Opinión

Tormenta sobre el Banco de España

Un error inicial, acaso de soberbia, del Gobierno y otro, posterior, acaso de pardillez del PP, unidos a rivalidades internas, han desatado una tormenta absurda y gratuita sobre el Banco de España

Nadia Calviño, Vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital durante la sesión de control al gobierno hoy en el Congreso de los Diputados.
Nadia Calviño, Vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital durante la sesión de control al gobierno hoy en el Congreso de los Diputados.Alberto R RoldánLa Razón

Lin Yutang (1895-1976), varias veces nominado para el premio Nobel de Literatura, fue un escritor chino, afincado en Estados Unidos, cuyas traducciones de los clásicos de su país han sido las más difundidas en Occidente, como «La sabiduría de Confucio», la versión más popular de la obra del autor de las Analectas. Yutang atribuye a Confucio (552 AC-479 AC) la idea de que «un hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor». Algo más tarde, Aristóteles (384AC-322) dejaría escrito en su «Política» (libro VIII, capítulo III) que «como el comienzo es la mitad del todo, un pequeño error al comenzar influye en todo lo restante».

Felipe González, casi 2.500 años después, ha esbozado una adaptación coloquial del consejo confuciano. El expresidente, al comentar, aunque fuera de forma elíptica, algunas decisiones del Gobierno de Pedro Sánchez –por ejemplo la ley del «solo sí es sí»–, explicaba que en política es inevitable meter la pata, pero que lo importante es sacarla cuanto antes. Ahora, una serie de errores, del Gobierno y de la oposición, aunque el origen está en el Ejecutivo, ha desatado una tormenta absurda y que se podía haber evitado sobre el Banco de España, que encabeza Pablo Hernández de Cos, quizá el mejor gobernador de la institución en muchos años. El Gobierno debía nombrar a dos personas para renovar a los consejeros del Banco de España Carmen Alonso y Fernando Eguidazu, que habían agotado su mandato y dejaban su puesto de forma automática. La tradición y la norma no escrita, pero aplicada de forma regular, es que los dos principales partidos, PSOE y PP, acordaban esos relevos y cada uno presentaba su candidato que la otra parte aceptaba. Durante años todo se hizo de forma tan rutinaria que apenas suscitaba mayor interés, más allá de alguna pequeña referencia en la prensa económica.

Los años electorales, como este, complican casi todo. El relevo de consejeros en el Banco de España debería haber pasado casi inadvertido. La vicepresidenta, Nadia Calviño, que es en última instancia quien hace los nombramientos, quiso romper la tradición y elegir a todos los nuevos consejeros. Fue el primer error, quizá de soberbia. A partir de ahí, los siguientes. Significaba romper uno de los últimos «consensos» vivos, pero también creaba un precedente que podría poner en peligro la reputación del Banco de España. Si el Gobierno ahora elegía a los dos consejeros vacantes –significaba que todos los del consejo habrían sido designados por este ejecutivo– también se ponía en riesgo el pacto de que el Gobierno escoge al gobernador y, de alguna manera, la oposición, al subgobernador, ahora subgobernadora. Casi siempre ha sido así desde que el Banco de España es independiente salvo en la etapa de Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Nadia Calviño, siguiera o no instrucciones de la Moncloa, aceptó finalmente que el Gobierno propusiera un candidato y el PP otro. Todo parecía encarrilado, pero los errores siguieron.

La vicepresidenta eligió a su exjefa de gabinete, Judith Arnal, técnico comercial del Estado, que en 2019 presentó una brillante tesis de doctorado en la Universidad de Navarra en la que analiza y advierte de los peligros de los riesgos soberanos –deuda pública– para el sector bancario y, claro, para los países. Su elección se salía algo de lo habitual, por su edad y por proceder del equipo de Calviño. El PP, por su parte, sugirió el nombre del catedrático Antonio Cabrales, doctor por la Universidad de California, un economista con trayectoria y publicaciones dentro y fuera de España. Núñez Feijóo no lo conocía, pero era la elección de Pablo Vázquez, nuevo peso pesado económico del PP, expresidente de Renfe y ahora al frente de la fundación Concordia y Libertad tras la retirada de Adolfo Suárez Illana y a la que el PP quiere dar un nuevo impulso. Algo falló, otro error, ahora de los populares, porque aunque Feijóo ha ordenado que se investigue a todos los aspirantes a cualquier puesto, nadie reparó en algunos puntos –en la práctica menores, pero llamativos– de la trayectoria de Cabrales, como haber firmado una carta de apoyo a la «indepe» Ponsati.

El puesto de consejero del Banco de España carece de poder en la práctica, pero es muy goloso y da prestigio y siempre hay quien quiere ocuparlo, y no faltaron voces, en el entorno popular –no es fuego amigo, pero se le parece–, en advertir sobre la trayectoria de Cabrales que, inducido o no, dimitió casi antes de ser nombrado, lo que desató –por los errores de soberbia de Calviño y de pardillez del PP– una tormenta, nada perfecta, innecesaria y absurda sobre el Banco de España. Unos errores que no deberían ser el origen de otros mayores, como apuntaban Aristóteles y Confucio.

El culebrón interminable de quién y cómo manda en Unicaja

Las dimisiones han continuado en la Fundación Unicaja, que tiene una mayoría del capital del Unicaja. El miércoles renunció Teresa Sáez, la última de las consejeras afines al expresidente de la Fundación, Braulio Medel, relevado –tras resistirse durante meses– por José Manuel Domínguez. Ahora queda pendiente quién mandará en el banco, algo que se disputan el presidente Manuel Azuaga y el consejero delegado Manuel Menéndez, que creía que lo tenía amarrado, pero ahora no está tan claro.

El precio del gas natural podría rondar el próximo verano los 32 euros/megawatio hora

El precio del gas natural llegó a acumular una subida de precio del 328% en el verano de 2022. Ahora, apuntan a una caída que podría llegar hasta los 32 euros/megawatio hora en el próximo verano, desde los 55 actuales y que nadie hubiera imaginado hace un año. Obligaría, por supuesto, a terminar con la política de topes de precios ahora vigentes. Todo depende de que no vuelva a aumentar la demanda –importaciones– chinas y de la evolución de la guerra de Ucrania.