Editoriales
Castilla y León arriesga su estabilidad
Los socialistas buscan tránsfugas para un Gobierno hecho a base de retales
El paso al grupo mixto de la procuradora de Ciudadanos por Salamanca, María Montero, justificado en tan vagas excusas que hacen sospechar en una deserción propiciada por el PSOE para romper a favor de su moción de censura el equilibrio político en Castilla y León, no sólo da cuenta del oportunismo y la incoherencia del discurso socialista, sino de la absoluta falta de consideración por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, –a cuya iniciativa se debe la maniobra para tumbar al Ejecutivo vallisoletano– hacia la actual presidenta de la formación naranja, Inés Arrimadas, a la que se pretende convertir en mera comparsa de la estrategia de La Moncloa.
Los socialistas demuestran, también, su absoluto desprecio por la estabilidad política de la región, pues un futuro gobierno de su candidato, Luis Tudanca, tendría que conformarse a base del apoyo de cuatro partidos, más los supuestos tránsfugas de Ciudadanos que rompieran la disciplina de la formación, con las contrapartidas correspondientes. Visto lo ocurrido en Murcia –donde los socialistas, a la desesperada, se saltaron todas sus líneas rojas, incluso la del «pin parental», para negociar el apoyo de los diputados díscolos de VOX– y la subsiguiente crisis interna del partido naranja, nadie puede garantizar que no se produzca un cambio de mayorías en las Cortes regionales, pese a la renovación expresa del pacto de gobierno con el Partido Popular hecha por el actual vicepresidente de la Junta y líder de Cs, Francisco Igea. Por supuesto, no había razón objetiva alguna para presentar la moción de censura en Castilla y León, y será muy difícil que la opinión pública no vea en todo esto más que una maniobra fraguada desde los despachos del PSOE en Madrid, que atiende a intereses que nada tienen que ver con los de la comunidad en cuestión.
Estrategias puramente partidistas que no hacen más que ensanchar la brecha entre lo que demanda la sociedad a sus políticos en estos momentos de emergencia sanitaria y de grave crisis económica y social, y el ensimismamiento de estos últimos en sus propios problemas. Buena parte de la responsabilidad, aunque no toda, recae, por supuesto, en el Gobierno socialista, que ventea un cambio en la aritmética parlamentaria que le sostiene y busca en Ciudadanos un seguro de repuesto. Por último, cabe desear que se imponga la cordura frente el aventurerismo y que Castilla y León pueda mantener la estabilidad política, con una Junta que pueda dedicarse sin mayores interferencias a lo fundamental: la lucha contra la pandemia, la implementación de las campañas de vacunación y la preparación de los nuevos proyectos tecnológicos que van a propiciar, cuando lleguen, las ayudas financieras de la Unión Europea.
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