Elecciones 24-M

Rajoy se centra en el «20/20» y no hará guiños a Rivera

Pide a los suyos salir «con la cabeza alta» a por mayorías con la promesa de llegar a 20 millones de empleos en 2020. Cree que su principal enemigo es la abstención y no es el momento de estrategias para buscar apoyos postelectorales

Rajoy y su equipo recibieron la noticia del siniestro aéreo en el acto de Tenerife
Rajoy y su equipo recibieron la noticia del siniestro aéreo en el acto de Tenerifelarazon

Mariano Rajoy se enfrenta a una de las campaña electorales más decisivas de las que ha disputado. Los comicios autonómicos y municipales determinarán la suerte de las elecciones generales y el presidente del Gobierno ha apostado, para bien o para mal, por echarse la campaña sobre sus hombros. Rajoy está trasladando a su equipo la sensación de que afronta la contienda «con mucha energía física y mental». Al margen del nerviosismo y hasta del pesimismo que domina en algunos sectores de su partido. El presidente sigue los sondeos, pero los valora como fotos fijas de algo que está en movimiento. De hecho, sus colaboradores le definen como «un escéptico relativo» en lo que afecta a la valoración que concede a las encuestas, que, como la última del CIS, pronostican casi un empate técnico entre populares y socialistas.

Rajoy considera que el principal objetivo de la campaña debe ser fijar el terreno de juego, y que éste, aunque las encuestas insisten en negar una mejoría del PP que siga el ritmo de los buenos datos económicos, no puede ser otro que el de la recuperación económica y el del empleo. El líder del PP defiende que su partido no debe distraerse de este objetivo aunque en las dos semanas que quedan hasta las elecciones se crucen más incidentes en el camino. Éste debe ser, a su juicio, el tema principal «porque es lo que todavía importa más a la gente». El segundo objetivo que se ha fijado para estos quince días de campaña es acercarse más a los ciudadanos y hacer más pedagogía sobre sus políticas y para combatir el desgaste que afecta también a sus siglas.

Para el presidente del Gobierno, el adversario del PP no es el PSOE, ni Ciudadanos o Podemos, sino la abstención y el pesimismo. Y por eso quiere que el partido salga con «la cabeza alta» a disputar las elecciones y a vender el «proyecto de futuro 20/20», los 20 millones de empleados en 2020 que sostiene que habrá en España si se mantienen sus políticas económicas. Éste es ya uno de sus grandes compromisos electorales que extenderá al programa de las elecciones generales.

En el partido están obsesionados con el día después de las autonómicas y municipales, con los posibles pactos en los que sostener su gobiernos como fuerza más votada, y hasta con la idea del frente anti-PP, como ocurrió con el Pacto del Tinell en Cataluña, que les desaloje del poder en muchos feudos.

Rajoy, sin embargo, ha trasladado a sus colaboradores que no es el momento de pensar en eso ni de ajustar la estrategia o el discurso a hacer guiños a Ciudadanos o a intentar preparar el terreno para facilitar apoyos postelectorales. Su instrucción es que hasta el 25 de mayo sólo tienen que centrarse en trabajar al máximo para conseguir la mayoría más amplia. Rajoy tampoco piensa en clave de grandes coaliciones con el PSOE, aunque sigue estando abierto a hablar y a negociar con los socialistas en todas las cuestiones de Estado, como siempre ha defendido.

La intensa campaña que tiene por delante la está organizando con el equipo del partido. Tiene actos electorales todos los días, menos uno, pero, como ha hecho en otras contiendas por el voto, también en esta campaña regresará a Madrid a dormir siempre que pueda para pasar un rato con su mujer y sus hijos, aunque sólo sea para desayunar con ellos o para compartir el final de la cena. Para elaborar su discurso de cada día, el procedimiento seguirá siempre la misma rutina: su Gabinete le pasa previamente aquellos elementos que él mismo ha fijado con carácter previo. Pero él elabora los guiones que utilizará en sus mítines y no llevará discursos escritos salvo en contadas ocasiones. Prefiere trabajárselo de su puño y letra.

El presidente es uno de los más convencidos de que la campaña sumará votos a favor de su partido. Y que el PP aguantará el examen de mayo y tendrá tiempo de aquí a las generales para consolidar la recuperación de la bolsa de votantes de 2011 que hoy no darían su voto a las mismas siglas políticas. «El pasado es importante, pero el futuro es lo que otorga grandes mayorías», sostienen en Moncloa.

El PP tiene un importante reto, combatir ese pesimismo que Rajoy sitúa como su principal adversario, y conseguir que la maquinaria funcione mejor que en las elecciones andaluzas y su gente se movilice como ha hecho en otras elecciones en el pasado. En las autonómicas de Andalucía la movilización no llegó bien a todos los municipios, y algunos de los altos cargos que hicieron campaña por allí lo pudieron constatar. Ahora sí se la juegan los alcaldes y esto ayuda a que se extienda la «agitación» electoral desde arriba hasta las bases.

Esta capacidad de que la máquina política funcione y se impliquen todos los «cuadros» del partido será determinante para el resultado electoral en tanto que el PP necesita activar una importante bolsa de voto que sigue en la abstención y hacer llegar con contundencia al electorado el reclamo del voto útil frente al fantasma de la inestabilidad política y sus consecuencias en clave económica.

Movimientos internos

Si el PP aguanta como primera fuerza y mantiene algunos de sus feudos territoriales, Rajoy está convencido de que volverá a ganar las elecciones generales porque tiene tiempo para remontar subido a la ola de la secuencia de buenos datos económicos que irán conociéndose. Si no es así, el 25 de mayo empezarán los movimientos internos en un partido muy afectado también por el desgaste por los casos de corrupción.

El propio presidente reconoce que esto último quizás les ha hecho más daño que la crisis. En cualquier caso, dentro del PP no hay alternativa a la candidatura de Rajoy para las elecciones generales: no hay nadie con la autoridad ni el peso para discutirle hoy esa responsabilidad. Ese debate sobre su relevo sería para después de esos comicios. Pero si el 24-M va mal, los populares entrarán en una profunda crisis y sin una estructura de dirección en Génova capaz de ayudar a contener el golpe.