Editorial

Radiografía de una escuela en caída libre

Nuestro sistema educativo cada vez exhibe una grieta mayor, según el origen económico y social de los alumnos.

El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, interviene durante la reunión de patronato de la Fundación Pro Real Academia Española y posterior presentación de la incorporación de las definiciones del Diccionario de la Lengua Española (DLE) y del lexicón de la Real Academia de Española (RAE) al ecosistema de Google, en el Palacio Real de El Pardo, a 12 de diciembre de 2023, en Madrid (España).
El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, interviene durante la reunión de patronato de la Fundación Pro Real Academia Española y posterior presentación de la incorporación de las definiciones del Diccionario de la Lengua Española (DLE) y del lexicón de la Real Academia de Española (RAE) al ecosistema de Google, en el Palacio Real de El Pardo, a 12 de diciembre de 2023, en Madrid (España).Alejandro Martínez VélezEuropa Press

Lo que el director de la Real Academia, Santiago Muñoz Machado, presentó ayer como «una opinión» y un «gesto de buena voluntad» para con nuestro sistema educativo, ha resultado ser la radiografía de una escuela en caída libre, incapaz de proporcionar a las nueva generaciones de alumnos los instrumentos básicos para desenvolverse en el mundo.

El informe, elaborado por seis primeros espadas de la RAE en materia de lengua y literatura –entre ellos, los filólogos Salvador Gutiérrez y Pedro Álvarez de Miranda, y la escritora y profesora mallorquina Carmen Riera–, a partir de estudios y estadísticas de la propia Academia, de los informes PISA y de las aportaciones profesionales de profesores de ESO y Secundaria de toda España, no se limita a constatar lo ya sabido, que muchos de los alumnos que acceden a la Universidad lo hacen sin el pleno dominio de la lengua, sino que pone el foco en la defectuosa preparación del profesorado por unas leyes educativas «desconectadas en gran medida del quehacer cotidiano de los docentes y del funcionamiento de los centros».

Recuerda el informe, y es determinante en la actual situación, que los problemas de la educación no se miden por legislaturas, sino por generaciones y recomienda, en lo que bien puede ser un brindis al sol, que las dos grandes formaciones políticas españolas se alejen de posiciones maniqueas y traten de consensuar un modelo educativo estable, en el que la adquisición de conocimientos por parte de los alumnos tenga un papel central, frente a las teorías docentes, que nosotros identificamos como progresistas, en las que se sustituye el razonamiento «por la expresión libre de las emociones».

Pero, como afirma el informe de la Academia, «el desarrollo del pensamiento articulado exige establecer cadenas o jerarquías entre las ideas, un proceso que choca frontalmente con la expresión espontánea de cualquier impresión no argumentada». Entra la RAE en otros aspectos discutidos y discutibles, como la demonización de la ejercitación de la memoria en la escuela actual, la conveniencia de que en los primeros estadios de la enseñanza los alumnos aprendan en su lengua materna y la necesidad de hacer entender a los jóvenes que las nuevas tecnologías son «ayudas y herramientas para aprender», pero no son sustitutos del aprendizaje.

En definitiva, la RAE pone el dedo en la llaga, con la circunspección que gasta, marca de la casa, en un sistema educativo que lejos de convertirse en el instrumento social de igualación y crecimiento de nuestras jóvenes generaciones, como fue en su momento, cada vez exhibe una grieta mayor, según el origen económico y social de los alumnos. Y, esto último, es un fracaso político de enormes dimensiones que no se soluciona con más dinero o con nuevas rebajas de la exigencia docente, sino descargando la escuela de funesta ideología.