
Editorial
Los del salario mínimo también son «ricos»
Tirando de sarcasmo, podría decirse que no hace falta que venga Trump con sus aranceles para restar capacidad competitiva al sector empresarial español puesto que para ello se basta y se sobra el Ejecutivo sanchista con sus políticas de exacción fiscal.

No sabemos qué supone mayor desatino. Que una vicepresidenta del Gobierno reconozca en sede oficial que se ha enterado por la Prensa de una decisión del Consejo de Ministros, del que forma parte, o que esa misma vicepresidenta asegure a continuación que la «coalición de gobierno goza de buena salud», pero que votará en el Congreso una iniciativa de la Oposición contra el Ejecutivo del que forma parte. Esto sucedió ayer en España a cuenta de la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y de la negativa de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, a ajustar el mínimo exento de tributación, como venía ocurriendo hasta ahora con cada subida del SMI.
Entendemos que el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, habrá tenido algo que ver en la desautorización de sus socios de gabinete por más que desde los medios de La Moncloa se reduzca todo a una simple diferencia de pareceres entre la ministra Montero y la ministra Díaz, tal vez, porque va a ser difícil que la Opinión Pública entienda que se va a obligar a tributar a unos trabajadores, los que menos ganan, que, además del IRPF, tienen que hacer frente a nuevas cotizaciones sociales y a la pérdida de poder adquisitivo por culpa de la inflación.
La buena noticia es que la Hacienda pública incrementará por esta vía sus ingresos en otros mil millones de euros, con lo que el Gobierno podrá extender su política social de subvenciones, subsidios y «paguitas» a quienes no llegan ni a pagar el alquiler con su salario. La mala noticia es que quienes perciben el SMI han pasado a ser considerados fiscalmente «ricos», como el resto de los asalariados, y la peor es que las empresas van a ver agravarse sus obligaciones impositivas, que ya son de las más onerosas de la OCDE.
Tirando de sarcasmo, podría decirse que no hace falta que venga Trump con sus aranceles para restar capacidad competitiva al sector empresarial español puesto que para ello se basta y se sobra el Ejecutivo sanchista con sus políticas de exacción fiscal. En general, la situación retrata las contradicciones de un Gobierno que presume de ser el más social de la historia, pero que es incapaz de corregir la deriva hacia la precariedad laboral y los bajos salarios de una parte cada vez más sustancial de la clase trabajadora, al tiempo que se beneficia impositivamente de los efectos indeseables de la inflación, que es el peor y más injusto de los impuestos.
Con respecto al SMI, cabe la posibilidad de que el Parlamento rectifique la decisión gubernamental si como ha asegurado la portavoz de Sumar, Verónica Martínez Barbero, su formación apoya la moción en ese sentido que presentará el Partido Popular. Suponemos que, de salir adelante la iniciativa anunciada por Alberto Núñez Feijóo, en La Moncloa se apresurarán a apuntarse el tanto. Total, sólo es cuestión de volver a cambiar de relato. Mientras, todos a pagar.
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