Editorial

Los españoles, con sus Fuerzas Armadas

Se abre paso entre buena parte de los españoles, afortunadamente, la asunción de que hay que llevar a cabo un mayor esfuerzo presupuestario en materia de Defensa.

MOTRIL (GRANADA), 02/06/2023.- El rey Felipe VI (c), acompañado por la alcaldesa de Motril, Luisa María García Chamorro (i), preside la revista naval y la exhibición dinámica con motivo del Día de las Fuerzas Armadas, este viernes en Motril, Granada. EFE/ Miguel Ángel Molina
El rey Felipe VI pasa revista a la Armada en MotrilMiguel Ángel MolinaAgencia EFE

Hoy se celebra el Día de las Fuerzas Armadas, con el acto central, presidido por Sus Majestades, en Granada, fecha para el encuentro de los ciudadanos con los hombres y mujeres que tienen sobre sus hombros la defensa territorial de España, pero, también, de su unidad y de sus libertades democráticas, encarnadas en la Constitución.

Vaya por delante que desde el asentamiento de la democracia los españoles han ido ganando en estima y admiración hacia sus Ejércitos, pero, ciertamente, los últimos acontecimientos internacionales, como las operaciones de rescate tras la retirada de Afganistán o las misiones de disuasión en el marco de la guerra de Ucrania, con despliegues de unidades de Tierra, Mar y Aire en las fronteras de la OTAN con Rusia, han servido para trasladar a la opinión pública nacional no sólo la convicción de que la paz y la seguridad que disfrutamos no vienen dadas por sí mismas, sino la percepción de que es preciso dotar a nuestras fuerzas militares de los materiales que precisan para librar unos conflictos de nueva generación, en los que los medios no tripulados, el reconocimiento del terreno, las trasmisión de datos en tiempo real y el alcance de las armas de precisión son cada vez más determinantes.

En este sentido, se abre paso entre buena parte de los españoles, afortunadamente, la asunción de que hay que llevar a cabo un mayor esfuerzo presupuestario en materia de Defensa, acorde con las nuevas exigencias que impone el convulso panorama internacional. Por supuesto, no se trata de dudar de la profesionalidad de nuestros militares, demostrada tanto en el interior –la pandemia, Filomena, el volcán de La Palma, los graves incendios forestales– como en las misiones exteriores desplegadas por medio mundo, pero haríamos un flaco favor si no señaláramos los retrasos y la escasez presupuestaria que sufren de algunos programas de armamento esenciales.

Por ejemplo, la improrrogable sustitución de los cazabombarderos de la Armada, los Harrier, muy al final de su vida operativa, o la adquisición de sistemas de misiles contracarro de última generación, que han sido baza decisiva, junto con los lanzacohetes de precisión, en la detención y rechazo de la ofensiva rusa sobre Ucrania.

España posee una nada despreciable industria militar, pero, sobre todo, tiene un potencial tecnológico e industrial en materia de Defensa que los gobiernos, sin distinción de siglas, deberían impulsar. Como debería, asimismo, impulsarse en el seno de la Unión Europea la creación de unas fuerzas conjuntas de reacción rápida, dignas de ese nombre y de las amenazas a las que se enfrentan. Ahí, como siempre, nuestros militares darán lo mejor de sí, sin reparar en el esfuerzo y hasta el sacrificio de la propia vida, si fuera preciso. Por ello, hoy, es fecha oportuna para rendirles homenaje. Hagámoslo.