El Euroblog
Merkel flirtea con socialdemócratas y verdes
Con el pragmatismo que la caracteriza, Angela Merkel no quiere cerrar ninguna puerta a la hora de buscar un socio para gobernar durante su tercer mandato. Tras quedar a sólo cinco diputados de la mayoría absoluta y fagocitar al Partido Liberal (FDP), que por primera vez ha quedado fuera del Bundestag, la canciller alemana se ha visto obligada a sondear tanto al Partido Socialdemócrata (SPD) como a Los Verdes. Con el SPD ya se vio las caras el pasado viernes en el primer encuentro exploratorio y hoy juves le toca el turno a Los Verdes.
Durante los últimos quince días, la política alemana se ha convertido en una especie de bazar en el que cada partido ha puesto sus "líneas rojas"de cara a unas negociaciones que se prevén complicadas y que pueden prolongarse hasta diciembre, o incluso enero del año que viene. Sibilinamente, los dirigentes de la CDU/CSU han tratado de jugar con socialdemócratas y verdes para sondear hasta dónde están dispuestos a ceder sin advertir que las delegaciones de ambos partidos están en contacto permanente para transmitirse las últimas ofertas de los conservadores.
Pese a que la Gran Coalción entre la CDU/CSU y el SPD es la opción preferida por los alemanes y el "establishment"industrial, Merkel advirtió el martes durante una reunión con su partido de que se toma "en serio"a Los Verdes comos futuros socios. Eso sí, la líder cristianodemócrata espera conocer a su socio de coalición el 22 de octubre, cuando el nuevo Bundestag iniciará su actividad. A partir de ese día, comenzarían oficialmente las conversaciones políticas para elaborar un programa de gobierno para los próximos cuatro años. Este proceso llevó 60 días en 2005 y se prolongó durante 25 en 2009. De ahí la impaciencia de la canciller.
Reacio a perder su identidad partidaria en otra alianza con Merkel, el SPD aún está deshojando la margarita. La dirección del partido apuesta por negociar con la CDU/CSU para lograr que se pongan en práctica los puntos clave de su programa electoral (salario mínimo, menor precariedad laboral, más gasto en educación, subida de impuestos a los más ricos...). En cambio, las bases se muestran mucho más reticentes a pactar con Merkel. Tras el experimento anterior (2005-2009), el electorado no reconoció la labor de los ministros socialdemócratas y castigó al SPD con los peores resultados desde la Segunda Guerra Mundial. Tal es la división, que el presidente del partido, Sigmar Gabriel, ha prometido que el eventual acuerdo será sometido a una consulta vinculante entre los 470.000 militantes. Esta muestra de democracia interna será también una importante baza negociadora, pues los socialdemócratas podrán presionar a la CDU/CSU con que tal o cual propuesta no será aceptada por las bases del partido.
Lejos del maximalismo inicial, Gabriel ya ha sugerido estos días que el SPD podría renunciar a la reforma impositiva. "Para nosotros, la subida de impuestos no es un fin en sí mismo. Si la CDU/CSU no lo quieren, deben explicarnos qué alternativa hay para financiar estas cuestiones", asegura. "Yo vería más al SPD en un Gobierno moldeando políticas que fuera mirando", se posiciona el presidente del partido, que ya fue ministro de Medio Ambiente con Merkel y ahora ambiciona ocupar otra destacada cartera.
En cambio, el acuerdo con Los Verdes es mucho más improbable por las importantes diferencias programáticas que aún enfrentan a ambos partidos. Ni siquiera sus dirigentes ocultan este escepcticismo. Desde la Unión Socialcrstiana (CSU), la rama bávara de la CDU, su "número dos", Alexander Donbrindt, advierte de que "no queremos tener que escuchar a Los Verdes divagado sobre 'días de las verduras' y sus ideas sobre cómo debe vivir cada uno sus vidas". Desde el partido ecopacifistas, que ha renovado esta semana su dirección tras el mal resultado del 22-S, su copresidente, Anton Hofreiter, reconoce que "hemos recibido una invitación muy cordial de CDU/CSU para mantener conversaciones preliminares", pero no oculta sus "dudas"sobre si una hipotética alianza con el partido de Merkel "podría durar cuatro años o siquiera cien días". Otro factor de peso que inclina la balanza en contra de una coalición negor-verde es que no contaría con mayoría en el Bundesrat (Senado), dominada por los socialdemócratas.
pgarcia@larazon.es
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