Emprendimiento

Las grandes ideas nacen en los garajes... y en la Universidad

Los programas para emprender son ya una realidad que ofrecen ayuda y asesoramiento a los alumnos

Estudiantes de la Universidad Pompeu Fabra
Estudiantes de la Universidad Pompeu FabraDavid ZorrakinoEuropa Press

Hace no mucho tiempo, la idea de que el mundo empresarial caminara de la mano de la cátedra universitaria era poco menos que impensable. Si bien ambos sectores compartían el mismo objetivo –el de lograr hombres y mujeres de provecho para crear una sociedad más próspera–, la realidad era que sus caminos eran paralelos, sin llegar nunca a tocarse. La clásica imagen del sueño americano, donde unos estudiantes universitarios crean en el garaje de su casa el germen de una idea empresarial que cambiará el mundo, ha pasado al ámbito de la leyenda o la cinefilia. Eva Alcón, presidenta de la Conferencia de Rectores y Rectoras de Universidades Españolas (CRUE) y rectora de la Universitat Jaume I, destaca que hoy “el emprendimiento es una necesidad, pues no se pueden alcanzar altas cotas de bienestar sin un nivel adecuado de competitividad, para lo cual se necesitan emprendedores, una mayor innovación y una gestión eficaz del conocimiento”.

Hoy en día los universitarios con grandes ideas siguen siendo los mismos, pero los garajes han pasado a convertirse en programas o centros esenciales dentro de las universidades, donde los caminos de estas instituciones se cruzan con los de la empresa como dos ríos que avanzan hacia el océano del éxito. “El emprendimiento universitario se basa en el conocimiento generado en los campus y es, por tanto, un vehículo muy potente para transferir a la sociedad este conocimiento”, comenta Alcón.

Y que esto sea así se de una lógica aplastante, pues si desde la universidad se prepara a los profesionales del mañana, en la empresa se conoce de primera mano las necesidades laborales y sociales, por lo que una comunicación continua, directa y recíproca entre ambos mundos se adivina imprescindible. Por ello, hoy no es extraño que directivos de grandes corporaciones compaginen su actividad profesional con la docencia, llevando a las aulas una realidad contemporánea. Así, los docentes-empresarios son capaces de conocer en primera persona la preparación de las personas que, en pocos años, formarán parte del entramado laboral y profesional del país.

La CRUE ha publicado recientemente un monográfico sobre la situación del emprendimiento en los centros universitarios avalando estos y otros datos. Prácticamente la totalidad de universidades españolas cuenta con programas específicos de apoyo, asesoramiento y mentoría para favorecer que los alumnos con inquietudes puedan desarrollarlas en el ecosistema universitario. El contacto con otros emprendedores (networking) y la mentoría experimentada son grandes alicientes de estos programas.

Complementariamente, los encuentros o ferias de startups hacen de la conexión entre emprendedores, inversores y empresarios la perfecta pista de despegue para proyectos que, pasados los años, suponen un importante impulso al crecimiento del país, pues estas nuevas empresas generan empleos, presencia internacional y, en muchos casos, avance social y económico. De hecho, muchas universidades tienen aceleradoras de startups, que conectan continuamente a emprendedores con inversores, empresarios y demás actores del tejido económico, lográndose así un ecosistema perfecto para el nacimiento de nuevas y grandes ideas.

Desarrollo conjunto

Los beneficios de apoyar y asesorar a los estudiantes más proactivos abarcan a todos: universidades, empresas, emprendedores y sociedad en general. Las universidades han sido siempre centros de investigación y desarrollo. Las empresas, al colaborar con ellas, tienen acceso a proyectos punteros, innovación tecnológica y soluciones a problemas complejos, lo que les permite mantenerse competitivas en un entorno cambiante. Por ende, como explica Eva Alcón, «la universidad y la empresa se necesitan mutuamente en una economía cada vez más competitiva y basada en el conocimiento. Desde CRUE insistimos en que es importante dotar a las universidades de una mayor flexibilidad y capacidad de gestión de los contratos con empresas para contribuir a la transferencia del conocimiento a la sociedad». Además, hay que considerar que en los próximos años se prevé una pérdida de alumnos por la disminución de la población de entre 18 y 30 años (en torno a 2050). Como indica el Informe CYD 2023, las universidades deberán adaptarse para la formación permanente de la población adulta.

Las alianzas entre empresas y universidades pueden llevar a la creación de proyectos conjuntos de investigación y desarrollo para explorar nuevas tecnologías o productos sin asumir la empresa todo el riesgo y coste asociados. La universidad, por su lado, se beneficia de una nueva fuente de financiación para investigación. El desarrollo de nuevas investigaciones hace que, además, se frene la fuga de talento a otros países.

El contacto entre empresas y universidades, en suma, establece un círculo virtuoso donde las primeras mejoran su capacidad de innovación y competitividad, mientras que las segundas reciben apoyo para desarrollar investigaciones y mejorar la formación.