
Macroeconomía
El primer golpe de los aranceles de Trump recortaría casi 12.000 millones a la economía española y a largo plazo más de 55.000 millones
Fedea calcula que, en el peor escenario, el PIB global se contraería un 3,38% y el estadounidense un 3,78%. En el caso de España sería un 3,46%

La economía española tendría un duro impacto con la entrada en vigor de las nuevas tasas arancelarias aprobadas por la Administración Trump sobre las exportaciones de la Unión Europea. Y no es una cuestión baladí, como intentan minimizar desde el Gobierno. En el peor de los escenarios de proyección, el PIB podría perder hasta un 3,46%, lo que se traduciría en más de 55.000 millones de euros.
Así los advierte el último estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), elaborado por los economistas Jorge Alonso Ortiz (ITAM‑CIE) y José María Da Rocha (Universidad de Vigo), que estiman que la imposición por parte de Estados Unidos de un arancel uniforme del 10% a sus importaciones provocaría un recorte del 0,82% en el PIB estadounidense, del 0,73% en la economía mundial y del 0,74% en el caso de España durante el primer año -lo sería un recorte de casi 12.000 millones de euros-, aunque habría efectos aún más severos en caso de una escalada arancelaria, que provocaría esa pérdida del 3,46% solo en España.
El informe cuantifica el impacto inmediato del nuevo shock arancelario de Estados Unidos -iniciado en 2018 y recrudecido en 2025- sobre la economía mundial, con un escenario de referencia con un arancel uniforme del 10% a sus importaciones. En esta situación, el modelo de Ortiz y Da Rocha predice que la factura a pagar tanto para la Unión Europea como para los exportadores de referencia de EE UU -como Canadá, China o México- arrastraría una pérdida de entre medio y casi tres cuartos de punto porcentual de renta. Según apunta el informe, la razón es la propia trama productiva: "cuando un componente se encarece en la frontera estadounidense, los sobrecostes se propagan por todas las cadenas de suministro internacionales, llegando a sectores que ni siquiera exportan directamente a EE UU".
El modelo asume que, en el corto plazo, las cadenas de suministro "son rígidas", ya que las empresas no pueden cambiar de proveedor con facilidad, "tal como corrobora la evidencia microeconométrica", de modo que los precios, y no las cantidades, absorben el shock. Sobre esa base, el estudio estima en dólares internacionales comparables la merma de PIB provocada por los aranceles unilaterales del Gobierno de Donald Trump y analiza cómo estas tarifas reconfiguran los flujos comerciales, medidos como la ratio de exportaciones más importaciones sobre PIB, "siempre en ausencia de represalias", advierten.
En este contexto, los expertos de Fedea estiman cuatro posibles etapas de escalada. La más severa mantiene el 10% general, eleva al 25% el gravamen a Canadá y México, a un 15% el de la UE, y a un 145% el que afecta a China. Bajo este esquema extremo, el PIB global se contraería un 3,38% y el estadounidense un 3,78%. "En un sistema de producción tan imbricado como el actual, las guerras comerciales no se ganan, se financian con menores salarios reales y con inflación importada. El mayor perdedor de una guerra comercial es el que la inicia", alerta Fedea.
El trabajo muestra también que el shock arancelarios apenas cambia el volumen de comercio mundial porque "el cociente de exportaciones e importaciones sobre PIB retrocede solo un 4% a escala mundial. Sin embargo, el grueso del flujo que abandona EE. UU. encuentra nuevo destino, sobre todo en México. El arancel actúa, por tanto, menos como un muro y más como una válvula que desvía contenedores hacia otros puertos. El comercio ni se crea, ni se destruye, se redistribuye".
Con estos datos, para los especialistas de Fedea el mensaje para los responsables económicos es claro. En primer lugar, los costes de corto plazo están "probablemente infravalorados" cuando se usan modelos que permiten sustituir proveedores con rapidez: "la pérdida estadounidense del 3,78% del PIB contrasta con estimaciones inferiores al 1%". Segundo, el "efecto bumerán" competitivo es evidente: "EE UU termina siendo la economía que más reduce su grado de apertura y su PIB, mientras sus socios y rivales ocupan el espacio que deja libre. Por tanto, la Administración Trump "se pega un tiro en el pie". Y tercero, en una espiral de represalias -que el informe no ha incluido en la simulación- "se duplicarían previsiblemente los daños, como enseñan los precedentes históricos de los años 30. Nuestro análisis no respalda en absoluto la idea 'Trumpiana' de que los aranceles reindustrializan sin dolor, sino que reparten la actividad, encarecen la cesta de consumo doméstico y reducen la renta real del país que los impone". Por ello, en un sistema de producción tan imbricado como el actual, "las guerras comerciales no se ganan, se financian con menores salarios reales y con inflación importada. El mayor perdedor de una guerra comercial es el que la inicia".
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