Editorial

Es un error despreciar a la mitad de España

Pedro Sánchez ha hecho de la estrategia del frentismo una de las vías más eficaces para mantener el poder, hasta el punto de dividir a los españoles en dos mitades, separadas por una hipotética muralla que guardan sus pretorianos.

MADRID (ESPAÑA), 18/11/2023.- Miles de personas acuden a la manifestación convocada este sábado por un centenar de organizaciones de la sociedad civil contra la amnistía; bajo el lema "No en mi nombre: Ni Amnistía, ni Autodeterminación. Por la libertad , la unidad y la igualdad". La iniciativa invita a los ciudadanos a decir "no a la amnistía". Junto a personalidades de diferentes ámbitos, asisten los líderes del PP, Alberto Núñez Feijóo, y de Vox, Santiago Abascal. En la imagen, decenas de p...
Manifestación multitudinaria contra la amnistía en la Plaza de Cibeles de MadridFERNANDO ALVARADOAgencia EFE

En las calles de Madrid se reunió ayer una de las mayores multitudes de las que hay memoria para expresar el rechazo a una ley de amnistía pactada con los independentistas catalanes que supone, al entender de los concentrados, pero, también, de más de un centenar de instituciones, sindicatos, asociaciones, colegios profesionales, patronales y autónomos un grave atentado contra la división de poderes del Estado y contra los principios democráticos que iluminaron la Transición.

Asegurado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en los acuerdos parlamentarios con las formaciones nacionalistas y, sin duda, reforzado por el cierre de filas de una militancia socialista que excreta cualquier crítica interna como si fuera un cuerpo extraño, los estrategas de La Moncloa podrán pensar que el malestar ciudadano se atenuará a medida que la maquinaria de propaganda gubernamental vuelva a su velocidad de crucero y que las protestas callejeras, cuyas imágenes difunden en el exterior una realidad poco agradable para el partido en el poder, acabarán por perder fuelle por el cansancio ciudadano.

Sin embargo, convendría al jefe de un Ejecutivo en minoría parlamentaria y atado a partidos con agendas propias que ventean su debilidad, no despreciar la opinión reiteradamente expresada de más de la mitad de los españoles, como si la gobernación de España respondiera automáticamente al resorte de la voluntad del Consejo de Ministros y su plasmación en el BOE. Sería un grave error porque en una democracia se entrelazan tan sutilmente los hilos de la sociedad civil que pecaría de soberbia el gobernante que no tuviera en cuenta a esa parte de la población que no le vota, pero a la que también se debe.

Es, mucho nos tememos, el caso de Pedro Sánchez, que ha hecho de la estrategia del frentismo una de las vías más eficaces para mantener el poder, hasta el punto de dividir a los españoles en dos mitades, separadas por una hipotética muralla que guardan sus pretorianos.

Con Sánchez estarían los buenos ciudadanos, preocupados por el bien común, las clases desfavorecidas económicamente y esa pléyade de minorías, unidas en la defensa de sus derechos particulares. Fuera de la muralla, a la intemperie, el resto de los españoles, derechistas reaccionarios que se oponen al progreso de la sociedad, que buscan el retroceso de derechos y libertades, que explotan a los débiles y a quienes solo importan sus propios intereses porque sólo responden a la codicia.

Hoy son los votantes del PP, de Vox y de UPN pero, según cambien las circunstancias, puede ser cualquier otro. Desafortunadamente, las líneas anteriores no dibujan una caricatura. Recogen, es verdad que en grandes rasgos, la filosofía cainita que expuso el presidente del Gobierno en la sesión de su investidura. Ayer, muchos de los aludidos salieron a la calle. Es momento de que Sánchez reflexione y deje de alimentar la estrategia de la tensión.