Maquinaria
No somos nadie
Los cachivaches modernos ponen de manifiesto que «no somos nadie» y menos en los momentos actuales
Primer ejemplo: después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, los agricultores de este último país que habían comprado tractores y otro tipo de maquinaria agrícola de marcas procedentes de Estados Unidos se quedaron colgados de la brocha, o mejor dicho del ordenador de a bordo, porque desde entonces no han podido actualizar el cerebro del vehículo; se han dado cuenta de que habían comprado un montón de hierros, pero que el soporte que hace que eso funcione no es suyo, sino que seguía en manos de los fabricantes.
Segundo ejemplo similar al anterior: nos creemos que «nuestro» coche es de «nuestra» propiedad y eso no es así; no será la primera vez que acudimos al taller con un problema en la batería, que nos ha dejado tirados, y nos encontramos con que nos cambian la pieza vieja por una nueva y, a continuación, nos dicen que hay que actualizar todo el sistema o el cerebro que rige el coche, y que eso solo se puede hacer en un taller de la marca en cuestión y mediante contacto con los datos que guarda esa empresa de nuestro vehículo. Y ahí es cuando nos damos cuenta de que los coches modernos llevan asientos, volante, ruedas o, entendidos en sentido amplio, «hierros» y que eso sí es nuestro, pero que no tenemos la propiedad de lo que hace que funcione. Y entonces nos acordamos del 600 o el dos caballos de nuestros padres y abuelos, que sí que eran suyos de verdad, porque metías la llave y arrancaba, y no como ahora.
Tercer ejemplo: los teléfonos móviles; es verdad que hemos comprado un terminal a precio de oro, que no deja de ser más que un montón de «hierros», pantalla y otros componentes, pero que no funciona sin el sistema operativo y demás programas informáticos sobre los que no tenemos control y que, por mucho que digan, no nos han vendido. Y nos lo recuerdan periódicamente con lo de las actualizaciones entre otras mandangas. Lo mismo pasa con los ordenadores y otra multitud de cachivaches modernos.
Puesto de manifiesto lo anterior, he llegado a la conclusión de que procede utilizar esa frase tan empleada en los pésames de que «no somos nadie» y menos en los momentos actuales.
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