Macroeconomía
Los errores que no se le perdonan a Mauricio Macri
Mauricio Macri llegó a la presidencia de Argentina gracias a una intensa campaña en la que repitió con ansia que el kirchnerismo había dirigido al país a la crisis con una pésima gestión económica. Por medidas como el cepo cambiario que duró cuatro años y que el candidato prometió eliminar si salía vencedor. Los datos estaban sobre la mesa de todos los ciudadanos, que se convencieron de las palabras de Macri. Y le votaron para que diese la vuelta a la situación. Cuatro años después la economía ha empeorado y muchos se arrepientan de haber dado su confianza al expresidente de Boca Juniors y heredero de una de las corporaciones más grandes de la nación, Grupo Macri.
El primer error de Macri lo cometió nada más entrar en la Casa Rosada. Se encontró con unas cuentas más deterioradas de lo que esperaba y en lugar de darlo a conocer a la opinión pública, hizo lo mismo que el kirchnerismo, esconderlo. Tomó esa decisión por autoestima, porque se veía capaz de recobrar el buen rumbo sin la necesidad de avisar a los argentinos de la realidad y bajarles el ánimo.
INFLACIÓN
El exceso de autoconfianza también le falló, explica el profesor de Economía Internacional y América Latina de la Universidad de Comillas, Alfredo Arahuetes, al «creerse que tenía las herramientas para bajar la inflación con políticas ortodoxas». Sin embargo, los precios a los consumidores subieron un 38,5% en el primer año de su gabinete, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, un 25% en el segundo, un 45,5% y en el presente ya acumulan un 60%.
AJUSTES GRADUALES
Se equivocó, igual que al llevar a cabo «ajustes graduales de todo», sostiene Arahuetes, en lugar de hacerlo de un golpe, para que a los ciudadanos no les suene tan fuerte. El ajuste consistía en aumentar los ingresos y en reducir los gastos, acciones siempre impopulares, pero aún más si se dilatan en el tiempo. Para lo primero, anunció, poco a poco, subidas a las tarifas de servicios públicos. Una tras otra fueron enfureciendo a los argentinos tanto como a las empresas la progresiva eliminación de subvenciones a las mismas. En definitiva, han sido cuatro años de cosechar incertidumbre en la calle y en los mercados porque no se sabía cuándo se anunciaría un nuevo tijeretazo en vez de haber ejecutado uno o dos certeros en un principio.
iNVERSIONES
Hace falta mucha autoestima para pensar que el desgaste no va a pasar factura. La misma que tuvo cuando imaginó un programa económico en el cual, «lo más importante para desarrollarse era dar señales amigables a los mercados», asegura el investigador de la escuela de negocios de Columbia University, especialista en macroeconomía y deuda pública, Martin Guzman. Es decir, Macri esperaba que sus políticas fuesen simpáticas y aterrizase en Argentina una «lluvía de inversiones que redundaría en un aumento del producto, incluyendo al producto exportable, que le daría consistencia al combo macroeconómico de una reducción gradual del déficit fiscal con una reducción mucho menos gradual de la inflación», añade Guzman.
Era un cóctel perfecto, sin fisuras. Llegarían inversiones en dólares que el Gobierno cambiaría al banco central en pesos, con los que cubriría el déficit fiscal. Por su parte, el banco central emitiría bonos en pesos a tasas de interés bajos que resultarían en un alto retorno en dólares y, así, favorecería el saneamiento financiero de la economía nacional y estabilizaría la inflación. Con esta fórmula, la economía hubiese crecido, la demanda del peso se increcmentaría y la deuda experimentaría una dinámica sostenible, indica Guzman.
Era buena idea, pero demasiado dependiente de esa «lluvia de inversiones», que nunca se produjo. Y el confiado e impasible Macri no tenía plan B. Internamente, el país no experimentaba ninguna señal de recuperación y, para colmo, en el exterior sus socios más cercanos, como Brasil y Estados Unidos, optaban por políticos proteccionistas. Eso, unido a un contexto decreciente de la economía internacional, resultó en una bomba de relojería que explotó a finales de abril de 2018, apunta Guzman, cuando los mercados cambiaron para mal sus expectativas sobre Argentina.
eL PESO
Entonces, no sólo no llegaron inversiones, sino que hubo una masiva huida de capitales que causó la depreciación del peso. La devaluación se ha prolongado durante un año y medio y cada día que pasaba más gente se disponía a sacar su dinero del país, refugiándose en una moneda, o a cambiar pesos por dólares, disminuyendo las reservas de la divisa de referencia en el banco central. Macri, quien tanto había criticado la gestión económica del kirchnerismo, recibió de su propia medicina.
