Ingeniería
No demonicemos el hormigón
El reciente anuncio de que Fomento pasará a denominarse Transporte, Movilidad y Agenda Urbana parece suponer un cambio de paradigma en este ministerio, en el que se priorizará la conservación y mantenimiento por encima de la inversión en nuevos elementos de la red de transporte. En palabras del ministro: “menos hormigón”.
El sector de la ingeniería lleva muchos años reclamando más recursos para la conservación adecuada de las infraestructuras, pero mantener y conservar una infraestructura no significa mantenerla como está, sino modernizarla, mejorarla y ponerla al día de acuerdo con las nuevas necesidades.
Así, el adecuado mantenimiento de una autovía puede exigir una respuesta a incrementos de tráfico mediante su ampliación de capacidad, o el de una carretera convencional puede requerir la construcción de variantes de población para garantizar la seguridad en poblaciones ahora atravesadas por la carretera. Por ejemplo, en la actualidad miles de vehículos que circulan a diario por la N-211 (en las provincias de Guadalajara y Teruel) se ven obligados a pasar por numerosos cascos urbanos, como es el caso de Molina de Aragón, con más de 3.000 habitantes, ante la ausencia de variantes adecuadas.
No es posible, por tanto, mantener y conservar infraestructuras “sin hormigón”, porque eso significa dejar las cosas como están, sin evolucionar y, por tanto, quedarnos con las infraestructuras anticuadas en cuestión de pocos años.
Y aún con todo, se cuentan por centenares las infraestructuras pendientes y prioritarias en España en materia de transporte, hasta 272 actuaciones. De ellas, una buena parte corresponde a la accesibilidad a las ciudades, redes secundarias y gestión de capacidad, es decir, “hormigón”.
Uno de los ejes del nuevo ministerio pasa por la sostenibilidad y da la sensación de que el hormigón es poco sostenible. Nada más lejos de la realidad, en tanto el próximo paso en innovación en carreteras pasa por llevar la economía circular a los materiales empleados en la construcción.
En concreto, hay campo para la innovación en el diseño de procedimientos para reaprovechar el firme en mal estado y regenerarlo para volver a utilizarlo, en vez de la tradicional retirada a vertedero. Las investigaciones al respecto están avanzadas, pero aún son procesos costosos a los que debemos encontrar la fórmula para poder abaratar, de tal modo que desde la Administración se implante como práctica habitual en la conservación y mantenimiento de nuestras carreteras.
Quizás la opinión pública tienda a pensar que la innovación solo pasa por las tecnologías de la información y sea menos glamuroso pensar en economía circular con el firme de las carreteras.
Y también es cierto que la implantación del coche autónomo obligará a actuar en las carreteras existentes para que pueda existir una interacción entre vehículo e infraestructura, pero hoy por hoy no hay ningún plan para hacer “inteligentes” los miles de kilómetros de la red, que necesitará de una inversión considerable y encontrar el modo de lograr que sea lo más eficiente desde el punto de vista económico, con un coste por kilómetro asumible.
Para esto aún queda. De momento, conservemos, mantengamos y modernicemos el "hormigón” que tenemos y no lo demonicemos. Hagamos lo necesario, sin excesos injustificados, pero no olvidemos que el “hormigón” ha contribuido desde siempre, y seguirá haciéndolo, al desarrollo de las sociedades y el bienestar de los ciudadanos.
*Director general de Fidex
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