Comunidad de Madrid

La izquierda vuelve a la calle contra Ayuso

En la nutrida protesta que recorrió ayer las calles de Madrid, fruto de uno de los mayores esfuerzos de movilización de las izquierdas, de absolutamente todas las izquierdas, de los últimos tiempos, la supuesta defensa de la Sanidad no era más que la excusa plausible para el objetivo real, el desgaste político

En la Comunidad de Madrid, la atención primaria y la medicina de familia presenta los mismos problemas que en el resto de España. Algunos, estructurales, como la escasez de profesionales sanitarios en determinadas áreas y especialidades, escapan a la capacidad de gestión de las autonomías, que carecen de las competencias en formación y dependen de las normas estatales para la contratación eventual de facultativos extracomunitarios. Tampoco ayuda, precisamente, el bajo nivel de los salarios de médicos y enfermeras, tentados por las mejores ofertas del exterior.

En este sentido, no es sólo que el Ministerio de Sanidad haya sido vaciado de competencias, es que en las pocas que conserva, como el diseño de las carreras profesionales o, por citar un ejemplo reciente, el sistema de aviso y prevención de emergencias sanitarias, no es un prodigio de eficiencia. Es decir, hay mucho trabajo por hacer en materia de Sanidad y, por supuesto, no todo está en las manos de Isabel Díaz Ayuso, cuyo gobierno, por cierto, mantiene los servicios públicos de salud entre los más eficaces de España, como demuestran tozudamente los datos comparados de las listas de espera quirúrgicas y del tiempo medio de espera de consultas de especialidades, rubros en los que algunas de las comunidades gobernadas por la izquierda, como Aragón y Valencia, presentan los peores desempeños de todo el Sistema Nacional de Salud, sin que a las «mareas blancas» se les rasguen las vestiduras.

Valga este largo preámbulo para situar en sus justos términos la nutrida protesta que recorrió ayer las calles de Madrid, fruto de uno de los mayores esfuerzos de movilización de las izquierdas, de absolutamente todas las izquierdas, de los últimos tiempos, pero en el que la supuesta defensa de la Sanidad no era más que la excusa plausible para el objetivo real, el desgaste político de la presidenta madrileña.

No se trata de negar la existencia de un conflicto laboral en el área de las urgencias extrahospitalarias, que, seguramente, podría haberse gestionado con mayor habilidad y en mejor inteligencia con los profesionales concernidos, sino de constatar que la izquierda cree haber dado con una bandera lo suficientemente sensible para dañar a quien considera su «bestia negra», entre otras razones, porque les ha ganado las elecciones con un modelo de gestión política y económica que tira por tierra las viejas recetas ideológicas que representan los partidos populistas de raíz comunista e, incluso, socialistas.

La propia manifestación de ayer, con el rosario de los habituales «supporters» del espectáculo en primera línea de batalla, es prueba de lo que decimos. En cualquier caso, Isabel Díaz Ayuso tiene un problema y no menor, porque sus adversarios políticos no van a cejar en una demagogia, la de la destrucción de la Sanidad madrileña, que puede causar algunos efectos en la opinión pública.