Cristina Fernández de Kirchner tenía ante sí el terreno que esperaba para emprender la venganza y anunció que lo haría, como vicepresidenta, con Alberto Fernández como cabeza de serie (pues ella estaba demasiado manchada por la corrupción e, incluso, acusaciones de asesinato). Desde ese momento, la de Macri ha sido una crónica de una muerte anunciada. Perdió todo la autoestima y ya ni siquiera intentó abandonar el cargo con la mayor dignidad posible.
Guzman comenta que «a partir de entonces realizó un manejo altamente errático de la economía». El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para controlar el crecimiento de la deuda no convenció a nadie, los ministerios iban cada uno a lo suyo, sin una dirección homogénea, o se llevó a cabo erróneamente la convalidación del aumento del pasivo externo neto del país vía la venta de parte de las reservas internacionales que se habían acumulado con el endeudamiento en moneda extranjera, explica Guzman.
Macri vagaba a la deriva y, si no llega a ser porque en agosto la acumulación de todos sus fallos le ha estallado en la cara, nunca hubiese vuelto a tomar un rumbo concreto. Al menos, ahora mismo sí tiene un plan, abandonar la Presidencia con la mayor dignidad posible. Evitar ser él quien tenga que dictar un nuevo corralito o una quiebra de Argentina. Que si eso tiene que pasar, que sea su sucesor quien lo haga mientras él se enriquece con su multinacional y ve los partidos de Boca Juniors en su enorme televisor con esos ojos azules tan inexpresivos como sus cuatro años en el Gobierno.
Las empresas españolas sufren con creces los efectos de la crisis
Un holgado grupo de empresas españolas se están viendo afectadas por la crisis económica en Argentina, pues tienen negocios allí. Los bancos BBVA y Santander son los más perjudicados por la exposición que sufren ante el devenir financiero del país. Respecto al primero, el 5,3% de sus resultados provienen de allí, y el segundo está cerca de ese porcentaje. Pero Telefónica Hispam Sur tampoco se salva de la quema y en el primer semestre de 2019 registró un 7,6% menos de beneficio que en el mismo periodo del año anterior. Naturgy es otra de las compañías del Ibex a la que le repercutirá la debacle económica en la nación albiceleste, pues cuenta con una participación del 70% de Naturgy BAN. Además, Abengoa cuenta con una filial en el país desde 1968, Teyma Abengoa. Inditex, que mantiene abiertas una decena de tiendas en territorio austral, ha reducido su exposición a Argentina durante el año pasado, al ver la que se venía encima. Como destacan en sus memorias anuales, redujo su número de proveedores de 37 a 26 y de fabricantes de 36 a 30. Por otra parte, multinacionales como Indra y Elecnor participan en proyectos en Argentina. A Dia, que ya de por sí está en una situación delicada, la situación de Argentina le ha caído como un jarro de agua fría. Otra empresa con una representación importante en el país es la casa de apuestas Codere. Se trata de su principal mercado y supone casi un 40% de su Ebitda. Mapfre o Prosegur, que también operan en el estado, no podrán evitar los efectos. Las ganancias de todas estas empresas en Argentina están a expensas del desarrollo de la moneda local. «Si se devalua el peso y haces tu negocio en esa divisa, tus beneficios disminuyen», apunta Alfredo Arahuetes. Y los límites al cambio de divisa, son límites al consumo y a la actividad económica en general. Así que cualquier empresa que exporte Argentina verá sus ventas reducidas por los efectos de la crisis que azota el país.
Un piedra más en el camino para el acuerdo entre la UE y Mercosur
La Unión Europea y Mercosur (mercado común que incluye a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) se encuentran en proceso de firmar un acuerdo. No obstante, los parlamentos de los países de América Latina tienen que ratificar la relación, y Brasil ha amenazado con abandonar Mercosur si los peronistas (Alberto Fernández) ganan las elecciones. «El Mercosur es un vehículo para que abramos la economía. Y si Kirchner entra al gobierno y quisiera cerrarla, salimos del mercado común», comentó el ministro de Economía brasileño. Por lo tanto, se tambalearía el tratado con la UE. El próximo gobierno albiceleste y el actual de Brasil no han empezado con buen pie. Aunque la UE tampoco está muy convencia de querer ratificar el acuerdo porque cree que Bolsonaro no está cumpliendo con uno de los puntos fuertes del documento, el cuidado del medio ambiente, pues los incendios en la Amazonía se han triplicado el único agosto que él ha sido presidente.
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