Ayudas económicas

Recuperar la prestación social

Los jóvenes españoles no necesitan más videojuegos ni conciertos, sino lo mismo de siempre: formación orientada al mercado y oportunidades

Imagen de unos jóvenes abrazándose sin mascarillas en la plaza de Callao.
Imagen de unos jóvenes abrazándose en la plaza de CallaoJesus G. FeriaLa Razón

Nadie entiende la fijación de la izquierda por regalar el dinero ajeno. Que si cheques para comprar videojuegos e irse de festivales, que si una renta universal casi a discreción para los jóvenes. Cualquiera diría que lo que pretenden Sánchez y Díaz es endeudarnos aún más sin ningún beneficio más que una breve satisfacción inmediata para los beneficiarios de estas dádivas. Algo así como el gustazo que se da de cuando en cuando algún chalado tirando billetes por las calles. Solo que en este caso sí salen de sus bolsillos, al menos en teoría.

Los jóvenes españoles no necesitan más videojuegos ni conciertos, sino lo mismo de siempre: formación orientada al mercado y oportunidades. Tiene un servidor muy presente los años en los que dejó atrás sus primeros estudios universitarios. Agonizaba el «felipismo» y en España no había un solo puesto de trabajo. La desesperación era tal que algunos seguimos la estela que ya habían tomado nuestros hermanos mayores y agarramos una maleta con destino a Europa. Una pauta que se ha seguido replicando en una crisis tras otra.

Con unatasa de paro juvenil en el 28,4% en mayo, la más alta de toda la UE, según Eurostat, España se distancia cada vez más de otros países (en Grecia está en el 24% e Italia en el 21,7%), lo que indica que seguimos haciendo mal las cosas. Quizá la aproximación más interesante para ganar experiencia no es tanto elevar sin freno el Salario Mínimo ni blindar cada vez más los contratos, lo que dificulta los primeros contactos de los jóvenes con el mercado laboral.

Sin caer en la precarización, convendría estimular la entrada gradual de los jóvenes en el mercado con salarios acordes a sus conocimientos, simultanear los estudios y las prácticas liberando horas de formación escasamente útiles, todo para dar empleo a un claustro generalmente alejado del mercado laboral. Aunque el nivel educativo de los jóvenes españoles es de los más altos de Europa, tenemos un 12,7% de «ninis». Para todos ellos, sería interesante recuperar la prestación social, un tiempo de formación y de servicio al bien común, en distintos ámbitos, desde el cuidado de bosques y ríos, al de ancianos o ONG. Ahí sí se deberían derivar ayudas, no a fondo perdido.