
Editorial
Ya hay una mayoría alternativa a Sánchez
la supuesta «mayoría de progreso» sobre la que se sustenta el Gobierno no existe. Lo que sí hay es una confluencia de intereses mutuos entre la mayoría nacionalista de investidura.

El próximo tres de abril entra en vigor la llamada «ley antiokupación», cuya principal característica es que permite que los casos de allanamiento y usurpación de viviendas se resuelvan por el procedimiento de los «juicios rápidos», reduciendo los plazos judiciales actuales, superiores a los seis meses, a menos de 15 días. La reforma legal, por supuesto, supondrá un alivio para quienes sufren este tipo de abusos, si bien, se mantienen las normas contractuales del mercado del alquiler, con lo que su afección sobre el fenómeno de la «inkiocupación» apenas se notará.
De ahí, que no se entienda la última maniobra, fallida, del Gobierno para enmendar por la puerta de atrás, concretamente, a través de un decreto antifranquista, una norma pensada para acabar con situaciones que llegan a ser devastadoras para quienes las sufren. Podríamos extendernos sobre la instrumentalización peronista del mercado inmobiliario que ha llevado a cabo el Ejecutivo de coalición, con el inevitable encarecimiento del alquiler y las moratorias de los desahucios, decisiones políticas que no perjudican, precisamente, a los malvados tenedores y a los bancos, sino a una legión de pequeños propietarios de una o dos viviendas, que sirven para complementar la pensión de jubilación o para el pago de la hipoteca, pero la cerrazón gubernamental en este campo conduce a la melancolía de lo que es inútil.
Sin embargo, este último revés parlamentario del Gobierno, ni único ni extraordinario, nos lleva a una reflexión sobre el equilibrio de fuerzas en la actual situación política que no acaba de ser bien percibido por la opinión pública.
Y es que, como primera providencia, la supuesta «mayoría de progreso» sobre la que se sustenta el Gobierno no existe. Lo que sí hay es una confluencia de intereses mutuos entre la mayoría nacionalista de investidura que está dispuesta a sostener a Pedro Sánchez mientras éste les sea útil para conseguir mayores cotas de autogobierno en sus respectivos territorios o solucionar problemas penales, pero cuando se trata de cuestiones que afectan directamente a los ciudadanos del común, como la ocupación de inmuebles, la inmigración descontrolada o la presión fiscal, funcionan los mecanismos izquierda/derecha como si formaran parte de una máquina bien engrasada.
Así ha ocurrido con la reforma legal sobre la usurpación y allanamiento de viviendas, y con otro medio centenar de normas impulsadas por el Gobierno y derrotadas en el Parlamento. Baste con señalar que la desestimación de la enmienda furtiva obtuvo 184 votos a favor, los de las distintas «derechas», frente a 166 de las «izquierdas». Ciertamente, Pedro Sánchez sobrevivirá gracias a la anomalía española que suponen los nacionalismos periféricos, pero, como canta la ausencia de Presupuestos, de «mayoría de progreso», nada de nada.
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