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Tsipras es la auténtica tragedia griega
Desde la llegada de Syriza al Gobierno de Grecia, el país ha sufrido un retroceso significativo en las variables macroeconómicas más relevantes: ha caído la recaudación fiscal, probablemente el país heleno esté ya en recesión, tiene a los mercados financieros cerrados para su financiación, ha aumentado el déficit público y sigue sin tener un modelo económico sostenible. Además, la gestión de la crisis con sus socios europeos ha sido un fracaso: no han ido a negociar sino a imponer sus planteamientos, que son inaceptables aún cuando ellos lo saben, o que en el mejor de los casos le dieran una salida digna que vender a sus electores y así salvar la cara.
El presidente griego, Alexis Tsipras, de forma unilateral y sorpresiva convocó ayer un referéndum que cierra la puerta a cualquier posible negociación. Tsipras está preso de su propio discurso, demagogo e imposible de llevar a cabo. Él, al igual que otros miembros, como su ministro de Economía, Varufakis, han ido a tensar la cuerda a Bruselas para que Europa se postrara ante ellos. Sin embargo, se han encontrado con una posición beligerante, especialmente la del ministro de Economía germano, Schäuble, la persona que mejor ha visto desde el principio el juego de tahúr que esgrime el Ejecutivo heleno.
Pero Tsipras, que es muy consciente de que se ha jugado un órdago sin cartas, no quiere pasar a ser un traidor entre su electorado más radical. Tampoco quiere pasar a la historia como el presidente que sacó a Grecia del euro y del área euro. El presidente que hizo muchos más ricos a los griegos que tienen su dinero fuera del país, los evasores fiscales, y más pobres a los que aún lo tienen dentro.
El presidente griego, ante el cisma que puede producir el resultado y sus tremendas consecuencias, opta por un referéndum. Señor Tsipras: ¿Si tan bueno es salirse del euro, por qué convoca un referéndum? ¿No temerá las previsibles y tremendas consecuencias que se derivan del impago y su automática expulsión de la Unión Europea?
Sin embargo, la población griega es juiciosa: retira a toda prisa su dinero de unos bancos que están quebrados sin el apoyo del BCE. Mañana lunes, cuando abran los bancos griegos, puede verse una retirada masiva de dinero por parte del público griego, de la cual los bancos helenos no podrán hacerse cargo.
Tsipras, en el fondo, está pasando la «patata caliente» a sus ciudadanos, pues él mismo sabe que los griegos, en su mayoría, prefieren tener la moneda única a la dracma, contar con el apoyo del pararrayos del BCE, tener una moneda que, aunque se denomine euro, sea solvente. Que se llame euro o dólar y no dracma.
Cierto que pone en peligro a toda la Unión Europea, al logro de una unificación monetaria mal construida, pero mejor. Es mucho mejor que no tenerla. Europa hoy está preparada para afrontar un reto desconocido, el de la salida de un país. Un Estado que, se debe recordar, nunca debería haber entrado en la moneda comunitaria que nunca tuvo, puesto que falsificó sus cuentas para poder acceder a la divisa única.
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