Editorial

Una salida que no es solo para Alemania

La gran coalición expresa la voluntad de respetar el pluralismo y los fundamentos del Estado de Derecho. El despotismo sanchista apostó desde el primer día por destruir a la alternativa

El democristiano Friedrich Merz, el futuro canciller alemán
El democristiano Friedrich Merz, el futuro canciller alemánEuropa Press

Alemania ha decidido aferrarse de nuevo a la fórmula de la gran coalición para afrontar una de las coyunturas más críticas de su historia reciente, enmarcada además en una crisis arancelaria global y un cambio de paradigma internacional. Un mes después de las elecciones legislativas, el conservador Friedrich Merz, ganador en las urnas, ha alcanzado un acuerdo de gobierno con los socialdemócratas. El triunfador, el bloque conservador CDU/CSU, ha elegido al gran derrotado y adversario tradicional, el Partido Socialdemócrata (SPD) del jefe de gobierno saliente, Olaf Scholz, y no a la segunda fuerza política del país, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Se repite el patrón de los hegemónicos partidos germanos frente a coyunturas y aritméticas parlamentarias complejas, que es decantarse por alianzas centradas y arrumbar a los extremistas de la dirección de los asuntos de Estado. En suma, favorecer el encuentro y la cohesión frente a la polarización y la fractura de planteamientos antisistema y divisivos como los que, por ejemplo, abandera AfD, vinculada a la Rusia de Putin, crítico con Ucrania, agitador de un Brexit alemán, antieuropeo y favorable a las deportaciones masivas. Es cierto que surgen dudas lícitas y razonables sobre cómo digerirá la sociedad esta lectura desde poder de la voluntad popular expresada en las urnas y si la decisión adoptada por el futuro canciller de contar con el SPD, castigado por la última crisis de gobierno junto a Los Verdes y el Partido Democrático Libre, será reconocida por los alemanes como la fórmula pragmática y responsable para superar los retos históricos que acechan al país. Los resultados tendrán la última palabra. Una encuesta de este miércoles elevaba a la AfD como primer partido con un crecimiento de cinco puntos sobre su récord de las legislativas. Es un mensaje que Friedrich Merz no puede ignorar, pero que tampoco debe confundirlo. Las soluciones simples a los problemas complejos son la gasolina de los populismos, que medran en escenarios explosivos y de incertidumbre. La clase política alemana ha cometido demasiados errores hasta sumir a la gran locomotora europea en una recesión que se prolonga dos años, con una incapacidad recurrente para el diagnóstico adecuado en política migratoria, integración y seguridad interior, entre otros. Veremos si con el cambio se corrige el rumbo. Europa necesita una Alemania recuperada y reorientada con estabilidad y un liderazgo centrado que sume, modere y calme, que repare y resuelva. La gran coalición expresa la voluntad de respetar el pluralismo y los fundamentos del Estado de Derecho. El despotismo sanchista apostó desde el primer día por destruir a la alternativa del PP para eternizarse en la Presidencia. Atacar la alternancia es atacar la democracia. No interesan las grandes coaliciones ni los acuerdos de estado; queda el poder a cualquier precio.