, están preocupados por el fuerte castigo que el Brexit ha causado en la ya vapuleada banca italiana, que acumula unos 360.000 millones de euros en créditos impagables.
Entre el viernes y el lunes pasados los títulos de los bancos europeos perdieron más de 22% de su valor en bolsa, acercándose de nuevo a los mínimos históricos alcanzados hace cuatro años durante la explosión de la crisis de deuda soberana en Europa. Los más castigados fueron los bancos italianos y portugueses. Las acciones de las entidades financieras son las que menor rendimiento han obtenido en la bolsa de Milán en lo que va de año. El viernes, tras conocerse la decisión de Reino Unido de salir de la UE, las entidades italianas se desplomaron en la bolsa local. Hubo seis bancos que vivieron caídas superiores al 20%, entre los que se incluyen Intesa Sanpaolo.
Juncker teme que una sacudida en los mercados se lleve por delante el sistema bancario italiano. «La Comisión Europea hará todo lo posible para evitar una estampida bancaria», advirtió. Draghi se muestra por ahora más preocupado por mandar señales sólidas a los mercados en caso de un ataque al euro y a la deuda pública. Sin embargo, el jefe del BCE ya ha advertido varias veces, sin señalar, que hay bancos europeos cuyos balances no están limpios.
La banca trasalpina se enfrenta a un escenario incierto también en casa, donde se espera un lento crecimiento en los próximos años y tasas de interés muy bajas. Esto ha aumentado la presión en la banca italiana para que limpie sus balances de los activos más peligrosos. Por su parte, el Tesoro italiano, aunque sigue defendiendo la fortaleza de su banca, está alerta para atajar cualquier ataque.
El Gobierno italiano está debatiendo un plan para inyectar hasta 40.000 millones de euros en los bancos con mayores activos tóxicos, con el pretexto de que la excepcionalidad del Brexit y sus duras consecuencias hacen necesaria la inyección sin que ésta sea considerada una ayuda directa. En este sentido, Roma llegó a un acuerdo con Bruselas para que la transferencia de activos sea a precio de mercado y, por lo tanto, no se necesitaría el aval de Bruselas, ya que no estarían en entredicho las normas de Competencia.
La banca arrastra un expendiente trágico. Cuatro bancos salvados al borde del colapso, ocho o nueve entidades en venta sin comprador, un deterioro imparable y 202.000 millones en créditos basura y otros 158.000 millones de difícil cobro. Su morosidad cuadruplica la media europea, con un 17% de créditos dudosos sobre el total. En España, la morosidad es inferior al 9%.
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